La antigua Al-Qasr, hoy Alquézar, Huesca, se levanta sobre el último cañón del río Vero, recordando su origen defensivo invitándonos a pasear por sus estrechas y adoquinadas calles medievales conservadas excepcionalmente, fruto de su vocación guerrera y de sus diferentes amos, árabes primero, cristianos más tarde. Ya desde la lejanía la silueta de Alquézar llama nuestra atención por el color de la piedra que domina el aspecto constructivo y por su estructura de casas al abrigo de la fortaleza que domina el valle.
El casco urbano de Alquézar presenta una particularidad llamativa, ya que a sus calles principales relativamente amplias y rectas, hay que añadir otras, pequeñas, perpendiculares y, algunas, cubiertas. Son los callizos que se aprovechan para ganar espacio en las casas gracias a habitaciones voladas sobre ellos. En ocasiones servían de almacén para guardar las escaleras con las que se vareaban los olivos y se dice que, antaño, era posible cruzar todo Alquézar utilizando únicamente estos pasajes.
Hoi An, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO es, desde hace unos años, punto de encuentro y parada obligatoria para buena parte de los viajeros que recorren Vietnam, gracias a su excepcional casco antiguo, sus playas y una excelente cocina. El cau lau, la rosa blanca o bong hong trang, el hoanh thanh..., platos imprescindibles para establecer vínculos con los vietnamitas de la ciudad. Hoy caminaremos por sus calles a través de imágenes menos frecuentes, tanto es así que algunas resultarán muy familiares a cualquiera que haya viajado por el sudeste asiático, aunque no conozca esta pequeña ciudad situada en la desembocadura del río Thu Bon.
Sin embargo, la actual Hoi An navega entre dos aguas, se mueve en el peligroso límite entre lo auténtico y lo que nosotros denominamos pueblo-tienda debido a la proliferación de establecimientos comerciales orientados al turismo y a la presión que ello supone sobre la vida cotidiana de una ciudad que vive, precisamente, de una ensoñación, de un recuerdo de otros tiempos que debe proteger.
En esta entrada intentaremos rebatir la tan extendida creencia que asocia Estados Unidos a un desierto gastronómico. Nosotros preferimos pensar que, en realidad, se debería hablar de "un descubrimiento culinario". Asociar un país de más de 300 millones de habitantes, cuyos diferentes orígenes lo convierten en una de las naciones étnicamente más diversas y multiculturales, con una extensión similar a Europa y la mayoría de los tipos de clima representados en su territorio, a la comida rápida y los refrescos de cola es, bajo nuestro punto de vista, un gran error.
Así, como una primera selección, os mostraremos 12 restaurantes que para nosotros representan la idea de que hay vida más allá de la hamburguesa, aunque algunos también resulten tópicos, ¿por qué no?. De algunos, lamentablemente, no tenemos imágenes de la comida. Cosas que pasan..., y tendréis que conformaros con nuestras sensaciones y las imágenes del local.
En algunas ciudades más dinámicas, como New York City, en ocasiones resulta complicado recomendar un restaruante por la alta rotación que sufren los negocios, aunque no es nada comparado con Berlin. En general, los clásicos se mantienen, si bien se dan casos como el famosísimo Empire Diner que durante los últimos años ha tenido una existencia bastante azarosa. De todos modos, los que publicamos hoy continuan abiertos, con sus vasos de agua rebosantes de cubitos de hielo y sus fogones empeñados en desterrar mitos.
El Monasterio de Batalla (Mosteiro da Batalha), es uno de los muchos ejemplos de como la destrucción, la muerte y la guerra son, a menudo, origen de lo que hoy en día consideramos Patrimonio Cultural de la Humanidad. El siglo XIV en Europa estuvo marcado por la Guerra de los Cien Años, que se desarrolló en diferentes escenarios y con con diferentes actores en función de los intereses de las grandes potencias implicadas.
La rivalidad entre España y Portugal es el origen de esta historia, en concreto las aspiraciones al trono de Castilla del rey portugués, Fernando I, que a la postre murió dejando como heredera a Beatriz de Portugal, casada con Juan I de Castilla. Así, la situación inicial se invirtió y la anexión de Portugal por parte de Castilla parecía una cuestión de tiempo, algo que no era aceptable para amplios sectores de la burguesía lusa. Tras diversas intrigas y una soterrada aunque feroz lucha interna, don Juan, maestre de la Orden de Avis, fue coronado en Coimbra como Juan I de Portugal, abriendo la vía de la guerra.
El rey portugués se encontraba en Tomar, refugio de los últimos templarios, cuando recibió la noticia de que las tropas castellanas, apoyadas por caballería francesa, habían cruzado la frontera. Evitar que alcanzaran Lisboa se convirtió en el objetivo principal. Los portugueses, junto con sus aliados ingleses, tuvieron tiempo de escoger el lugar más adecuado, aunque su patente inferioridad numérica hacía que el resultado de la batalla que se avecinaba no les pareciese favorable. Sin embargo, castellanos y franceses, sin haber aprendido nada de varapalos como el de Crécy, una vez más, fallaron estrepitosamente en la estrategia. Era el 14 de agosto de 1385.
Nuestro camino por la Interestatal 90, una de las grandes rutas de Estados Unidos y de hecho la más larga, ya que recorre casi 5000 km por el norte del país, nos conduce en dirección oeste por las interminables praderas de Dakota del Sur y es allí, casi en el centro del estado muy cerca ya de Badlands National Park, donde nos encontramos con 1880 Town. Aparentemente podría tratarse de una ciudad-fantasma, al estilo de Bodie, en California.
Sin embargo, se trata en realidad de un gigantesco desván lleno de mil y un tesoros, uno de esos lugares que todos hubiéramos querido tener de niños. Una aventura que comenzó cuando Richard Hullinger compró, allá por 1969, unos terrenos junto a la salida 170 de la carretera interestatal sin planes claros para su futuro.
Corría el año 1776 cuando el Balneario abrió sus puertas a ocho kilómetros de la hoy capital del Principado de Asturias, Oviedo. Fue un año interesante. En España la convulsa vida política no da tregua, se produce el motín de Esquilache, que entre otras consecuencias daría mas tarde lugar a la expulsión de los jesuitas por orden de Carlos III. Un año en el que entre otras cosillas que ocurren por aquel entonces en el mundo, George Washington declara la independencia de los Estados Unidos de América.
Es una etapa de grandes cambios políticos, económicos y sociales, el Balneario de Las Caldas de Oviedo es testigo y reflejo de ellos, y su historia y arquitectura en realidad nos cuentan el desarrollo, declive y renacimiento de los balnearios. La curación a través del agua, con antecedentes en las termas romanas e influencias árabes y judías no es sino el comienzo de toda una puesta en escena que incluye hoteles, salas de baños, manantiales, quioscos, paseos, en esencia una forma diferente de entender la vida.
Son las clases aristocráticas en el siglo XVII las primeras en dejarse seducir por la terapia del agua. En época de Carlos III, el Despotismo Ilustrado, impulsa los conocimientos técnicos y científicos, entre ellos los del termalismo. El balneario de Oviedo ya aparece en las primeras descripciones de establecimientos para la toma de baños en el Tratado de 1791 del médico R. Tomé. Se encuentra entre los cuatro establecimientos que a finales del XVIII muestran ya, de la mano de arquitectos ilustrados, edificios específicos de una instalación balnearia.
El cambio de siglo y la Restauración, propician la construcción de Grandes Hoteles, de la mano de la nueva burguesía, y será a finales de siglo cuando llegue el turno de las salas de baile, casinos, teatros, quioscos, pabellones... que atraen a una nueva clientela y dan lugar a la aparición del llamado turismo termal.
La Pagoda Vinh Trang es un colorido templo perteneciente al budismo del Gran Vehículo, situado muy cerca de la ciudad de My Tho, punto de paso casi obligado en el mapa de la mayoría de los recorridos turísticos por Vietnam, en una ruta que parte de Saigón, actualmente Ho Chi Min City, hacia el delta del rio Mekong. Para nosotros, al igual que para una mayoría de sus habitantes, e imaginamos que para disgusto de las autoridades, resulta mucho más evocadora la denominación anterior de la antigua capital de Vietnam del Sur, Saigón.
El cambio de nombre forma parte del proceso de restablecimiento de la identidad nacional tras la marcha de los franceses primero y el fin de la guerra civil que asoló el país después. Tras la anexión por los vietnamitas de una parte del territorio camboyano en el siglo XVII, la antigua ciudad jhemer recibió un nuevo nombre. Sin embargo, pronto la población paso a denominarla Saigón (nombre que también adoptaron los franceses), ignorando la nomenclatura oficial, algo que ha vuelto a ocurrir tras su "bautizo" como Ho Chi Min City en 1975.
El Parque Nacional de Yosemite es uno de los mejores lugares que conocemos para caminar en plena naturaleza. Después de dejarnos asombrar por los senderos en los que nos vimos acompañados por los seres vivos más viejos del planeta en Sequoia and Kings Canyon National Park, llegamos a Yosemite National Park donde inmediatamente nos sentimos como en casa. Tras haber visitado a lo largo de los años muchos grandes parques nacionales de Estados Unidos este espacio californiano sigue ocupando un lugar especial en nuestra mochila.
Yosemite es, como la mayoría de los national parks, un lugar para permanecer en el varias jornadas, aunque no suele ser lo habitual y la mayor parte de los visitantes realizan lo que para nosotros es un "tour salvaje" por los llamados parques del oeste. Es verdad que están señalizados fantásticamente, que procuran habilitar un gran número de viewpoints desde los que el turismo de automóvil y cámara de fotos proporciona unos resultados asombrosos, pero si de verdad queréis disfrutar de estos espacios hay que caminar y explorar.
No obstante, si por desgracia únicamente podéis realizar un sendero en Yosemite, estáis de suerte. Vamos a recorrer un camino que, en realidad, es una combinación de varios y reúne casi todo lo que hace grande a Yosemite: moles de granito, relieve glacial, bosques y vistas de algunos de los mejores saltos de agua de este parque nacional.
Tuvimos la suerte de visitar la ciudad de Bordeaux, Burdeos, a través de la lectura que el escultor catalán, Jaume Plensa hizo de ella. Junto con sus obras repartidas por toda la ciudad, una exposición detallaba la trayectoria y sus intervenciones, a veces controvertidas, en otras capitales como Rio de Janeiro, Londres, Dubai o Tokio, y nos permitía aprender más sobre el lenguaje de un creador al que le gustan los viajes y los espacios fronterizos.
Crear en ese tiempo intermedio que supone volar entre nuestro origen y nuestro destino, jugar con las letras, los números, los símbolos, sin llegar a eclipsar los espacios en los cuales sus esculturas fluyen, se incorporan al paisaje y nos invitan a caminar, a mirar desde otro ángulo, a entrar, a ser parte de ellas.
A Jaume Plensa le apasiona el mar, aun cuando no sabe nadar, un mar que siempre está en movimiento, un espacio que nos pertenece a todos, y quizá por eso, a nosotros sus obras nos inspiran a la vez quietud y movimiento.
Cuando comenzamos nuestro viaje desde Chicago, parte del territorio que debíamos atravesar camino de Yellowstone ya tenía un lugar destacado en nuestra imaginación: las Grandes Llanuras. Cruzando estas extensiones barridas por el viento casi podíamos sentir como era la vida aquí cientos de años atrás, cuando los Sioux llamaban suya a esta tierra.
Los Sioux eran un pueblo orgulloso, conocido por su bravura y por su código de honor. Habitaban una vasta región que se extendía por lo que hoy son los estados de South y North Dakota, Wyoming, Nebraska y Montana, para ellos, simplemente, las Grandes Llanuras.
Su vida se encontraba íntimamente unida a la tierra y a la naturaleza, todo lo que existía en el mundo lo consideraban la obra de Wakan Tanka, el Gran Espíritu, del que formaban parte el sol, el cielo o el viento.
En la localidad de Chamberlain, South Dakota, nos encontramos con un museo que en realidad es algo más. Un homenaje a estas tribus de nativos americanos que un día dominaron la región. Es el Akta Lakota Museum and Cultural Center que abrió sus puertas en 1991 dentro del campus de la St. Joseph’s Indian School para tratar de preservar la rica cultura Lakota.
Dentro de este sencillo museo nos encontramos con una buena colección de objetos históricos y algunos contemporáneos, junto con abundante información escrita y audiovisual que nos dan un contexto básico para comprender el modo de vida de las tribus que aquí habitaron y, de forma especial, de los lakota. Así aprendimos como transcurría el año para esta tribu sioux, su organización familiar, los entresijos de su vivienda (el famoso Tipi), su arte, la importancia de la pipa como símbolo sagrado y de poder, así como la dependencia y el respeto hacia el tatanka o búfalo, sin el que no se entiende la existencia de los sioux. Algo que comprendieron muy bien los colonizadores.
También nos llamó la atención el fenómeno que constituye la unión entre los sioux y un animal que no hizo su aparición en la zona hasta mediados del siglo XVI introducido por los exploradores españoles: el caballo.
"We can never go back to chasing buffaloes and living in tipis. We want the values and thought of honorable Lakótas. The Lakota way adapts. We must face the fact that we drive in white men's cars, dress, and live like them. That doesn't mean we can't retain the values of our ancestors. We have to be a revolutionary." - Alex White Plume, 1994.
Entre el material didáctico (nos gustó especialmente que se utilizaran frases de miembros influyentes actuales e históricos de las tribus), encontramos que una parte de ella se encuentra redactada en español, como la que nos explica en que consisten los Siete Fuegos del Consejo (Oceti Sakowin), una alianza que incluía a los Lakota, Nakota y Dakota (con sus diversas tribus). La curiosa Carta Visual de los usos hechos del Búfalo, que nos da una perfecta idea que hasta que punto este animal era básico en la vida de los nativos americanos.