A orillas de Mediterráneo, en la cala de Portlligat, Cadaqués, con el mar cambiante a sus pies, encontramos parte del universo de Salvador Dalí.
Nada más traspasar la puerta de la Casa Museo Dalí tenemos la sensación de encontrarnos en terreno inestable, como si hubiéramos abandonado la seguridad y la firmeza de la tierra firme, la realidad, para aventurarnos en las aguas profundas de la mente, la otra realidad.
Emile Zola, en 1866, definió la obra de arte como el resultado de la síntesis de un elemento fijo, la naturaleza, y un elemento variable, el hombre. Dentro de la evolución de los movimientos artísticos que buscaban el equilibrio entre ambos elementos, el dadaismo apostó por reducir a polvo todos los valores establecidos, tanto estéticos como sociales.