El Museo de Bellas Artes de Bilbao, a través de su Alfabeto, creado por el escritor Kirmen Uribe, nos propone un fantástico viaje por la historia del arte, donde las palabras son el hilo conductor de la colección.
El Museo de Bellas Artes de Bilbao ya tiene su propio alfabeto, y nos propone recorrerlo en un fantástico viaje a través de la historia del arte, con motivo de la celebración de sus 110 años de existencia. A lo largo de este tiempo, el museo ha "dado la vuelta" a su Colección Permanente unas cuantas veces, en un esfuerzo por mostrarla de formas diferentes e innovadoras.
En esta ocasión, el encargado de sorprendernos ha sido el escritor Kirmen Uribe (Premio Nacional de Literatura), y para ello ha realizado un comisariado literario de la colección del Museo de Bilbao, creando su alfabeto. De esta forma, las obras no se han agrupado en las salas siguiendo los criterios de la historia del arte, un orden cronológico, sino que han sido las palabras y las ideas las que han condicionado la presencia de unas u otras obras en un mismo lugar. Una iniciativa de catalogación a lo Walter Benjamin.
La idea nos parecía muy sugerente incluso antes de la visita, no en vano, dos de los libros de Kirmen Uribe tienen una deuda importante con las salas de este museo. Un mural en el que "Arteta utiliza unos colores muy vivos para los mozos que van en romería: verdes, azules, morados. Nunca se habían utilizado de este modo.", es el detonante de Bilbao-New York-Bilbao.
Noche de artistas en Ibaigane, de Antonio de Guezala es el cuadro que da título a un capítulo de La hora de despertarnos juntos y las cuatro páginas que le dedica nos invitan sin duda a mirar de nuevo este pequeño lienzo adquirido por el museo en 2008.
"El corazón de la escena lo ocupa una pareja en pleno baile, y es a ese punto al que se dirige la mirada del espectador. (...) Según todos los indicios, bailan un cake-walk, de moda en aquella década. Un baile originario del sur de Estados Unidos, donde los esclavos procedentes de África lo bailaban vestidos de tiros largos y empuñando sus bastones con plumas de colores en sus puntas.(...) era así como caminaban y bailaban los blancos, sin estilo, y de imitarlos surgió esta danza llamada cake-walk.(...) las clases pudientes se apropiaron de este baile y lo pusieron de moda, al principio en Estados Unidos, después en ciudades como Paris o Londres, y finalmente también en Bilbao, en una fiesta en el palacio de Ibaigane."
De ese modo, con una mirada nueva, ya desde el comienzo de nuestra visita, en la sala A, que marca el inicio de este viaje, asistiremos al diálogo entre "Lavanderas de Arles", una obra de Gauguin de 1888, una plaqueta de la cueva de Ekain decorada con cabras montesas pirenaicas (período Magdaleniense, 12.000 años a.C.) y algunas litografías de Joseph Beuys, realizadas en 1974.
La obra de Gauguin la vemos, además, como nunca antes: sin marco, una tela de saco sobre un bastidor de madera, en el centro de la sala, suspendida entre paneles transparentes, como una maestra de ceremonias que atrae nuestra mirada y nos introduce en el espectáculo que va a comenzar.
Las 31 salas del edificio neoclásico que acogen la exposición se han organizado de acuerdo al orden del alfabeto de 31 letras creado por Uribe; cada una de esas letras se corresponde con una palabra, escrita en euskera, español, inglés o francés... U de Urdin (azul, blue, bleu); S de Sueño (amets, dream, rêve); Q de Quiet (lasai, tranquilo, calme); T de Terre (lur, tierra, earth) son algunos ejemplos. El euskera añade letras y nos regala sonidos evocadores y enigmáticos: TS (Huts, vacío), TX (Etxe, casa), TZ (Bikoitz, doble)
Un buen número de personas que visitan nuestra ciudad acuden con una cita anotada en negrita en su agenda: la colección del Museo de Bellas Artes; con independencia de las exposiciones temporales, algunas memorables, que organiza la institución bilbaína. Además de atraer a los visitantes ocasionales de la ciudad, el Alfabeto del Museo de Bilbao es la excusa perfecta para que los residentes que no recorren la colección permanente desde hace tiempo se acerquen hasta el museo de nuevo.
La exposición puede visitarse hasta el 6 de junio, aunque a partir de esa fecha la inmensa mayoría de las obras expuestas podrán seguir contemplándose en su ubicación habitual. Gentileschi, Bellotto, Bermejo, Goya, Murillo, Zurbaran, Antonio Moro, Sánchez Coello, Van Dyck, El Greco, Sorolla..., conviven animadamente con Luis Paret, Dario de Regoyos, Durrio, Mary Casatt o Zamacois.
Hemos disfrutado enormemente con el Alfabeto del Museo de Bilbao, recorriendo las remodeladas salas del edificio antiguo (obra del arquitecto Luis María Uriarte), siguiendo un imaginario sendero de letras que nos lleva a realizar una especie de singladura alfabética donde el arte y la literatura se funden en uno. Una sensación de descubrimiento, de sorpresa ante las combinaciones elegidas, tanto de palabras como de las obras que las representan, y que se prolonga en el tiempo con la lectura del catálogo, imprescindible, esta vez sí.
En cada sala hemos encontrado obras que son ya amigas de tantas veces como nos hemos visto las caras, como una de nuestras preferidas: la Aldeanita del clavel rojo, de Adolfo Guiard; fue el primer pintor vasco que viajó a París, y el viaje está presente en su obra El Cho. La mayoría de artistas vascos, como Arteta, Arrue, Losada, Guezala, Anselmo Guinea, los hermanos Zubiaurre, Zuloaga han sido consumados viajeros. Aunque influidos por las vanguardias de su tiempo, las tradiciones, lo rural o nuestro pasado industrial tienen un peso importante en sus telas, y el museo es fruto de un Bilbao amante del arte, cuna de comunidades de artistas, una ciudad con una burguesía cosmopolita, en constante transformación, que ha llegado a tener incluso un azul propio.
La visita nos sorprende con obras que no recordábamos y algunas que no se exponen habitualmente, como las que componen la Colección Palacio que nos traslada al lejano oriente, al siempre misterioso Japón; colección que fue objeto hace años de una espléndida exposición temporal.
No hay que olvidar que después de alojar sus obras en la antigua Escuela de Artes y Oficios, el Museo de Bellas Artes se trasladó a su actual ubicación fusionándose con el anterior Museo de Arte Moderno, de ahí que muchos, tal vez, se asombrarán contemplando a Bacon, Tapies, Davies, Chillida, Oteiza, Urzay o Balerdi en este particular abecedario.
Para esta travesía, el Museo de Bilbao nos entrega una pequeña guía, gratuita, donde se ofrecen para cada sala, extractos de los textos que Kirmen Uribe ha escrito para la exposición, junto a comentarios explicativos a cargo de Javier Novo, Jefe de Colecciones del museo. Una ayuda para no perdernos entre palabras, lienzos, esculturas, carteles, fotografías... y que no hace sino aumentar las ganas de recorrerla. Un lujo que no os podéis perder.
Una colección espectacular en la que me gusta el 99% de las obras. Me parece una forma excelente de exponerlas ya que no solo es novedosa, sino que despierta los sentidos.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, Tawaki, a nosotros nos ha encantado y mira que conocemos bien la colección permanente del museo... Un acierto
EliminarVisto vuestro post tenemos pendiente una visita al museo.Un abrazo.
ResponderEliminarTiramillas, genial, y además ya sabemos que os ha gustado...
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