Gorbea, Gorbeia en euskera, es el mayor Parque Natural de los nueve lugares así calificados que tenemos en Euskadi y también es el lugar perfecto para pasar un fin de semana de auténtico mindfulness en plena naturaleza.
A lo largo de dos artículos visitaremos algunos de los lugares más emblemáticos de Gorbea, sus tradiciones, mitos, leyendas y tradiciones.
En esta primera parte nos centraremos en el municipio de Orozko y su valle, situados a menos de una hora de Bilbao. En uno de sus barrios, Urigoiti, al pie del macizo de Itxina, se encuentra el que ha sido nuestro campamento base durante el fin de semana, la Casa Rural Etxegorri. En una segunda entrada, nos calzaremos las botas para recorrer el macizo del Gorbea, sus cuevas, hayedos, o saltos de agua que salpican el parque natural.
Casa Rural Etxegorri
Etxegorri es un lugar donde nada más llegar nos damos cuenta de que el tiempo allí transcurre diferente, más pausado, y, de hecho, una buena colección de relojes y las palabras de uno de sus antiguos dueños nos indican que aquí “es la hora que tu decides que sea”.
Tras una buena caminata, de vuelta a Etxegorri, nuestra casa para este fin de semana, la pequeña entrada acristalada, permite que no se escape el calor y nos invita a descalzarnos después de una jornada de monte, y disfrutar de la amplia zona de estar hasta la hora de la cena. Es un espacio en el que apetece quedarse a leer un buen libro, al calor de una estufa de leña, si es tiempo de frío.
Algo que nos gusta mucho es que hacen gala de promover el slow travel, con tiempo para comprobar qué tipo de huéspedes somos y qué recomendaciones son las que necesitamos. Una punzada de nostalgia nos invade al ver que para darnos indicaciones tienen un viejo mapa que también está en nuestra biblioteca...
Una de las imagenes mas bellas que nos dejó el fin de semana fue el mar de nubes que, al amanecer, cubría el fondo del valle y poco a poco se iba disipando a medida que ascendía hacia Urigoiti. Una vista hipnótica que contemplábamos desde el balcón de nuestra habitación, a pesar del fresquito. Nos resultaba fascinante que, a pesar de encontrarnos a apenas media hora de nuestra casa en Bilbao, nos invadiera la sensación de hallarnos muy, muy lejos.
Desde 2015 la casa rural Etxegorri cuenta con Ecoetiqueta Europea, por eso no sorprende que entre la información que facilitan se encuentre un decálogo de buenas prácticas ambientales que repasa las acciones que el establecimiento realiza para ser merecedor de esa ecoetiqueta, además de recomendar al visitante una serie de acciones en pro de un turismo responsable. Un compromiso que es un motivo más para optar por este espacio.
La gastronomía que nos ofrecen se basa en productos locales, cercana a la filosofía KM 0, con un completo desayuno, café preparado como antiguamente, con un punto de achicoria, zumos detox y que incluye pequeños cambios cada día; la cena, que hay que solicitar con antelación, muestra el gusto por los productos de la zona y de temporada; crema de calabaza y ternera con pimientos, con un pastel vasco que, este sí, sabe a mantequilla.
Las verduras y hortalizas son de producción propia, al igual que las carnes de vacuno y el cordero; la carne de cerdo y los embutidos proceden de animales criados en libertad. Todo aquello que no cultivan o producen, lo adquieren directamente a los productores, en un esfuerzo por favorecer la economía local. Incluso los pellets que se utilizan para la caldera central cuentan con certificado de explotación forestal sostenible.
Un paseo por Orozko
Orozko se encuentra en el extremo sur de Bizkaia y su término municipal, formado por numerosos valles y subvalles, ocupa el segundo lugar de la provincia en extensión. La muralla de Itxina es uno de sus lugares más característicos. La presencia humana en la zona se remonta al Neolítico, y siempre ha estado ligada al macizo del Gorbeia. Tal vez debido a su orografía, Orozko vivió buena parte de su historia por libre, controlando el acceso a su territorio mediante puentes y torres de peaje; seiscientos años pasaron hasta su plena integración en Bizkaia, ya que desde el siglo XII y hasta 1782 dependieron de la casa de los Ayala.
Incluso hoy día parecen seguir viviendo aparte, a pesar de estar junto a las autopistas y próximo a las capitales de las provincias. El nombre de Orozko deriva de la familia más prominente del valle hace un milenio, los Orozko, aunque su linaje se ha perdido, y nada queda de su casa solariega. No obstante, en el barrio de Jauregi los indicios son suficientes como para situar en él las raíces de la saga familiar.
El pastoreo, la obtención de carbón vegetal y de hielo, así como las actividades de las ferrerías fueron las que ocuparon el centro de la economía de la localidad, hoy reemplazadas por la explotación forestal y las actividades ganaderas.
La importancia de Orozko se plasma en que para el siglo XII ya eran seis las iglesias parroquiales que se encontraban aquí, y algunas de ellas, como San Bartolomé de Olarte o San Lorenzo de Urigoiti, aun conservan restos románicos. Tras una historia azarosa, el Beaterio del barrio de Ibarra, de 1573, aún se mantiene, con usos más diversos.
Las ferrerías propiciaron una importante transformación del territorio y facilitaron la construcción de algunos edificios singulares que podemos ver todavía hoy, como la Torre de Aranguren del 1500 que, a pesar de su aspecto, con elementos militares como las troneras, parece más bien un palacio renacentista; Olabarria, del siglo XVI que conserva la ferrería convertida en molino; Torlanda, del siglo XV, desmochada hace tiempo. También se conservan algunos caseríos de los siglos XVI al XVIII.
En Orozko, los caseríos más bellos se encuentran en los barrios altos. Uno de estos, situado en la parte alta del rio Atxuri, es Urigoiti, donde se encuentra la Casa Rural Etxegorri, representa la postal de Orozko: un pequeño conjunto de caseríos como Muneko Goikoa del siglo XVI, situados alrededor de la Iglesia de San Lorenzo, con la muralla de Itxina al fondo. En el centro de Orozko, la Plaza Mayor cuenta con el Ayuntamiento de 1750 o el Palacio Legorburu del XVIII, hoy Museo de Orozko.
El museo de Orozko es una buena forma de complementar, conocer y entender las costumbres de la zona, la organización social del valle, la religiosidad, las leyendas y creencias populares... Encontramos información sobre los comienzos de la industrialización con el uso de los molinos harineros y las ferrerías. Desde el siglo XIII o XIV la implantación de las zarraolak o ferrerías hidráulicas que utilizan el río como fuente de energía, permiten, hasta el siglo XIX el desarrollo de la industria. Los oficios de la vida cotidiana, como los herreros, los carpinteros y leñadores, la obtención de carbón y la construcción de neveros para la producción de hielo, cuentan también con un espacio en las salas del museo.
Junto a esas actividades, aparecen muy documentadas las ligadas al ciclo agrícola, con el calendario de los doce meses del campo; la obtención y elaboración de la miel; la producción de quesos; la tradición y elaboración del pan (famoso incluso hoy en dia); el pastoreo, fundamentalmente de las ovejas, que permiten la obtención de leche, queso y lana se encuentra muy bien documentada. Incluso podemos ver la reproducción de una de las moradas de los pastores, la txabola.
Y es precisamente esta recreación, la que nos recuerda una anécdota de adolescentes; pasábamos la semana en Gorbea para hacer ascensiones y tocar los buzones que, antes de las redes sociales, atestiguaban que habías hecho cima, y mientras varios amigos discutían sobre la mejor forma de cocinar unas alubias en el refugio donde nos alojábamos, huir hasta la txabola de un pastor y compartir queso y conversación fue una experiencia genial. Entonces no sabíamos que uno de los atractivos turísticos del futuro sería convertirse en “pastor por un día”.
Ha sido una sorpresa la cantidad de información que hemos recibido en el Museo de Orozko, que acoge también la oficina de turismo, sobre todo tipo de rutas por Gorbea, y en especial de bicicleta de montaña, preguntad por las variantes y opciones, os van a sorprender.
Fiestas, mercados y la ternera terreña
Una buena forma de revivir tradiciones es visitar las Ferias y Mercados, así que nos vamos al de Santa Lucía en Orozko, con la curiosidad de presenciar el concurso de ternera terreña, una raza autóctona, donde los ganaderos presentan sus mejores ejemplares, con puja de novillos incluida. Observamos la costumbre del regateo, los corrillos en los que a veces se forja un acuerdo inicial; esta vez nos informan que la puja fue limpia, sin acuerdos previos, y muy animada por lo que vimos; el precio máximo por un ejemplar llegó a los 2500€... menos mal que no nos dejamos llevar, jejeje.
Nos llamó mucho la atención el visible nerviosismo de los animales, poco acostumbrados a quedarse quietos ante el público (curiosamente betizu, otra de las razas de la zona, significa vaca huidiza). La raza terreña es la protagonista en esta ocasión, aunque en Orozko y alrededores también crían Pirenaica, y después de ponernos al final de una gran cola de entusiastas carnívoros podemos degustar una sabrosa hamburguesa que ganaderos de la zona preparan con mucha menos grasa de lo habitual.
Si habíamos resistido la tentación de participar en la puja, lo que ya no podemos dejar de hacer es catar y comprar en los puestos chorizos de Orozko, los mejores en el puchero, queso, miel de la zona, y txakoli también de Orozko, con un sabor muy peculiar que nos trajo a la memoria notas del tokaji húngaro.
No puede faltar en el mercado el talo, ver como lo preparan nos asegura que saben lo que se hacen, estas tortas de pan de maíz tienen que estar bien amasadas, bien hechas, ya que si se quedan crudas el estómago se quejará, y como nos dijo hace tiempo Luis Azillona, del molino Errotabarri de Mungia, del tamaño adecuado, pequeño, “talo grande no es talo, es pizza”.
Un día para disfrutar entre amigos, de la coral, las danzas y deportes vascos, con los aizkolariak (cortadores de troncos) como el atractivo principal. Nos llama la atención el lanzamiento de saco, que no habíamos visto hasta ahora. Todas las actividades se encuentran muy unidas a los oficios, y al sector primario, tan característico aquí, ganaderos y agricultores están muy presentes en este fin de semana.
En esta fiesta de invierno en Orozko encontramos mucha tradición, con algunos juegos del siglo pasado en la plaza, donde lo digital es equivalente a manual para asombro de los acostumbrados a las consolas, y todo el pueblo unido para la fiesta, las cuadrillas se juntan para comer y cuesta encontrar sitio. Tenemos la suerte de encontrar un hueco en el Restaurante Arrugaeta y disfrutar de los exquisitos hongos y una merluza melosa, que ofrecen en medias raciones, algo que agradecemos puesto que el picoteo en el mercado no dejaba sitio para más, habrá que volver, los postres tenían una pinta...
Terminamos nuestro fin de semana en Etxegorri, la Casa Roja. Su nombre deriva del lugar sobre el que se asienta, expuesta al frío viento del noreste, que en euskera se conoce como haize gorri, el viento rojo y, curiosamente también como matacabras... Por fortuna, las gruesas paredes de piedra de Etxegorri y el calor de la lumbre convierten a esta casa rural en un refugio donde siempre apetece quedarse un poco mas.
Agradecimientos
Estas experiencias sido posibles, en parte, gracias a la colaboración de Xarma Hoteles y Casa Rural Etxegorri
El Guisante Verde Project mantiene todo el control editorial del contenido publicado.
Un sitio ideal para el slow travel. ¿Habéis hecho un curso de mindfulness?
ResponderEliminarMe recuerda nuestro paso por el Valle de Baztán. Otro lugar especial.
Hola María, es verdad, es un lugar perfecto para desconectar, igual que el Baztan, claro que sí. Mindfulness..., creo que lo llevamos practicando desde antes de que se llamara así, jajaja.
EliminarEl primer barco en que navegué pertenecía a la Naviera Gorbea, me ha traído buenos recuerdos. El fin de semana pasado estuve en Vizcaya, qué maravilla el mercado de Gernika. Saludos viajeros
ResponderEliminarPaco Piniella ¡que cosas! El mercado de Gernika es toda una tradición; una buena elección, sin duda.
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