La Pagoda Vinh Trang es un colorido templo perteneciente al budismo del Gran Vehículo, situado muy cerca de la ciudad de My Tho, punto de paso casi obligado en el mapa de la mayoría de los recorridos turísticos por Vietnam, en una ruta que parte de Saigón, actualmente Ho Chi Min City, hacia el delta del rio Mekong. Para nosotros, al igual que para una mayoría de sus habitantes, e imaginamos que para disgusto de las autoridades, resulta mucho más evocadora la denominación anterior de la antigua capital de Vietnam del Sur, Saigón.
El cambio de nombre forma parte del proceso de restablecimiento de la identidad nacional tras la marcha de los franceses primero y el fin de la guerra civil que asoló el país después. Tras la anexión por los vietnamitas de una parte del territorio camboyano en el siglo XVII, la antigua ciudad jhemer recibió un nuevo nombre. Sin embargo, pronto la población paso a denominarla Saigón (nombre que también adoptaron los franceses), ignorando la nomenclatura oficial, algo que ha vuelto a ocurrir tras su "bautizo" como Ho Chi Min City en 1975.
Pero volvamos sobre la Chua que es objeto de esta entrada. En el sudeste asiático, al igual que ocurre en China, a menudo puede resultar complicado hacerse una idea sobre la antigüedad de las construcciones que visitamos debido a unos trabajos de mantenimiento y a unas restauraciones agresivas, que frecuentemente son auténticas reconstrucciones, con el objeto de mantenerlos como el primer día, lo que produce resultados no siempre acertados, además de la pérdida de valor del monumento en concreto.
En esta ocasión tenemos mas datos y ya sabemos que la pagoda se levantó a mediados del siglo XIX, aunque externamente nadie lo diría ya que se encuentra impecable incluso en los detalles, en medio de un bosque de frutales y junto a la orilla de un canal. Un entorno que invita a dejar a un lado las prisas que normalmente nos acompañan en nuestro día a día y sentarse a contemplar la vida, que transcurre aquí a otro ritmo.
El Emperador Tu Duc trató de evitar la transformación de Vietnam en colonia francesa, algo que no logró, como ya os contamos en nuestra entrada La Ciudadela y las Tumbas Imperiales de Hue, el ocaso del Vietnam de los Nguyen y consecuencia directa de los combates fueron los graves daños que produjeron en Vinh Trang. Tras unos primeros intentos de reconstrucción el lugar cayó en desuso y cuando los trabajos se reanudaron una gran tormenta tropical arrasó la pagoda en 1904.
La puerta principal, de triple arco, se levantó en 1933 gracias al esfuerzo y los conocimientos de los artesanos traidos desde Hué, la antigua capital imperial. La central es de acero, mientras que las laterales están construidas en hormigón con aspecto de una antigua fortazleza aunque muestra detalles provenientes de la arquitectura europea.
El resultado final se refleja especialmente en las fachadas, donde el conjunto de arcos, rejas y azulejos japoneses, a menudo enmarcado por caligrafías de diferentes orígenes, produce una curiosa mezcla. Cerámicas y bajorrelieves chinos que se mezclan con los lotos vietnamitas y el fondo de colores ocres, herencia de los jhemer.
A medida que nos introducimos en los lugares más sombríos del templo, el olor del incienso toma protagonismo a la vez que finos destellos de luz provenientes de la carpintería dorada, trabajada con sumo detalle, crea una atmósfera profundamente mística.
El silencio del interior se ve en ocasiones interrumpido por las idas y venidas de los novicios o el murmullo de las oraciones de los fieles junto a los altares y ante las ofrendas a sus seres queridos. Incluso al sentarse a la mesa los monjes mantienen sus conversaciones en susurros, siendo la llamada a la oración, a ritmo de tambor, un momento de despertar los sentidos, un tanto adormilados en este espacio.
En la sala principal encontraremos varios Budas, Amitabha y Gautama, diversos arhats y bodhisattvas. También podemos ver una estatua a tamaño real del Emperador de Jade, gobernante del cielo según la mitología china y uno de los más importantes integrantes del panteón taoista. Las estatuas más antiguas, realizadas en bronce, corresponden a Amitabha, Avalokiteshvara y el bodhisattva Mahasthamaprapta, aunque la de Avalokiteshvara se perdió hace mucho tiempo siendo sustituída por una réplica de madera.
Si uno ha recorrido templos en Tailandia, China..estos son personajes familiares. El budismo Chino es más visible en el norte de Vietnam, mientras que en el sur es mayor la influencia india. Es para nosotros uno de los atractivos del viaje por Asia, encontrar patrones en común y esas diferencias sutiles en la iconografía que nos permiten identificar las características e interpretaciones que del budismo se hacen en cada país visitado. El visitante occidental necesita de esfuerzo y contexto para diferenciar las posturas, gestos y atributos del panteón budista, que en Vietnam tiene influencias del taoísmo, confuncionismo y animismo.
Es un país apasionante para un estudio comparado de las religiones y su representación artística. La capacidad de asimilación y la sensibilidad vietnamita perviven en los poéticos nombres que aquí reciben los protagonistas de esta cosmogonía tan compleja. En el budismo Mahayana o del Gran Vehículo, el mayoritario en Vietnam, junto al buda histórico, Gautama, (Sakyamuni, aquí Thich Ca) aparecen los budas trascendentales, el del pasado, (Amitabha, en Vietnam, Di Da) y el buda por llegar, (Maitreya, aquí Di Lac). Una trinidad visible en las pagodas que hemos visitado, que repiten en 3 escalones diferentes versiones de cada uno. De los bodhisattvas, el más conocido es el dios de la compasión o Avalokiteshvara, en su versión femenina llamada aquí Quan Am, la Guanyin de los chinos, que los primeros misioneros confundieron con la virgen cristiana. Otros dioses y personajes históricos, monjes, bonzos..., nos hablan desde las paredes de los templos.
De principios del siglo XX son las estatuas de 18 arhats realizadas en madera, obra de artesanos del sur del país. También podremos ver numerosas ofrendas, fieles rezando y a los monjes en sus labores más cotidianas. Pese a ser una importante referencia turística no solo para los extranjeros sino para los propios vietnamitas, nosotros la recorrimos con calma, disfrutando de la tranquilidad que la envolvía.
En el exterior los jardines con plantas, por supuesto lotos abiertos y cerrados, que contienen tanta simbología en el budismo, los nenúfares en flor, y pequeños altares son también merecedores de una visita. También en el exterior llaman nuestra atención, ya en la lejanía, dos grandes estatuas de color blanco, en especial el enorme Maitreya que nos recibe con una contagiosa sonrisa. Sin duda un buen augurio. ¿O quizás deberíamos haber buscado al bodhisattva Kshitigarbha, aquí llamado Dia Tanga, que es el patrón de los viajeros?
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Una de las cosas que más me gustan de viajar por varios lugares es descubrir esos elementos comunes a los que os referís. Estudiamos el Arte o la Historia de una forma aislada, pero luego vas descubriendo cómo se van engarzando unas cuentas con otras. Yo también prefiero el nombre de Saigón, quizás por haberlo aprendido así. Espectacular viaje.
ResponderEliminarQue razón tienes Tawaki es un fogonazo encontrar esos vinculos, y lo cierto es que la formación que hemos recibido no favorece conectar conocimientos, de ahí que la experiencia del viaje sea única en ese sentido.
EliminarUn abrazo ;-))
Impresionante recorrido, las fotos y las explicaciones como siempre geniales! (La foto del loto es guapísima).
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias, Carmen O, nos encanta que te guste este rincón de Vietnam. A nosotros nos llamó la atención porque era un lugar donde la gente acudía normalmente a rezar y a honrar a sus difuntos, la vida cotidiana que a veces resulta difícil encontrar en los viajes.
Eliminar¡Saludos!
Que maravilloso poder visitar lugares así, vosotros lo habréis pasado en grande entre todos esos edificios que contienen tanto valor histórico y tanta simbología. Un abrazo.
ResponderEliminarPues si, Los Tiramillas; hay que reconocerlo, es una suerte. Son lugares, costumbres y creencias tan diferentes que nos asombran siempre que viajamos por estas tierras
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