El Reino de Champa, que ocupó parte de lo que hoy es Vietnam y tuvo en My Son su lugar de culto principal, no ha perdido un ápice de su misterioso y enigmático origen. A pesar de las numerosas referencias históricas, incluso Marco Polo lo cita, actualmente se sabe muy poco acerca de la sociedad, religión o lengua de los cham y la mayor parte de los conocimientos que tenemos se refieren al arte, en especial a la escultura.
Incluir en este artículo una descripción detallada tanto de los espacios arqueológicos como de los museísticos referentes a los cham sería abrumador. Aun así, hemos considerado necesario aportar unas pinceladas tanto históricas como artísticas, además de mencionar las principales piezas conservadas. Esperamos que esto os permita aprovechar mejor la visita al antiguo Reino de Champa.
El hecho de que a partir del siglo XV el arte cham prácticamente desaparezca, así como la gran atención que desde siempre se ha dado al estudio de los jemeres, condenaron al olvido a este pueblo y a su arte. Después de dejar atrás las Montañas de Mármol, en realidad Montañas de los Cinco Elementos, aunque en nuestro caso podríamos decir que solo fue uno, el agua, continuamos viaje en busca de las huellas del antiguo pueblo cham. Tras un primer contacto en el Museo de Historia de Hanoi y el recuerdo de nuestra visita al magnífico Museo Guimet de Paris, nos disponemos a visitar los dos puntos de referencia de la civilización cham: el yacimiento arqueológico de My Son y el Museo Cham de Da Nang.
El reino de Champa se formó como tal en el siglo IV, bajo el reinado de Bhadravarman y ya para el siglo VIII ocupaba buena parte del territorio centro y sur del Vietnam actual. Además de la agricultura, su actividad principal era el comercio marítimo, lo que les puso en contacto con árabes, chinos, malayos, japoneses, indios…. Una situación no exenta de conflictos, en especial con los jemeres y sus vecinos del norte, los Dai Viet.
Los cham no surgen de la órbita china, sino que al igual que los jemeres de Camboya, hunden sus raíces culturales en la India, de la que adoptaron la organización social, el sánscrito y sus principales divinidades.
En el constante pulso con los viet, el punto de inflexión lo marcó el emperador Le Thanh Tong que arrasó en 1471 la capital cham, Vijaya, decapitando a decenas de miles de chams y deportando a otros tantos. El declive culminó bajo el reinado del emperador vietnamita Minh Mang que en 1832 acabó con los últimos vestigios del estado de los cham. Hoy en día son una etnia más entre las 54 que habitan en Vietnam.
Los restos arquitectónicos que se conservan de los cham se refieren en exclusiva a edificios religiosos, que siguen un modelo común al resto de la región, basado en el kalam o torre santuario, que es la vivienda del dios. La altura, de tres pisos, refleja la concepción del mundo según la mitología india: el nivel más alto, donde viven los dioses y también la humanidad; el inframundo y, por último, el infierno. Su espacio interior es pequeño, sin ventanas y alberga la imagen divina, que en el culto a Shiva puede ser un lingam. Normalmente se sostiene sobre un pedestal, llamado yoni.
El modelo evoluciona y, en el siglo X, se agrupan en el mismo recinto otros edificios. El gopura, torre de entrada que da acceso al recinto sagrado; el mandapa, un pabellón de cuatro puertas en el que se preparaban las ofrendas; el koshagraha o biblioteca, un gran espacio cubierto con bóveda de cañón donde se guardaban los objetos para el culto.
Los cham fueron maestros en la construcción de eidificios utilizando ladrillos, unidos, aunque no está claro y es un motivo de discusión, mediante diferentes resinas. También utilizaron la arenisca, aunque en lugares muy concretos, como los dinteles, marcos de puertas y decoración arquitectónica.
La escultura concentra el legado artístico del Reino de Champa. Además de figuras aisladas, también se conservan ejemplos ornamentales sobre los edificios, tallados directamente en el ladrillo. Iconográficamente la referencia principal es Shiva, (en ocasiones Vishnu), excepto en el período budista de Dong Duong (finales s.IX a principios s. X), aunque se pueden apreciar influencias jemeres, indonesias y chinas, fruto de los frecuentes contactos con estos pueblos.
Las primeras obras conocidas, de mediados del siglo VII, son sobrias y elegantes, características que se mantienen hasta la llegada del período budista, cuando los motivos decorativos cubren totalmente los espacios, auténtica muestra de horror vacui. La vuelta al clasicismo de My Son, la representa el desaparecido conjunto de Tra Kieu, del siglo X: formas suaves y un bestiario naturalista con los elefantes como elemento principal. A mediados del siglo XII el estilo de Thap Mam vuelve a la exuberancia decorativa y aparecen los pechos de mujer como motivo ornamental y uno de los bestiarios más fantásticos del continente.
Visita a My Son. Este recinto sagrado que se enclava en un valle a 45 km al oeste de la que se dice es la ciudad más bonita de Vietnam, Hoi An, permaneció durante siglos en el olvido, cubierto por la selva, hasta que el francés Camil Paris lo redescubrió en 1889. Posteriormente, Henri Parmentier catalogó los restos utilizando una nomenclatura que sigue en uso actualmente. A pesar de que buena parte de sus esculturas más valiosas se trasladaron a diferentes museos, y la Guerra de Vietnam destruyó la mayoría de los 70 recintos identificados por los franceses, el lugar continua siendo un tesoro, y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Nuestra visita estuvo marcada por la lluvia de los dias anteriores, que dificultó el trayecto hasta el lugar y también la visita, además de ocultar el sol que sin duda realza los edificios cuando luce. Aun así, caminar entre las construcciones de ladrillo, a menudo ocultas por la vegetación, a un paso de que la selva vuelva a engullirlas, observar la gran cantidad de restos desparramados por el suelo, camuflados entre la hierba, aporta una curiosa sensación de descubrimiento y es una buena introducción para lo que nos esperaría en Angkor semanas más tarde.
La fundación se debió a Bhadravarman, quien edificó en el siglo IV un templo para el culto del dios-rey Bhadresvara, reconstruido en el siglo VII ya en piedra, tras sufrir un incendio, por Sambhuvarman. Es el actual templo B1. Todos los monarcas debían construir o restaurar un templo en My Son durante su reinado, de ahí la relevancia del lugar y su papel como centro espiritual de Champa. Hubo un breve paréntesis, en el que predominó el Budismo del Gran Vehículo y la capital religiosa se trasladó a Dong Duong. El arte cham vivió tras la restauración de la influencia hinduista una nueva época de esplendor en el siglo XI.
El grupo más importante en My Son es el B, compuesto de edificios construidos entre los siglos XII y XIII, aunque muchos resultaron muy dañados por los bombardeos estadounidenses. Destaca el B5, muy bien conservado, que es el koshagraha: una habitación con dos ventanas y bóveda de cañón; las apsaras de la fachada, sobre un loto en equilibrio sobre la cabeza de un elefante, y dos elefantes que abrazan un cocotero con sus trompas, encima de las ventanas.
El templo B3, dedicado a Skanda muestra una torre rectangular con tejado de tres pisos, y pilastras decoradas ricamente, mientras que la mandapa D1 acoge un pequeño museo con esculturas del yacimiento destacando un bajorrelieve de Shiva bailando.
El Grupo A se componía de 13 edificios, algunos eran de los más bellos de My Son, realizados en diferentes estilos, y fue arrasado durante el conflicto bélico con Vietnam del Norte. La pérdida más dolorosa en My Son fue la de la torre del kalam A1 que, después de casi mil años en pie, saltó por los aires en 1969 a causa de un bombardeo de Estados Unidos. Era, con sus 24 metros de alto, una obra maestra. En el centro aun se conserva un altar finamente tallado y, a semejanza del grupo B, el recinto también disponía de pequeños templos dedicados a los dikpalaka, los genios protectores de los puntos cardinales.
Antes de dejar My Son, os recomendamos que busquéis las ruinas del kalam H1, que se encuentran sobre un promontorio al que nosotros, por desgracia, no pudimos acceder, porque os van dejar unas vistas magníficas de todo el recinto arqueológico.
El Museo de Arte Cham de Da Nang fue construido en 1915 por los arquitectos Delaval y Auclair, siguiendo los planos de Parmentier e inspirándose en la arquitectura de los templos cham. Mas de 300 obras de piedra arenisca, terracota y bronce forman la mejor y más importante colección de arte procedente del Reino de Champa.
En la sala My Son, destacamos un fragmento del altar de la torre E1, de mediados del siglo VII, con ermitaños rezando, meditando o tocando instrumentos musicales y apsaras que hacen de atlantes. En esta sala también se encuentra una estatua de Ganesha hundiendo su trompa en un cuenco de dulces. Es la escultura cham completa más antigua que se conoce, y un bajorrelieve que representa a Vishnu descansando entre dos órdenes cósmicos.
En la sala Quang Tri se encuentra una curiosa representación de Shiva realizada en el siglo VIII, en la que aparece con bigotes y una indumentaria infrecuente. También podremos contemplar un bajorrelieve del siglo X que muestra un partido de polo, práctica que surgió hace dos mil años en Asia Central, probablemente en Persia, donde fue deporte nacional.
La sala Tra Kieu expone las piezas mas bellas de la colección. La más conocida es la bailarina Tra Kieu, adornada con cinturones sueltos y collares. En la misma sala, vemos una estatua de la diosa Laksmi que aparece sobre un friso con elefantes, caballos y leones. El centro de la estancia lo ocupa el altar Tra Kieu, una de las obras maestras del arte cham, que ilustra la vida del dios Krishna.
En el espacio Dong Duong se encuentra el arte del breve período budista de Champa, de un estilo único en todo el sudeste asiático. Destacaremos el bodhisatva Tara, en bronce, y el altar del templo principal con escenas de la vida de Buda. Finalizamos la visita con la sala que alberga ejemplos del último período artístico de los cham, el Thap Mam, cuando el arte se refina y aparecen esculturas de animales fabulosos.
Después de haber leido estas líneas solo os queda no olvidar visitar en vuestro viaje a Vietnam estos vestigios de la antigua civilización cham, y añadir, incluso, aquellos a los que nosotros no pudimos acercarnos, como las ruinas de Chien Dan y sobre todo las de Khuong My, sin señalizar, muy cerca de Tam Ky, donde seguro que os sentís como auténticos aventureros.
Que bonito poder ver lugares como este, y sentir que uno viaja al pasado. Nos alegramos por vosotros chicos. Un abrazo.
ResponderEliminarSin duda, Tiramillas; un viaje en el tiempo, gracias por la visita :)
EliminarNo hace mucho que caminamos por estas ruinas maravillosas que van, poco a poco reconstruyendo. Es un reportaje espléndido el vuestro, muy completo. Yo lamento no haber visitado los museos y tomo nota de las ruinas que mencionáis al final, porque no descarto volver algún día por esta parte de Vietnam. Hoi An me gustó mucho también.
ResponderEliminarTawaki Vietnam nos ha encantado también, y a veces no da tiempo a todo, de hecho siempre hay que dejar cosas que luego a la vuelta tal vez nos pese, pero es así. La vida del turista es elegir, y por ello renunciar. En cualquier caso, seguro que habrá más ocasiones. También nos gusto Hoi An, y se comía genial, por cierto.
EliminarCuando visite la zona me dijeron los guias que habian sido el equipo italiano que habian logrado reconstruir el "cemento" original a base de resinas de hojas de la zona desde luego biologico y no contaminante ademas de mas elastico que el de hoy dia se utiliza comunmente. .
ResponderEliminarMuchas gracias por el aporte, un dato ciertamente interesante, y muestra de que a veces lo más nuevo no es mejor... Saludos, y otra vez, ¡déjanos tu nombre! :-)
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