Siete Años de Blog. Siete Años, como nos gusta decir, Dando la Lata. Era la excusa perfecta para volver a realizar una escapada en busca de un nuevo mercado navideño. En esta ocasión elegimos Cracovia, Krakow, lo que nos permitía, además, añadir las tierras polacas a nuestro pasaporte viajero.
Cracovia nos ha permitido pasear por sus calles llenas de historia, que son, además, Patrimonio de la Humanidad, recorrer el viejo Kazimierz, verla desde lo alto del recinto del imponente Castillo de Wawel, viajar al centro de la tierra en busca de sus tesoros en forma de sal en la Minas de Wieliczka y sentir la desolación más absoluta en los campos de concentración de Auschwitz y Birkenau. Un viaje en el que, como sucede a menudo, algunos de los lugares en los que se depositan las expectativas más altas no llegan a cumplirlas totalmente y, por contra, lo inesperado cobra protagonismo. Esa será, sin embargo, otra historia.
Ahora nos centraremos en el objetivo de esta entrada, que es mostrar algo de la rica gastronomía polaca basada en una larga tradición agrícola y también condicionada por la climatología, en especial los fríos y prolongados inviernos que propician la elaboración de toda clase de encurtidos, conservas y ahumados, tanto de carne como de pescado.
Al haber visitado Cracovia durante el mes de diciembre, el mercado navideño en la Plaza Rynek Glowny, nos ha ofrecido una buena oportunidad de probar algunos de los más típicos platos de la cocina polaca. De camino al mercado casi lo primero con lo que nos encontramos fue una panadería, así que los paneros como nosotros, están de enhorabuena. El chleb, el pan, es en Polonia un arte. Tradicionalmente se elabora a base de harina de centeno, aunque los de semillas de sésamo, amapola o girasol, pasas y nueces son comunes, y siguen la tradición centroeuropea de dar al pan el tratamiento que merece y formando parte fundamental de cualquier comida.
Durante todo el año, aunque especialmente en el invierno las comidas comienzan con una buena sopa, zupa. Líquidas y ligeras, espesas y contundentes, en plato o dentro de un pan, son una manera excelente de combatir el frío y preparar el cuerpo. La zurek es una de las más populares y se elabora a base de caldo de pollo o ternera, panceta, cebollas, setas y lo que los húngaros llaman tejföl o crema agria. También se le añade kwas, una mezcla de centeno y agua que al fermentar le otorga a esta sopa su sabor peculiar.
Típica, aunque no totalmente original ya que también la podemos encontrar en otros países es la barszcz, muy similar a la borscht rusa, la sopa de remolacha, con un intenso color rojo. Su falta de consistencia nos sorprendió, a pesar de estar acompañada de unos raviolis de carne, llamados barszcz z uszkami. En la víspera de Navidad suelen servirse sin carne, rellenos de setas o col. En su lugar, también pueden servirse hojaldres rellenos de carne o repollo.
Un curioso nombre que a pesar de que pueda recordarnos al italiano tiene su origen en el eslavo arcaico, pierogi, se hizo muy popular durante nuestro viaje. Son los raviolis polacos. Una pasta rellena, en forma de media luna, rellenos de queso fresco, patata y cebolla, carne picada, chucrut o frutas. Se toman como aperitivo o incluso como plato principal porque prácticamente todos los restaurantes lo sirven, y su precio es realmente económico. En un país donde la carne tiene un gran protagonismo en la gastronomía, pueden ser una buena opción para los vegetarianos. De hecho, una variedad, tal vez la más popular, llamada pierogi ruski no lleva carne en su interior.
El mercado es también un buen lugar para probar los tentempiés más tradicionales, como la pizza polaca, zapiekanki, que en realidad es una baguette rellena de queso, setas y ketchup. Más original son los nalesniki, tortitas rellenas de frutas o queso fresco con mermelada, azúcar en polvo y crema agria. Como en gran parte de Europa, encontraremos pretzel y bagel, aunque en Cracovia tienen su propia creación, a medio camino entre las anteriores: los obarzanki. Dos trozos de masa entrelazados formando un anillo, con semillas de amapola y horneados. En general se supone que los obarzanki llegaron a Polonia con la gran migración de los Judios de Alemania durante el período de Casimiro el Grande (1333-1370). Sin embargo, pueden haber aparecido incluso doscientos o trescientos años antes, ya que un pretzel circular casi idéntico al bagel era conocido en la antiguedad clásica, e incluso aparece referenciado en la ilustración de un códice romano que se conserva en la Biblioteca Vaticana.
También pudimos catar la Kremóvka, el pastel popularizado por el omnipresente Juan Pablo II. Se compone de dos capas de hojaldre rellenas de nata montada, crema de mantequilla y vainilla. Una bomba calórica "divina". No hemos encontrado muchas pastelerías al estilo centro-europeo, aunque es cierto que son numerosos los bares y cafeterías que ofrecen pasteles, en especial tartas, y muchos tipos de chocolates, tal vez con exceso de nata, a los que resulta casi imposible resistirse. Una vez más, hay que observar a los locales e imitarles dejando de lado los agujeros del cinturón… Otra curiosidad que probamos fue el oscypek, un queso de oveja ahumado de los Montes Tatra, al sur de Cracovia. Desafortunadamente, lo probamos en el mercado navideño, pasado por la parrilla y servido con mermelada de arándanos. La experiencia gustativa suscitó opiniones diversas que iban desde la goma quemada al asfalto, pasando por algún calificativo más benevolente. Nos quedamos con las ganas de probarlo al natural, probablemente, mucho mejor opción.
Un viaje a Polonia sin probar sus típicas kielbasa, salchichas, no estaría completo. Al igual que buena parte del centro y este de Europa, se comen a todas horas, y vienen acompañadas de pan oscuro de centeno, mostaza y patatas cocidas. Las encontraremos de cerdo, buey e incluso bisonte. En el mercado varios puestos humeantes se disputaban nuestra atención. La kielbasa más popular es la Wiejska, de carne de cerdo, mejorana y ajo. En Cracovia existe una típica, la krakowska, aunque curiosamente no conseguimos probarla.
En cambio, sí encontramos un plato que, en opinión de algunos, es la quinta esencia de la cocina tradicional polaca, el bigos. Se compone de chucrut, col troceada, y carne de cerdo, de buey, caza, salchichas y bacon. Todos los ingredientes se mezclan y cuecen a fuego lento durante horas. Un proceso que se repite varias veces lo que intensifica el sabor de los ingredientes. Algo similar ocurre con la cassoulet francesa, que para nosotros gana por goleada en cuanto a sabor, textura y contundencia. El bigos que nos sirvieron en el mercado parecía huérfano de carne y el sabor fundamental era el de la col y el chucrut. Así que, aunque la recomendación general es probar el bigos en una fiesta popular o en un mercado (al necesitar días de elaboración los restaurantes no suelen ofrecerlo), tal y como hicimos nosotros, nos quedamos, en vista del resultado, con las ganas de hacerlo en un restaurante tradicional o, mucho mejor, en alguna celebración familiar.
En cuanto a las carnes, buey, pollo, pavo, pato o bisonte son comunes en las cartas, el rey indiscutible es el cerdo. Lo encontraremos en forma de codillo, golonka, cocido, servido con repollo y el rábano picante que ya nos impactó hace muchos años en Hungría, y que, al igual que el wasabi, puede hacer que vuestra experiencia gastronómica sea algo celestial o, por contra, os lleve a los infiernos. Las chuletas empanadas, o el lomo asado, son también platos muy apreciados.
¿Y que bebemos? La respuesta es fácil. Agüita, o lo que lo mismo, vodka. Al fin al cabo, y aunque a alguno le sorprenda, su origen es polaco, y para los polacos, los suyos son los mejores. encontramos una gran variedad de esta bebida. No se necesita excusa para llenar un kieliszek (vaso de chupito) y vaciarlo de un golpe. Aunque el más consumido es el czysta, claro, el abanico es inmenso. Nosotros probamos los aromatizados con cerezas, avellanas y miel. Nos quedamos con las ganas de probar el vodka del cazador, con un sabor similar a la ginebra. Aunque la estrella de nuestras largas y animadas noches cracovianas fue el zubrowka, el vodka del bisonte, aromatizado con hierba (una ramita en el interior de la botella lo acredita), de los famosos bosques de Bialowietza, donde pastan los bisontes, o, depende de la versión, donde se mean los bisontes...
Como ocurre en muchos países, la cerveza gana terreno a todas las bebidas, y aquí existen buenas cervezas locales, como Zywiec, Tyskie, Okocim, Lech... y, al menos todas las que hemos probado, son tipo lager, con gradaciones alcohólicas que van desde los 4'5 a los 14 de la Debowe.
Un recuerdo de la época socialista son los llamados bares de leche. En origen cafeterías que ofrecían una cocina sin carne, basada en productos lácteos. Eran muy baratos, pudiendo tomar una comida por cuatro euros. El espíritu de esos locales podeís vivirlo en el popular Gospoda Coco. Allí, una cantidad inusitada de sopa y un segundo plato, igualmente enorme, a base de carne, patatas y ensalada os costará menos de cinco euros. Buen ambiente, varios espacios que se distribuyen a modo de cavas bajo tierra, buena música, y la cerveza o el vodka a un euro son los argumentos para hacer un alto en este lugar.
También en Cracovia resulta obligado mencionar la cocina judía. El tradicional barrio de Kazimierz reúne un gran número de locales de comida kosher, en muchos casos animados por música klezmer (una vez más recuerdos de Hungría), y tradicional polaca que convierten la cena en un auténtico festín.
Na Zdrowie!
Otros viajeros que comieron y bebieron por allí...
Viajamosjuntos - Que Comer y Donde en Cracovia. Polonia
¡Por Dios! Estas Navidades penitencia y ayuno, con lo que habéis comido es suficiente para pasar el mes y sin hibernar, pero está muy bien todo lo que contáis, y las fotos abren el apetito.Un abrazo de bienvenida.
ResponderEliminarJajaja, creo que ya no hay remedio, Los Tiramillas, habrá que pasarse al caldito…. ;) ¡Abrazos!
Eliminarmuy buena y rica descripción de la comida (y bebida) polski, creo que he vuelto a saborear todos los platos leyendolo!!!!
ResponderEliminarJajajaj, Mónica menudo atracón entonces… :) Gracias por la visita. Bss.
EliminarMadre mía! si parece que os habéis pasado el viaje comiendo!! ja ja, vaya variedad de planos nos mostráis, todo con buena pinta, aunque yo el queso ese de oveja ahumado ni loca, bueno, ni ese ni ninguno. No soy muy dulcera, pero reconozco que los de vuestras fotos tienen buenísima pinta y lo que si me molaría mucho que es el pan, mmmm, casi lo huelo. Un saludito :-)
ResponderEliminarJajaja, Calíope y se quedan cosas en el tintero, no te creas. :) El pan… es una perdición, por toda Europa Central, que no se pierda… ¡Abrazos!
EliminarO sea, que Obélix era polaco ¿eh? Aunque un jabalí entero comparado con todo esto, me parece un tentempie, como ese trocito tan pequeñito de pan que muestra la señora en el mercadillo.
ResponderEliminarMadredelamorhermoso!!! Vale, ya sé por qué no hay apenas restaurantes polacos por el mundo ¡¡porque no caben!!
Si, si, Loquemeahorro, seguro que es por eso, jajajaja. La verdad es que las raciones eran para sentarse tranquilamente y decir, vamos, que tu puedes… Ufff.
EliminarWooooow ¡qué lindo leer sobre mi querida ciudad! :) ¡Ojalá volváis pronto!
ResponderEliminarSaludos desde Cracovia! :)
Seguro que será así, Olgaenespana, una ciudad preciosa. Nos encantó. :) Saludos!!
Eliminar¡¡¡Felicidades!!! Espero que sigáis muchos años más escribiendo y viajando. Cracovia fue un lugar maravilloso que tuve la suerte de conocer el pasado verano. Seguro que en invierno y con su mercado navideño...como puedo observar...posee un encanto aún más especial.
ResponderEliminarGracias por compartirlo...sin duda alguno he de volver.
La gastronomía polaca es maravillosa...eso si que lo probé estando allí...y sus helados!!!
Muchas gracias María, hemos visto imágenes de Cracovia en verano con el cielo azul, sol…, y nos parece preciosa. Es verdad que en época navideña tiene otro encanto, el frío, los mercados… Ahora toca intercambiar las épocas en las que hemos viajado y ver la otra parte, :) A nosotros los helados no nos apetecían mucho, jajaja, ¡necesitábamos algo más contundente!
Eliminar¡Un abrazo!
un saludo y mil gracias por recordarme la maravillosa cocina polaca, sabes como se llama un guisado que se sirve en cazuela de barro y que la tapadera es masa de pan?
ResponderEliminarHola Raquel, creo muchos platos de carne se presentan de esa forma, incluso dentro de una hogaza de pan. Creo que el nuestro era un bigos, :) ¡Saludos!
EliminarPodría ser sopa de cebolla o zurek con kielbasa...
EliminarEse es uno de los platos que se presenta así, efectviamente.
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