La región francesa de Occitania ocupa buena parte del sur del país, y esa relativa cercanía a nuestra ciudad, la ha convertido en destino frecuente de nuestros viajes. Además, el hecho de que entre sus fronteras se incluyan los Pirineos desde Lourdes al Mediterráneo o ciudades como Toulouse, Carcassonne, Albi, Nimes, o Montpellier entre otras, justifica plenamente nuestras visitas. En este nuevo viaje, hemos recorrido una zona hasta ahora desconocida para nosotros: el Parque Nacional de Cévennes, donde pasaremos unos días en contacto con la Naturaleza. Un contacto intenso, como el que nos lleva a trepar por los riscos de las montañas del departamento de Lozère, colgados de los cables y peldaños de la Vía Ferrata de Rousses.
El Parque Nacional de Cevénnes obtuvo su categoría en 1970, y desde entonces no ha dejado de acumular reconocimientos: Reserva de la Biosfera, Reserva de Cielo Oscuro, Patrimonio de la Humanidad... Su variada orografía y las diferentes influencias climáticas, lo convierten en un lugar excepcional por su biodiversidad. Nuestra visita a Cévennes comenzó en el departamento de Gard, donde visitamos el mayor bosque de bambú de Europa: la Bambouseraie. Ahora, nos trasladamos al departamento de Lozère, volcado en el turismo activo, en busca de una de sus seis vías ferratas: la Vía Ferrata de Rousses.
Aunque no era la primera vez que nos colocábamos los arneses y trepábamos por paredes más o menos verticales, era necesario refrescar lo mucho que aprendimos en nuestra anterior experiencia en la Via Ferrata de Peñas Juntas (Sierra de Guara).
La vía ferrata de Rousses es la más sencilla de las seis vías ferratas de Lozère, lo que la ha convertido en un destino frecuente para las familias con niños; un hecho que no debe implicar un exceso de confianza en una actividad de montaña como esta. Por eso es básico leer las indicaciones de la vía y prestar la atención a las explicaciones de nuestro guía, Mario.
La Via Ferrata de Rouses, se encuentra muy cerca del pueblo de Rousses, en Lozère. Discurre por el cañón de Tapoul, por el que corren las aguas del río Tarnon. Es un entorno precioso, tranquilo, rodeado de montañas, con las aguas cristalinas del rio siempre junto a nosotros. La vía presenta dos variantes, una más sencilla y otra con un poco más de dificultad al contar con dos pequeños tramos algo desplomados; el primero tras cruzar el primer puente y el segundo poco antes del final.
Hay que tener en cuenta que factores diversos, como ocurrió en nuestro caso al producirse chubascos ocasionales, puede hacer que alguno de los dos tramos complicados lo sea un poco más. Cerca del comienzo del camino, una tirolina de unos 30 metros, de paso obligatorio, nos traslada al otro lado del río, donde debemos elegir volver a cruzar el cauce sobre un puente de tablas que nos lleva a uno de los pasos complicados, o realizar otra pequeña tirolina.
Las dos vías se vuelven a unir en un recorrido paralelo a las aguas del Tarnon hasta llegar a una bifurcación. Allí optaremos por la vía de la derecha, más fácil, o por la de la izquierda, más complicada. Ambas vías vuelven a confluir y ya no se separarán. Nos queda cruzar un puente de cable sobre el cañón y un largo puente con vistas magníficas.
Las rocas que se levantan sobre otro de los pueblos de Lozère, Florac, poseen una de las vías ferratas más aéreas de la zona, alrededor del peñasco rocoso de Rochefort. La Vía Ferrata de Rouses nos ha vuelto a meter en el cuerpo el gusanillo de las ferratas, así que es muy posible que pronto tengamos otra experiencia que contar...
Más información sobre Occitania-Sur de Francia: Occitania-Sur de Francia
Agradecimientos
Este viaje ha sido posible gracias a la colaboración de la Oficina de Turismo de Francia y de la Oficina de Turismo de Lozère.
El Guisante Verde Project mantiene todo el control editorial del contenido publicado.
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