Cuesta elegir al llegar a la ciudad de los canales. Son tantas las ensoñaciones que acuden a nuestra memoria en nuestra vuelta a Venecia: Barbarroja arrodillándose ante el Papa en la Basílica de San Marcos, el Gran Canal convertido en teatro y decorado para recibir visitantes ilustres, las condenas a muerte anunciadas entre dos columnas del Palacio Ducal, la diosa Fortuna girando en función del viento en lo alto de la Punta de la Dogana...
Venecia es una ciudad hecha para el exceso, no en vano sus habitantes viven sobre el agua en 118 islas, y Palladio dibuja su perfil con grandes volúmenes en las iglesias del Redentor y San Giorgio Maggiore.