La ciudad de Lucerna es una de las muchas joyas que Suiza guarda celosamente entre sus montañas. Es conocida, entre otros motivos, por su bellísimo puente medieval cubierto, el Kapellbrücke, por ese homenaje a la lealtad que es el Löwendenkmal, el monumento del león, y también por su ubicación, sobre el Lago de los Cuatro Cantones, el segundo más grande del país, bajo la atenta mirada del Monte Pilatus, siempre presente en el horizonte de la ciudad...
Dejaremos, sin embargo, para otra ocasión, el paseo por las viejas calles empedradas de esta ciudad donde el 1 de agosto de 1291 nació, de facto el Estado Helvético.
Un recorrido donde abundan los rincones, las plazas, pequeñas casas de colores, fachadas con detalles insólitos y el sonido de las aguas del rio Reuss fluyendo furioso bajo los puentes, aunque en ocasiones es eclipsado por el del alphorn, ese largo tubo de madera con un final acampanado hacia arriba, y que en la antiguedad se utilizaba para comunicarse en la distancia.
Un recorrido donde abundan los rincones, las plazas, pequeñas casas de colores, fachadas con detalles insólitos y el sonido de las aguas del rio Reuss fluyendo furioso bajo los puentes, aunque en ocasiones es eclipsado por el del alphorn, ese largo tubo de madera con un final acampanado hacia arriba, y que en la antiguedad se utilizaba para comunicarse en la distancia.
Ponemos nuestra mirada en esa montaña, a menudo rodeada de nubes alrededor de su cima, hogar, según las leyendas, de dragones y, también, última morada de un personaje infame, Poncio Pilato... Efectivamente, desde mucho tiempo atrás, las gentes de la zona pensaban que el pequeño lago del Monte Pilatus era responsable de las terribles tormentas que de tanto en tanto les azotaban, ya que cada Viernes Santo, el fantasma de Poncio Pilato, cuyo cuerpo terminó aquí tras pasar por el Tiber y el Ródano, se levantaba de entre sus aguas para lavarse la sangre de Cristo que manchaba sus manos.
Por si no bastaba con la presencia de fantasmas, ya en la Edad Media se creía que el Monte Pilatus estaba habitado por dragones con poderes curativos. Así, fueron documentandose hechos extraordinarios que corroboraban ese hecho, como aquel granjero que, en 1421, vio como un gran dragón se posó tan cerca suyo que se desmayó de la impresión. Al volver en si, tenía un pequeño grumo de sangre coagulada en el lugar del golpe, y junto a el, una piedra de dragón, cuyas propiedades curativas se certificaron oficialmente en 1509.
Por si no bastaba con la presencia de fantasmas, ya en la Edad Media se creía que el Monte Pilatus estaba habitado por dragones con poderes curativos. Así, fueron documentandose hechos extraordinarios que corroboraban ese hecho, como aquel granjero que, en 1421, vio como un gran dragón se posó tan cerca suyo que se desmayó de la impresión. Al volver en si, tenía un pequeño grumo de sangre coagulada en el lugar del golpe, y junto a el, una piedra de dragón, cuyas propiedades curativas se certificaron oficialmente en 1509.
Incluso hay documentados avistamientos colectivos, como el de la mañana del 26 de mayo de 1499, cuando, tras una gran tormenta, un enorme dragón se levantó de las aguas del río Reuss frente a la Iglesia de la Compañia de Jesús, en pleno centro de Lucerna, a donde llegó problablemente arrastrado por el rio Krienbach desde el Monte Pilatus.
Lo cierto es que estos y otros relatos han hecho que desde entonces los Dragones del Pilatus hayan sido venerados por su buen carácter, y, tal como encontraréis escrito en el camino que atraviesa sus grutas, cerca de la cumbre, en algunas ocasiones, cuando la Luna juega al escondite detrás de las nubes, una sombra gigante sobrevuela su cara.
Entonces, tal vez los visitantes del Monte Pilatus logren captar el débil sonido que produce el batir de unas alas de piel y, si esto sucede, puede que un leve rastro de polvo con poderes benéficos se deposite sobre ellos, convirtiéndoles en personas realmente afortunadas.
Entonces, tal vez los visitantes del Monte Pilatus logren captar el débil sonido que produce el batir de unas alas de piel y, si esto sucede, puede que un leve rastro de polvo con poderes benéficos se deposite sobre ellos, convirtiéndoles en personas realmente afortunadas.
La visita al Pilatus la realizamos siguiendo lo que se denomina Circuito Dorado, una excursión de día completo y que comienza en barco. El trayecto desde Lucerna hasta Alpnachstad, a través del lago y rodeados de montañas, nos deja paisajes de postal.
Nada más desembarcar nos subimos al tren cremallera histórico más empinado del mundo, con rampas de hasta el 48%, y por lo que vimos, también debe ser de los más abarrotados. Hay que estar rápido para poder colocarnos, aunque sea de pie, junto a una ventana, y poder ver el sinuoso trazado, los puentes sobre auténticos abismos, y las montañas que parecen cada vez más altas...
Una vez arriba quedamos fascinados por el paisaje a nuestro alrededor. Obviamente, hay que intentar realizar esta excursión en un dia lo más despejado posible, ya se encargará el Pilatus de mostrarnos lo que significa el concepto de nubes de evolución.
A nuestro alrededor, montañas hasta el infinito, el Lago de los Cuatro Cantones, y caminos, con tramos excavados en la roca, que sobrevuelan los precipicios, dejándonos panorámicas realmente fabulosas.
El Pilatus es, también, un paraíso para los botánicos, donde estudiar la frágil flora alpina, y para los que no somos expertos, los suizos, algo que nos dejó asombrados, se encargan de colocar, junto a cada especie, su correspondiente cartel explicativo. Una labor que realiza la asociación Pilatus Pro, con casi setenta años de historia, y que podéis apreciar en el llamado Flower Trail. Por cierto, debéis tener en cuenta que la flora alpina está protegida, por lo que solo os podéis llevar imagenes como recuerdo.
A nuestro alrededor, montañas hasta el infinito, el Lago de los Cuatro Cantones, y caminos, con tramos excavados en la roca, que sobrevuelan los precipicios, dejándonos panorámicas realmente fabulosas.
La vuelta desde el Pilatus la realizaremos mediante el teleférico panorámico, aunque en realidad son tres tramos diferentes, no muy recomendable si tenéis vértigo, aunque el panorama es una maravilla y pronto os hará olvidar cualquier otra sensación que no sea la de disfrutar del recorrido sobrevolando los árboles y del horizonte que se abre ante vosotros.
Nosotros subimos al Pilatus durante el día, no fue posible hacerlo por la noche, aunque tal vez, mientras recorríamos el Dragon Trail, mezclado con el sonido del viento, escuchamos otro, como un batir de alas que se acercaba y alejaba, y desde luego, nos sentimos muy afortunados al poder estar allí.
Viaje a Suiza. Entradas Relacionadas
Todas Nuestras Entradas sobre Suiza
Lo tengo al lado de casa, como quien dice, y ya lo he visitado en varias ocasiones, algo de lo que nunca me canso, porque cada vez es diferente. Una excursión muy recomendable siempre que el día esté despejado, que es cuando realmente merece la pena.
ResponderEliminarEl recorrido en barco por el lago, ya sea volviendo de alguna excursión o por el simple gusto de navegar es precioso.
Tawaki, no podemos estar más de acuerdo con lo que dices. Un privilegio tenerlo tan cerca.
EliminarPasada de sitio!. La primera foto parece de cuento.
ResponderEliminarSaludos
A menudo nos ha ocurrido eso al ver los paisajes de Suiza, Mikel, y gracias por la visita, ;.)
EliminarHola! Linda narración. Me gustó el enfoque de cuento. Mañana viajamos para ahí aunque vamos a ver un paisaje muy diferente.
ResponderEliminarSaludos!
Hola Pablo, gracias, nos alegra que te gustase. Efectivamente, os encontraréis un paisaje bien distinto, aunque lo imagino espectacular si está cubierto de nieve. ¡Que lo disfrutéis! ¡Saludos!
EliminarYo quedé maravillada del paisaje y las historias
ResponderEliminarSin duda, es uno de esos lugares que se quedan en la memoria. ¡Gracias por comentar!
Eliminar