Notre Dame de París no es la más grande, ni la más rica, ni la más antigua de las catedrales francesas de la Edad Media. Incluso podría admitirse que no es la más bella.
Sin embargo, es la más evocadora, y como decía, Claudel ha de considerarse más como una persona que como un monumento, además de su importancia histórica, que llevó a Michelet a bautizarla como parroquia de la Historia de Francia.
París, nos gusta pensarlo, es nuestro segundo hogar. Nos sentimos cómodos paseando por sus calles, visitando sus museos, aspirando la esencia de una ciudad que nos atrapó desde el principio.
La primera vez que vimos la catedral. Parados frente a ella, en una plaza abarrotada de personas llegadas de todas partes del mundo, los omnipresentes andamios, y una sensación extraña entre la incredulidad por encontrarnos allí, y el síndrome de Stendhal provocado por una belleza que aun no se nos mostraba en su totalidad, pero que influía hipnóticamente sobre todos nosotros.
Era Semana Santa, y el interior de la catedral bullía de actividad. Paseando por las naves nos llamó la atención la gran cantidad de confesionarios dispuestos para acoger a los fieles, con sacerdotes que hablaban varios idiomas. Recuerdo la luz que se filtraba por los rosetones y las vidrieras, y cómo se hizo el silencio al comenzar la misa. En ese momento, estoy seguro de que todos los presentes, creyentes o no, fuimos conscientes de vivir un momento mágico.
Desde aquel día hemos vuelto en varias ocasiones a París, con la tranquilidad que otorga conocerla, eligiendo lo que ver, y como hacerlo.
Nuestra última visita fue en 2008, y sobre ella hablamos en los posts Paris, je t'aime, Musée Marmottan, y Musée Guimet.
Por fin pudimos admirar Notre Dame en todo su esplendor, desnuda de andamios, un frío día de invierno, con el cielo azul… no se podía pedir mas.
Ahora, ¡nos vamos de visita!. Sucesora de los altares en honor de los dioses galos y posteriormente romanos, se erigió en el siglo VI una basílica cristiana, que fue destruida por los normandos en 857; pronto sería reconstruida, ampliada y embellecida.
A mediados del siglo XII, en 1163, y siguiendo el ejemplo del abad Suger, que había hecho levantar en Saint-Denis una basílica (bellísima, pero eso es otra historia), que albergase las tumbas de los reyes de Francia, Maurice de Sully decidió dotar a la ciudad de París , y a la dinastía capeta, de una catedral digna de ellas.
El altar principal sería consagrado en 1196, aunque las torres no se levantan hasta 1250. Notre Dame se mueve entre dos épocas de la arquitectura religiosa: por un lado será la última gran catedral de tribuna, y por otro, la primera con arbotantes.
Todo el mundo se ve implicado en su construcción: el rey, clérigos y nobles mediante aportaciones económicas, al igual que las corporaciones; los más pobres ofrecerán su esfuerzo físico.
A partir de 1260 el proyecto original se modifica para dotar de más luz a la nave, agrandando los ventanales, alzar una galería delante del coro, y añadir capillas laterales. Las siguientes modificaciones importantes no llegarían hasta el siglo XVII, Robert de Cotte reemplaza el altar y se le añade una decoración en bronce y mármol.
En el siglo XVIII, Soufflot, al objeto de facilitar el paso del dosel real durante las procesiones ampliará el pórtico central mutilándolo y peor aún, los canónigos de la catedral reemplazan las vidrieras por cristales blancos…
La Revolución consagró la catedral a la Diosa Razón, y en 1802, cuando nuevamente se abre al culto, no es más que un esqueleto.
Napoleón rinde homenaje a la catedral, que se encuentra en tan lamentable estado que los organizadores de la coronación (algún día hablaremos del extraordinario lienzo de David, cubrieron sus muros con tapices y banderas.
Victor Hugo mostró su indignación por el estado de la catedral en su obra Notre Dame y finalmente, Luis Felipe encargó en 1844 la restauración completa a Viollet-le-Duc que, a pesar de las críticas que se le puedan hacer, consiguió que catedral recupera gran parte de su esplendor original.
Su planta es sencilla: una larga nave central y un coro cruzados por un gran transepto y dos naves laterales. Su fachada principal siempre se ha considerado como la obra maestra del gótico francés; es lógico porque es la única gran catedral francesa que posee una unidad absoluta y una excepcional claridad conceptual. Tres plantas superpuestas que se completan con dos torres cuadrangulares, y el conjunto resultante puede leerse como un libro, a modo de Biblia Pauperum.
La primera planta consiste en una triple portada, coronada por la galería de los reyes. En el centro, la portada del Juicio, dominada por la colosal estatua del Cristo enseñando, rodeado de los doce apóstoles, obra anónima, aunque el autor dejó constancia de un gran sentido del humor: junto a San Mateo, vemos a un fiel que se aparta la larga cabellera para escuchar mejor.
En bajorrelieve las Doce Virtudes se oponen a los Doce Vicios. Debajo, aparece el Juicio Final: los muertos salen de sus sepulturas, San Miguel pesa las almas, los elegidos ven abrirse el cielo y los condenados (con un obispo entre ellos), siguen a los demonios. En la parte superior del tímpano aparece la Redención.
A la izquierda tenemos la portada de la Virgen. Originaria del siglo XIII, los tres profetas y los tres reyes del tímpano, la muerte y la coronación de la Virgen son de una perfección estilística y de ejecución magníficas; los bajorrelieves con trabajos propios de los distintos meses, para los ricos y para los pobres, ofrecen una interesante e ingeniosa ilustración de la vida cotidiana.
A la derecha se encuentra la portada de Santa Ana, compuesta por esculturas de diferentes épocas y estilos. En el tímpano figuran, junto a la Virgen y los ángeles, san Germán y el rey Childeberto.
Los goznes de hierro forjado son obras maestras de la herrería medieval. Bajo los pórticos se extiende la galería de los reyes de Judea: 28 estatuas que los revolucionarios derribaron en 1793 al confundirlas con los reyes de Francia, y que serían posteriormente reconstruidas. Las cabezas originales de 21 de ellas se encuentran en el Museo de Cluny.
El rosetón es el mayor del siglo XIII, y fue enormemente imitado por su luminosidad y el magnífico juego de colores que proyecta al interior.
Una hermosa galería calada une las dos macizas y majestuosas torres. Violet le Duc pobló las esquinas de los contrafuertes de una multitud de quimeras y gárgolas; la vista desde las torres es magnífica. La torre sur posee una campana de 16 toneladas sostenida por una inmensa viga de madera.
Las fachadas laterales y el ábside de Notre Dame se articulan en tres plantas escalonadas. La portada de San Esteban se abre al square Jean XXIII, e ilustra en su tímpano la vida del santo, y también posee bajorrelieves que evocan la vida estudiantil.
La portada del claustro, por la que accedían los canónigos, conserva sobre su parteluz una estatua de la Virgen con el Niño entre sus brazos. Un maravilloso rosetón corona ambas portadas.
Uno de los rasgos más característicos de Notre Dame son los arbotantes, proyectados por Jean Ravy que, en un alarde de innovación, dota a la nave central de una corona perfecta, y produce una sensación de ligereza excepcional. El punto más alto, la aguja (flèche) que Viollet le Duc devolvió a su lugar, se alza hasta los 90 metros.
El interior, se encuentra bañado por la luz que se filtra por las vidrieras y los rosetones. Las primeras fueron recreadas durante los años 60 del siglo pasado siguiendo procedimientos medievales, mientras que los rosetones del transepto y de la fachada han conservado, al menos en gran parte, sus vidrieras del siglo XIII.
En las capillas de las naves laterales pueden apreciarse grandes telas de tema religioso, llamadas mays, que el gremio de orfebres ofreció todos los primeros de mayo a la catedral desde 1630 a 1707. La decoración del coro, remodelada por orden de Luis XIII es bellísima, en especial las tallas de madera de la sillería. Detrás del altar mayor, las estatuas de Luis XIII y Luis XIV flanquean una Piedad de 1723.
Como decíamos al principio del post, tal vez no es la más…, pero nunca la olvidaréis.
Woooooooowwwwww amigos! qué puedo decirles?
ResponderEliminarNo saben cómo he leído con tanto gusto y atención vuestras palabras y vuestra descripción, porque como tú, pienso que Notre-Dame de París no es la más grande, ni la más bella, pero es cierto que cuando te paras frente a ella o cuando subes a su torre a contemplar la ciudad, no puedes menos que sentirte conmovido!
Siempre cuento que soy el tipo más afortunado del mundo porque vivo en París y me siento muy afortunado cuando los domingos abro mis ventanas y me despierto con las campanadas que me llegan desde Notre-Dame (vivo a pocas cuadras), es un sitio que realmente despierta mi imaginación y me recuerda la eternidad de una ciudad que he aprendido a hacer mía.
Ante tan completo informe sólo me queda contarles que mi visión favorita de la Catedral es desde atrás, dónde tenemos un hermoso parque y el puente que une la 'Ile de la Cité' con la 'Ile Saint-Louis', la vista es sencillamente espectacular (tanto o más que la vista frontal). Que entre las dos Torres frontales se encuentra una 'misteriosa pirámide' (mmmm esotérica?) y que no debemos olvidar a 'Quasimodo', ese entrañable personaje inmortalizado por Victor Hugo ...
¡A Bientôt mes amis et merci beaucoup!
Ahhh, amigo Gus, cuánta razón tienes. Notre Dame conmueve el alma..., y que afortunado sos, levantarse al son de sus campanas!! Coincidimos en la mejor vista, aunque típica, es espectacular y tal vez por eso mismo sea la más conocida.
ResponderEliminarHay tanto misterio y tantas historias que envuelven a Nuestra Señora de París que en una vida no terminaríamos de hablar sobre ella.
Merci Beaucoup, Mon Ami!
Estoy impresionada con el post, qué gustazo. Muchas felicidades.
ResponderEliminarCuando fui a París me impresionó lo bella que es esta catedral y lo bonito del paraje. Je t'aime Paris.
mucho mas que una catedral, un simbolo y parte de la historia de una ciudad .
ResponderEliminarMe ha encantado la entrada
saludos
Muchas gracias, Vero, nosotros tuvimos esa sensación también, y nos dura hasta hoy; es imposible escapar de la ciudad de la luz...
ResponderEliminarPues muchas gracias, Bleid, es un símbolo de una época, que sigue vivo hoy día.
ResponderEliminarUn saludo!
Por una vez no me muero de envidia, vuelvo a París el sábado y tendré ocasión de observarla con nuevos ojos gracias a vuestra explicación.
ResponderEliminarAhhh, Alice, que envidia!!!, las ganas que tenemos de volver!!
ResponderEliminarDisfruta!
Un abrazo!
Pdta. gracias por el avatar, jejeje
Magnifica lección de Historia.
ResponderEliminarEstupendas fotografías,estamos de acuerdo con el resto de los comentarios.Nosotros hace unos años pasamos unos días en París,lo pasamos tan bien que no lo olvidaremos nunca.
Gracias Guisante por este regalo.
Besos para los dos.:)
Se que lo pasastéis fenomenal, Tiramillas, y que ilusión os hizo andar por las calles, las estaciones...el metro!!
ResponderEliminarBstos!
(jejejje)
como siempre, es un lujo viajar con ustedes guisantes, ¡que entrada tan bonita! y además, he aprendido un montón.
ResponderEliminarJamás he estado ahí, pero ahora puedo soñar que si, y al meter sus fotos en mis recuerdos puedo convencerme de que he estado ahí.
Un beso,
Ale.
Gracias Ale, es un orgullo que nos digas eso, y esperamos que algún día (pronto, pronto), el sueño se convierta en realidad, y estar allí para verlo!!
ResponderEliminarUn abrazo, y buen fin de semana!
Magnífica entrada sobre "la catedral de las catedrales". Me han encantado los detalles y la historia de la catedral.Enhorabuena.
ResponderEliminarUn saludo.
http://myguiadeviajes.blogspot.com/
¡Oh, la, la, NOTRE DAME!
ResponderEliminarMe ha encantado la entrada: es como recorrer de nuevo esa joya parisina.
Coincido con lo que decís al inicio: no es la catedral gótica más grande, ni rica, ni antigua ... ni siquiera la más bella. Pero es NOTRE DAME de París, y contra ese encanto no hay edificio que compita.
También me ha gustado lo del síndrome de Stendhal, que yo recuerdo muchas veces al viajar. En mi caso, esa sensación de la que habláis me invadió al subir al piso superior de SAINTE CHAPELLE: entrar allí un día con buena luz es para caerse de espaldas!
Un saludo,
xG
Bellísima y esmerada entrada. Ha sido un placer leerla. Felicidades
ResponderEliminarNo puede ser el sevillano proclive a impresionarse por las catedrales, en tanto que la nuestra se hizo en base a la exageración tan propia de nuestra tierra ("Hagamos una iglesia tan grande que los que la vieran acabada nos tengan por locos" - decían). Pero la impresión no va solo en la historia, o el tamaño, o la arquitectura... el momento también es importante. Y para mi lo era, por eso jamás podré olvidar Notredame.
En contraste con los patinadores, malabaristas y ese precioso crisol de razas del exterior, la catedral se presentaba frente a mi como un refugio. En el interior la duda, entre admirar la belleza artística o aprovechar ese silencio interior para meditar desde el mismo centro del mundo y la Historia. Y ambas cosas, admirar la belleza y meditar, quizás sean en realidad parte de lo mismo.
También, en la misma Ile de la Cité,dejó una huella en mi la Sainte Chapelle. Esa intrigante escalera de caracol, nos llevaba a aquellas plantas de enormes vidrieras,casi vacías de contenido pero llenas de luz de distintos colores. He pensado que esa también pudiera ser la clave de nuestra felicidad: liberarnos de todo lastre innecesario para permitir que entre la luz clara y nítida, ausente de miedos, del momento presente.
A veces, muchas veces, revivo aquellos momentos, y me parece que en lugar de haberlo vivido lo hubiera soñado. Quisiera visitar de nuevo Paris sin que el corazón se me parta en dos. Asocio esta bellísima ciudad con la persona que más he querido, pero esa persona ya no está conmigo.
Y a Paris le pido que me espere.
Bueno, bueno bueno.... GUISANTE VERDE, te has lucido por tan completo reportaje... y es que no era para menos pues Nuestra Dama se lo merece. A mi me encandiló y me conmovió la primera vez que la visité. Espero volver a pasear por ella pronto. Es París, una de mis ciudades favoritas.Un abrazo.
ResponderEliminarUna joya de post, chic@s, hablando de otra joya de la arquitectura.
ResponderEliminarComo le digo a Gus,y ahora a vosotros, ya habeis conseguido que este año, vaya por fin, a Paris, espero que sea en sept. y, por supuesto os pediré información.
Genial la entrada y genial también el encuentro en Toledo. Gracias, por toda vuestra ayuda y os espero en Zaragoza, con encuentro o sin encuentro, pero os espero.
Un fuerte abrazo (uno para cada uno, que menos, jajaja)
A Salto De Mata
Cuando el sol ilumina la catedral, esta lo llena todo, irradia una blancura sobrenatural que atrapa al que se encuentre a su alcance. De noche, es otra cosa, mágica.
ResponderEliminarCreo que es el rosetón mas bonito que he visto, me han encantdado todos los detalles y sobre todo el de San Miguel pensando almas.
ResponderEliminarGenial.
Saludos
Intentando recorrer el mundo
Qué lujo contar con vuestras explicaciones. He leído con interés esta entrada y las que tiene xGaztelu, pues tengo pensado viajar a París en unos meses, me llevaré en la cabeza todo lo que decís.
ResponderEliminarUn abrazo a los dos
Teresa
Preciosa entrada y descripción!!! Estuve admirando esta bella Catedral en su día...pero con vosotros me doy cuenta que no he visto nada....jajaja. Tengo ganas de volver y quedarme atónita mirándola.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un gustazo leer esta entrada que me ha hecho recordar mi visita a Notre Dame. ¡Tengo que volver a París!
ResponderEliminarLLevo unos días dándole vueltas a que mucho hablar ahora de la cultura de la imagen pero ¿que son los frescos romanos o las esculturas que adornan las catedrales más que imágenes?
Gracias por la visita, Fran, nos alegramos de que te haya gustado.
ResponderEliminarxGaztelu, realmente no se puede evitar sentir algo especial al contemplar esta catedral. La Chapelle siempre me recuerda a un relicario, y entrar deja sin aliento.
Saludos!
Agustin, ¿que se puede decir ante un comentario como el tuyo? El momento, es cierto, hay que valorarlo como se merece porque de nada sirve encontrarse en un lugar especial si nuestro ánimo no está dispuesto para apreciarlo.
ResponderEliminarEspero que vuelvas pronto a París!
Me alegro de que te guste, Merche; compartimos tu gusto por París. Por muchas veces que vayamos, siempre queremos volver.
Un saludo!!
Miguel!, ¿como que información? No, no, no, nos llevas en la maleta!, jajajja.
ResponderEliminarFue un placer!, aunque siento no haberme despedido!!, pense que bajabas por nuestro lado. Si es que fue un dia intenso, y ya no daba más de si, jajajaja.
Una apreciación mágnifica, Viajero, como siempre!. Nos dejas intrigados pensando a donde llevará ese enlace mágico...
Un abrazo!
Eugenia, bienvenida!!!, que viaje has hecho!
ResponderEliminarEl rosetón es precioso, mira que se ha visto veces, pero da igual, es una maravilla.
Pero bueno!, todos váis a ir a París este año!!, que bien, Teresa, me alegro mucho. Seguro que te encantará!
Un abrazo!
María, por muchas veces que vayas, igual que nosotros, siempre descubres algo nuevo; una figura en una vidriera, una escultura, un detalle en la fachada... Gracias por la visita!
ResponderEliminarLammermoor, claro que son imagenes. Son el mejor medio para llegar al corazón de los que las visitan.
Un abrazo!
La última vez que estuve en París fue hace tres años ya, madre mía, de este verano no pasa que vuelva a ir... echo de menos... no diría que es mi segunda ciudad, (porque mi segunda ciudad después de Madrid es Montpelllier) pero París tiene algo especial...
ResponderEliminarSaludos!!
No pude por menos de acordarme de vosotros al volver a visitar Notre Dame. Me acerqué también a la Sainte Chapelle, que no conocía, y me fascinó.
ResponderEliminarUn abrazo.
Después de semejante descripción me da la sensación de haberla visto. Aunque también me han entrado más ganas de ir a Paris para observarla en directo.
ResponderEliminarSi, si que tiene algo especial, Ismael. Espero que vuelvas pronto (igual que nosotros, jajajaja)
ResponderEliminarUn saludo!
Ayyy, Alice, casi, casi, es como haber estado. Gracias!.
La "capilla" es una joya, mágica. No me extraña que si no la conocías te gustase.
Un abrazo!
Pues ya sabes, Hilario , me alegra mucho que la entrada te provoque esa sensación. En vivo es aun mejor.
Saludos!
Acabo de descubrir el blog y el post sobre la Catedral de Notre Dame me ha traido gratos recuerdos. La construción y sus gárgolas de verdad hacen de París un lugar de leyenda. Estoy esperando para acercarme este año que ya corre el gusanillo y sobre todo para recorrer algunos restaurantes (el estómago es el estómago), que descubrí el año anterior sin comerlo no beberlo como el Café dos Molinos. ¡Menuda siopresa tras haber visto la película de Amelié! Tengo una Web de viajes en la que he escrito un artículo que le puede interesar y toco el tema de las compras, que también disfruto mucho en París.
ResponderEliminarUn cordial saludo y sigo la pista al blog.
www.chollosviajesultimahora.com.
Me gusta como describes los momentos en que estuviste frente a la Catedral, además los detalles en fotos y tambien comentados son mucho más fáciles de apreciar...
ResponderEliminarLa catedral de Notre Dame es impresionante.
ResponderEliminarSiempre que voy a París la visito y eso que me la se de memoria.
Subir a las torres y poder ver la ciudad junto a las gárgolas es una experiencia inolvidable.
Lástima que siempre haya bastantes colas para subir
Notre Dame...que sitio tan genial....me encantó cuando la ví por primera vez y las veces siguientes también y las vistas desde sus balcones son...impresionantes!!!!
ResponderEliminar=)
milittletreasure.blogspot.com
Tienes razón Nere, yo aún recuerdo la primera vez...y lo cierto es que no me canso de verla, desde todos los ángulos.
ResponderEliminarRecuerdo una imagen desde lo alto con una gárgola muy cerca, y me gustaba dibujarla en esa vista que destaca Gus, desde atrás, comprobando como los cambios de estación ocultan o muestran sus secretos.
;-)
Qué bonitas fotos! A eso ayuda también que es la única catedral del mundo que se puede fotografiar desde los 4 costados porque no tiene ningún edificio alrededor
ResponderEliminarEs muy fotogénica, desde todos lados sale bien, así que no es difícil llevarse un buen recuerdo fotográfico. :) Saludos, Que ver en París
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