En el corazón de la comarca del Arlanza se encuentra el pueblo de Quintanilla del Agua (Burgos), junto al Camino del Cid. Allí nació Félix Yañez, el ceramista que ha creado la escultura más grande del mundo, como a él le gusta llamar a su obra, el Territorio Artlanza.
Un proyecto insólito, que se mantiene vivo, en constante crecimiento desde hace 15 años; el sueño de un escultor se ha convertido en uno de los atractivos turísticos más peculiares de la provincia. Otro de los lugares curiosos de la comarca del Arlanza que merecen una visita, es el reconstruido cementerio de Sad Hill del mítico western “El bueno, el feo y el malo”, situado a menos de 40 km de Quintanilla.
Félix Yañez se inició muy joven en el oficio de ceramista, trabajando en su taller y vendiendo sus creaciones en las ferias de artesanía. Sin embargo, la crisis financiera de 2008 desbarató su modo de vida; muchos talleres desaparecieron a consecuencia de la drástica caída de las ventas.
Félix, unido de manera indeleble a su pueblo, se reinventó. Decidió decorar los alrededores de su taller construyendo una típica plaza castellana. Una idea que, como él mismo señala, era un brindis al Sol. Su idea era crear un espacio para uso y disfrute de la familia, que también se puso manos a la obra. Sus hermanos, su padre, con 80 años, e incluso su suegro, al que de salida no le hizo mucha gracia la “expropiación” de una pequeña parcela del viñedo, apenas 400 m², le acompañaron en la aventura.
Una vez terminada la Plaza San Pedro, el lugar suscitó a la atención de un número, cada vez mayor, de personas que se acercaban a conocerlo. Después de la plaza, Félix decide hacer un soportal, que es lo típico de los pueblos del Valle del Arlanza. En ese momento, la vida de Félix Yañez, de su familia y la de Quintanilla del Agua, estaba a punto de sufrir, de nuevo, un vuelco. En la cabeza de Félix tomaba forma la recreación de un pueblo medieval de la zona, también del pueblo donde pasó su niñez.
No tenía un plano, las construcciones van surgiendo sobre la marcha. Es difícil planificar porque nunca sabe lo que se va a encontrar en las viejas casas derribadas y en las escombreras de dónde saca la mayor parte de la materia prima para su obra, adobes, palos de enebro, cantos rodados…, los materiales de construcción típicos de la zona. Para él es una escultura, a lo grande.
Para muchos de los que visitan Territorio Artlanza, la experiencia es un ejercicio de nostalgia, de recuerdos que vuelven a la memoria y de emociones que afloran fácilmente. El lugar es creíble gracias a los materiales, siempre originales, que Yañez utiliza. La mayoría de las construcciones se disponen en callejuelas y plazas, ocupan más de 25.000 metros cuadrados, y son únicamente fachadas. Algunas, no obstante, guardan pequeños museos o escaparates, agrupados por temas: etnográfico, taberna, bodega, ermita, horno, fragua, botica, barbería..., y por supuesto uno dedicado a la cerámica, donde rinde homenaje al último alfarero de Quintanilla y podemos ver reproducciones de la cerámica sigillata del Arlanza o de la cerámica esmaltada.
Recordamos oficios esenciales en su día como el de cestero o el de guarnicionero. El pueblo cuenta con dos Corrales de Comedias, y un festival de teatro de notable éxito; eso sí, al ser los recintos de reducidas dimensiones, las entradas se acaban rápido.
Al asomarnos a la escuela, contemplamos realmente la escuela de Quintanilla del Agua, con los pupitres donde estudió el artista. Muchos objetos proceden también de la familia, o de donaciones, como la de la familia de Francisco Cabañas, zapatero de Aranda de Duero, que aportó, tras su fallecimiento, su taller íntegro.
El resultado de los años de trabajo y esfuerzo es que el visitante se encuentra ante un pueblo completo, a tamaño real, lleno de objetos que nos hablan de unos habitantes que nunca tuvo, pero que lo conectan con sus vidas de forma muy intensa. No es de extrañar que Félix comente que por las noches escucha ruidos y que es como si el pueblo estuviera habitado.
¿Se harán eco esos fantasmas de antaño de historias como la de las capitanas? Eran tres hermanas solteras famosas en Quintanilla del Agua, hijas de un capitán de caballería y de una vecina de Quintanilla. Fueron educadas en Madrid y revolucionaban los veranos del pueblo con sus modas, abalorios y su música. Pasaron de ser envidiadas por su casa solariega llena de almendros en la calle Mayor, a pasar penurias y fallecer en la indigencia.
Artlanza es también un monumental lienzo y nos permite entrar en él y tocar sus puertas, sus balcones o fachadas, como si de pronto, nos hubiéramos colado en una de las vedutas de Canaletto y camináramos por las calles de su inventada Venecia.
Quintanilla del Agua es uno de esos pueblos que van desapareciendo, apenas quedan 200 habitantes permanentes, con la memoria de lo que fueron y buena parte de sus recuerdos se pintan en blanco y negro; es la historia de la España vaciada. Una historia que, tal vez, tenga otro final gracias a los visitantes que cada año acuden a visitar Artlanza y van, poco a poco, dinamizando la comarca.
Junto al pueblo medieval, Félix Yañez comenzó a construir durante el confinamiento un nuevo y colorido espacio, dedicado a los niños. Un mundo de fantasía bautizado como Bautolandia (a los habitantes de Quintanilla se les llama bautos). El recinto estará amurallado, buscando un espacio seguro para los más pequeños. Las casas están construidas a su escala y además, ha reproducido espacios y fachadas reales de Covaleda, Lerma, Quintanilla, Tordueles o Mecerreyes. Pendiente queda Santo Domingo de Silos. En el mismo recinto encontramos personajes infantiles, como los Picapiedra, Micky y Minnie Mouse, Mafalda y sus amigos, los Minion, Obélix… un guiño que los peques no pasan por alto. Hay que destacar también el Castillo, con una almena y dos torreones, una construcción dedicada a su pequeña nieta.
Félix se ha atrevido, incluso, con la Catedral de Burgos. La idea le surgió durante los actos de conmemoración de los 800 años de la catedral y los efectos de iluminación que se proyectaban sobre ella. En esta construcción, un mosaico de colores, ha utilizado los azulejos, pequeños trozos recuperados de aquí y de allí, homenaje a la técnica del trencadís, de Antonio Gaudí.
El tiempo pasa, y la escultura más grande del mundo demanda cada vez más dedicación para su mantenimiento. No podemos olvidar que es una monumental obra expuesta a la intemperie. Además, es complicado construir más; se ha terminado el terreno, tanto el de la familia, como los adquiridos a los vecinos, aunque, nunca se sabe, porque como dice Félix, siempre queda lo más bonito por hacer.
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Déjanos un comentario, es gratis y sienta genial