Dejando a un lado la cita de Mark Twain (recogida en numerosas web.), nos encontramos un cierto vacío a la hora de recopilar información sobre esta magnífica obra de arte, que nos mantuvo quietos frente a ella durante largo tiempo, creyendo ver como respiraba aun. Aun no conocíamos su historia, pero ahora podemos contarla. Esperamos que os guste.
Oppermann escribió en su biografía sobre Thorvaldsen: “La gloria que adquirió el León de Lucerna en su nacimiento, ha sobrevivido hasta hoy. La idea es tan sencilla y la ejecución tan grandiosa que a pesar de la evolución de los gustos contemporáneos todavía ejerce su poder sobre las mentes.”
El Löwendenkmal representa un punto muy especial en la visita a Lucerna. El iniciador de este monumento fue el coronel Carl von Altishofen Pfyffer (1771-1840), huérfano desde temprana edad, recibió educación en el Monasterio de St. Urban, y también con los jesuitas en Friburgo. Posteriormente se graduó en la Escuela Militar de París, donde ascendió a teniente en 1787, y fue asignado a la Guardia Suiza. En 1792 pasaba sus vacaciones en Lucerna, cuando tuvo lugar el sangriento episodio en el Palacio Real de París. La Revolución francesa había estallado en 1789, y el 6 de octubre de ese mismo año, el Rey Luis XVI, María Antonieta y sus hijos se trasladaron del Palacio de Versalles al Palacio de las Tullerías buscando refugio.
El 10 de agosto de 1792, los revolucionarios asaltaron el palacio. La lucha comenzó cuando cinco miembros de la Guardia Suiza fueron asesinados ante su capitán, quien a pesar de la gran inferioridad numérica en la que se encontraba logró que sus hombres contuvieran el asalto. En junio de 1791 Luis XVI trató de huir al extranjero y fue puesto bajo arresto por las autoridades revolucionarias, aunque una fuerza compuesta por 1000 Guardias Suizos tenía la misión de proteger al rey de la cada vez más violenta situación.
El rey buscó refugio en la Asamblea Legislativa, y fue obligado a pedir a la Guardia Suiza que se retirase y volviese a sus cuarteles. El capitán Dürler, pidió esa orden por escrito (la cual se conserva), y cuando el rey se la entregó, los guardias abandonaron el palacio, siendo masacrados en el exterior por los revolucionarios. Una gran cantidad de las cabezas de los 760 guardias y 26 oficiales que pagaron con su vida la lealtad al rey fueron clavadas en picas y paseadas por toda la ciudad.
Pfyffer continuó como oficial en el extranjero hasta que a finales de 1801 regresó a Lucerna. Allí, como responsable militar, ocupó un asiento en el Gran Consejo y fue miembro de la Corte Municipal. Desde 1819 a 1836 dirigió los asuntos de la Sociedad de Arte de Lucerna como su primer presidente. Durante mucho tiempo había pensado honrar a sus camaradas caídos, con un monumento en su memoria, y para financiar su construcción decidió organizar una recogida de dinero. No obstante, mientras Suiza estuvo bajo dominio francés (1814), no era posible defender públicamente el memorial, ya que su espíritu se dirigía directamente en contra de los hombres de la Revolución, y Napoleón no hubiese tenido misericordia.
Solo cuando los suizos volvieron a ser dueños de su propio país, y la dinastía borbónica ascendió al trono francés en 1815 la idea pudo ponerse en marcha. Por fin, en 1818 publicó su plan de subscripción para construir el monumento. Aunque la invitación a participar fue recibida tibiamente en ciertos círculos, se consiguió reunir más de 20.000 francos suizos. Las donaciones llegaron tanto de Suiza como del extranjero, al igual que de miembros de familias reales diversas: el Emperador de Rusia, el rey de Prusia y la familia real francesa.
Igualmente, contribuyó el príncipe Christian Frederik de Dinamarca, el embajador danés en Florencia y varios miembros de la comunidad suiza en la capital, Copenhague. Varios artistas suizos fueron requeridos por Pfyffer para realizar los diseños, pero sus trabajos no fueron satisfactorios, ya que no se adecuaban a la naturaleza y tamaño de la tarea, por lo que se pensó que debía encargarse a un escultor extranjero importante, Cánova o Thorvaldsen, apodado el Fidias nórdico.
A Pfyffer le preocupaba que el extremadamente ocupado y sofisticado Canova pidiese unos honorarios demasiado elevados, y por ello recurrió a un buen amigo, Vincent Rüttimann, un hombre de estado, natural de Lucerna, que durante una estancia en Roma, contactó con Thorvaldsen. La misión de Rüttimann fue un éxito, aunque era consciente de que no podía contar con el propio maestro para ejecutar la obra. En 1819 estuvieron listos dos modelos: uno con el león en grande, y otro más pequeño con el león dentro de la gruta, que llegaron a Lucerna con graves daños, debido al deficiente embalaje. La idea de Pfyffer es que el león debía estar muerto; sin embargo Thorvaldsen lo rechaza. Rüttimann le contó el episodio, le habló de la orden real para que la guardia cesase el combate, y Thorvaldsen afirmó: "El león no estaba muerto, debe estar reposando”.
Aunque los fondos reunidos no resultaron suficientes, Thorvaldsen se implicó personalmente, y se encargó el trabajo al escultor suizo Eggenschwyler, que empezó el 19 de Agosto de 1819, basándose en las instrucciones que había recibido de Thorvaldsen, bajo la presión de Pfyffer y sus donantes; consecuencia de las mismas, Eggenschwyler sufrió un accidente en el andamio poco después. Fue trasladado a un hospital con graves heridas, de las que moriría unos meses más tarde.
En su lugar, fue el escultor natural de Constanza, Lucas Ahorn, el encargado de sacar de la roca el león de Thorvaldsen, catorce meses después. La obra está situada en una roca de arenisca de la misma ciudad de Lucerna, que durante años fue explotada como cantera para construir la ciudad. Está realizada al doble del tamaño de un león real. Mide 6 metros de altura y 10 metros de largo.
Representa a un león caído, herido de muerte, con el dolor reflejado en el rostro, y que se apoya sobre un escudo con la flor de lis , junto al escudo con la bandera suiza.
En la parte superior del monumento consta la inscripción latina Helvetiorum Fidei ac Virtuti, "a la lealtad y la valentía de los suizos". Además están grabados los nombres de los muertos y de los oficiales de la Guardia Suiza, así como el número de muertos y el número de soldados supervivientes. El 7 de Agosto de 1821 se completó el trabajo, y tres días después, en el 29 aniversario de los sucesos de las Tullerías, tuvo lugar la solemne inauguración, en la que no solo estuvieron presentes autoridades de toda Suiza y representantes de la aristocracia europea, sino también los veteranos supervivientes de la Guardia Suiza.
Thorvaldsen tardó 20 años en ver la obra; fue en 1841. Se dice que en aquella ocasión, el autor dijo: "Dieses Denkmal wird, selbst wenn es verwittern sollte, gleichwohl alle anderen überragen". Como primer guardián del monumento fue nombrado el ex cabo David Clerc, que aquel 10 de Agosto de 1792 junto a cuatro hombres, capturó un cañón de asalto, resultando herido en aquella acción.
En las inmediaciones abrió sus puertas en 1886 el Museo. En el vestíbulo un enorme mural muestra a la Guardia Suiza luchando y muriendo, rodeados por los bustos de Thorvaldsen, Pfyffer y Ahorns. En sus salas podemos ver cuatro imágenes en gran formato, con efectos de luz y dioramas en tres dimensiones, que narran la historia de la Revolución en París, y las batallas más importantes de la Guardia Suiza. Un gabinete histórico con armas, retratos, y bocetos de la construcción del Monumento, completa la visita.
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Me ha encantado la historia, ya os digo, sois perfectos para ayudarnos a conocer la historia de las ciudades que ya conocemos pero que hemos visto la mitad.
ResponderEliminarEspectacular la imagen del león.
Lucerna es preciosa y ese puente maravilloso que cruza el lago.
En nuestro viaje,ese del diluvio universal, vivíamos a unos kilómetros de Lucerna.
Cómo puede ser que un país sea tan bello.
Sigo con curiosidad vuestros escritos.
Un abrazo
Teresa
Hola
ResponderEliminarMenudo blog has trabajado. Enhorabuena por ello. Aun no he podido mirarlo con detenimiento, pero prometo hacerlo en cuanto tenga un hueco. Pondré un enlace en mi blog. Si te apetece, puedes hacer lo mismo.
Saludos.
Impresionante la historia y confieso que no la conocía, es lo que pasa con la gente de este lado del Atlántico, que no sabemos mucho de las ciudades europeas ni de su historia,la escultura es bellísima y la historia que se esconde detrás también. Gracias.
ResponderEliminarHola guisantes,
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la historia, no la conocía, nunca he estado en Suiza, no sé por qué pero es de los países de Europa que menos me llaman la atención, pero si alguna vez voy iré a Lucerna y contaré la historia del león y quedaré genial delante de mis compañeros de viaje, jajaja, gracias a vosotros.
He buscado la frase en alemán (no sé alemán) y la traducción de google no es muy buena, aunque me quedo con la esencia de que el monumento supera a todos los demás.
Saludos!!!!
Que historia mas impresionante. la escultura es preciosa y la expresión de león lo dice todo.
ResponderEliminarSaludos
Teresa Creo que algún día tienes que contarnos ese viaje a Suiza! Lucerna es, como dices, preciosa; la verdad es que nos quedamos pasmados al llegar, con el atardecer iluminando el puente, y el rio.
ResponderEliminarUn abrazo!
Hola Antonio , nos pillas justo con la maleta en la puerta, para variar, cuando volvamos nos ponemos al día.
ResponderEliminarSaludos!
Maggie , no te creas; nosotros tampoco la conocíamos, pero nos gusta investigar! Seguro que tu también tienes historias de tu tierra que desconocemos totalmente. Ya sabes... :)
ResponderEliminarUn abrazo!
Ismael , ojalá te aproveches de la historia, ya nos dirás, jajaja. Mira, también nosotros teníamos otra idea de Suiza; sin embargo, reune muchas de las cosas que nos gustan de centroeuropa aunque tiene algo único: los Alpes. Vete, no te arrepentirás.
ResponderEliminarEn cuanto a la traducción..., lo mismo nos sucedió. Ya nos ha costado bastante recopilar toda la información que ponemos aquí porque la mayoría está en alemán, pero con la frase no hay manera. A ver si algún alma caritativa que sepa alemán nos la traduce!
Un abrazo!
Hola M.Eugenia , la escultura es realmente maravillosa. Tu pronto los verás en carne y hueso, y nosotros también, gracias a ti.
ResponderEliminarUn abrazo!!
gran historia, y la imagen del leon fascinanteno conozco nada de esta ciudad pero gracias a ti un poco mas
ResponderEliminarun fuerte abrazo
Gracias por la visita, Bleid !, encantado de contarte algo nuevo, jajaja. Todavía pienso en esa comida camboyana!
ResponderEliminarUn abrazo!
"Dieses Denkmal wird, selbst wenn es verwittern sollte, gleichwohl alle anderen überragen"
ResponderEliminarAy, cuántas veces lo he dicho, pero nunca nadie me ha hecho caso.
Chicos: Muy buena entrada, interesantísima historia, que desconocía por completo al igual que la escultura (ahí sí que no estuve, creo recordar), para que veas Maggie, que no es por lo del charco.
Oye, que me ha encantado lo de "Eso, lo quiero por escrito".
Se ve que seguimos igual, más o menos.
Por cierto, que el monumento per se parece que también se cargó a unos cuántos, no? El escultor y los del cañón.
Me ha gustado mucho la historia que contáis sobre el León de Lucerna.
ResponderEliminarEstá claro que os ha impactado y mucho el viaje a Suiza, las fotografías son estupendas, no me cabe la menor duda que ese país tiene que ser maravilloso.
Un abrazo para los dos.
Me encanta cómo nos ilustráis. Una historia fascinante. Muy interesante. Nunca te acostarás...
ResponderEliminarSuiza es uno de los países que uno rechaza a la hora de viajar, ya sea por su falta de exotismo o por ser uno de los países con fama de ser soso...o por ser de los más caros. Pero con tus maravillosos y elaborados posts seguro que a más de uno nos da la idea de visitarlo. Me ha encantado la historia y la ciudad es preciosa. Un abrazo. La foto del cisne es de ensueño.
ResponderEliminarJajaja, Loque , es que el monumento es de armas tomar..., y por cierto, nada, seguimos sin dar con la traducción.
ResponderEliminarArmando rampas :)
Si que nos ha gustado, Tiramillas , y además esta cerquita, ya sabéis... :D
ResponderEliminarUn abrazote!
Hola Eva , nos alegra que te guste la entrada. La historia merece la pena, ¿verdad?
ResponderEliminarUn saludo!!
Aventurera , creo que lo que comentas resume perfectamente la actitud de muchos viajeros -incluidos nosotros- hacia Suiza. Sin embargo, aunque el increíble paisaje era algo que ya dábamos por seguro, el resto nos ha sorprendido realmente. Haz una escapada, te gustará!
ResponderEliminarUn abrazo!
ya me dijo un pajarito que habíais estado por Suiza...Me encanta Luzerna! Tuve una amiga viviendo allí y me quedé un mes con un montón de días de cielo azul. Y recuerdo los atardeceres con esa niebla sobre el lago y las agujas de los tejados desdibujadas...Y a un conductor temerario de tranvía que acabó con la vida de mi Mamiya y su gran objetivo desarmado en el suelo...JO!
ResponderEliminarY creo que el León es triste y conmovedor, pero no un trozo de piedra!!
Besitos mil
Como me recuerda este león a los budas, dragones, ... de China, Sri Lanka, Nepal o India, a los templos egipcios, a Petra, ... :-)))))
ResponderEliminarNos vemos pronto.
Felicidades.
Increíble!! Vuestras historias siempre me hacen viajar de un modo muy especial...
ResponderEliminarSuiza es una de mis muchas asignaturas pendientes...en fin...
Por cierto he visto en esas fotos que no paran de pasar a mi derecha de vuestro blog...una imagen de Cervantes...y parece de la ciudad donde vivo...Sé que en una ocasión me dijistéis que íbais a pasar (o que ya lo hicistéis en el pasado)...Os espero si depositáis vuestros pies por estas calles!!
Un abrazo.
Ana!, que bien verte por aquí,no como yo que estoy en el cascarón, sin salir casi... en fin, que desastre. Lo de la Mamiya, digo. Que horror!
ResponderEliminarJajaja, veo que efectivamente, no hacía falta poner la cita... :D
Besos!!
Mmmmmm, Mertxe ¿quieres decirnos algo...? jajajaja.
ResponderEliminarUn abrazo!
Efectivamente, María , esa foto es lo que dices y está donde crees, tiene ya algún tiempo, pero como esperamos repetir, nos veremos.
ResponderEliminarQue alegría que puedas viajar con nuestros post!
Un abrazo!!
Debo de ser de las pocas a las que desde siempre le llamó la atención Suiza. Que conste que la razón es bastante infantil. ¡HEIDI! Vamos, vamos, no puedo creer que nadie haya querido nunca irse a conocer esos pueblos en que los pastores se pasean con perros como Niebla. Qué envidia. Aún no puedo creer que no me llevarais con vosotros...Grñññ qué mala pata esto de los horarios-calendarios. Pero ahora que ya ando más cerquita, no pienso dejarlo escapar. En cuanto al león en sí...Me recuerda un poco a los bajo-relieves persas como el de la leona herida. Impactante y sentimental. Habrá que verla...Con nieve tiene que ser espectacular ¿no? Jejejeje. Besotes.
ResponderEliminarPues fíjate, Monikita , que no vimos nada de Heidi por ningún sitio, no se si a los suizos no les hace gracia o que. Ahora, las casas, las montañas, los San Bernardos... igualito, igualito.
ResponderEliminarOtra vez será...! :D
Llego aquí gracias a la entrada de nuestro compañero José Miguel. No conocía el lugar, y me ha parecido muy hermoso.
ResponderEliminarUna entrada para enmarcar.
Gracias por el comentario, Enrique Carratalá, se nos había escapado! Es un monumento precioso, y la historia de su construcción, cuanto menos, curiosa.
EliminarSaludos!
He aquí mi propuesta de traducción, espero aproximarme al sentido de la frase: "Este monumento sobresaldrá no obstante sobre todos los demás, aun cuando hubiera de descomponerse."
ResponderEliminarMuchas gracias por el aporte, un buen complemento para la entrada, Löwendenkmal. Saludos!
EliminarGuisantes, daros las gracias por tantos detalles de esta increible historia escenificada y resumida tan bien en un léon derrotado y moribundo. No puede dar más pena y a su vez pensar en su dignidad en ese momento. Un saludo
ResponderEliminarMaría Grau, gracias a ti por pasarte y comentar. Es una historia que, nos da la sensación, muchos de los que lo visitan no conocen, y es una lástima porque le da todo el sentido al monumento.
Eliminar¡Un saludo!
Visité con mi esposa esta escultura hace ya unos 10 años y el dolor que refleja el rostro del león nos dejó impresionados, ahora que vuelva con mis hijos prometo llevarlos para que lo conozcan pues conocer la historia da significado al monumento.
ResponderEliminarNos alegramos mucho, JLPG, de que vuelvas a Lucerna, y si además hemos contribuido un poco a que mejores la experiencia, fenomenal. La Historia siempre aporta, aunque hoy en día no se preste la atención que merece... ¡Saludos!
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