Bergen, la puerta de entrada a los fiordos de Noruega, parece un decorado listo para recibir al viajero que llega por mar; en el muelle, los vendedores de pescado y marisco van a tentarnos con salmón, bacalao, cangrejo.., aunque es la hilera de casas de madera de Bryggen, el antiguo barrio de comerciantes de la Hansa, hoy Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la imagen más conocida de la ciudad noruega, la que parece posar para nuestras cámaras.
Los tejados en punta, y las fachadas con sus fuertes colores, tan pegadas unas a otras que parece van a inclinarse juntas, nos dan la bienvenida a Bryggen. Desde este barrio los comerciantes de la antigua Liga Hanseática dominaron el comercio del bacalao y el trigo durante siglos. Siguiendo la línea del muelle encontramos el Hakonshallen, el pabellón construido por el rey Haakon Haakonsson.
Fue él, Hakon IV, quién puso fin a un siglo de enfrentamientos dinásticos que habían consumido las fuerzas económicas y demográficas de Noruega, y logró una paz con la que afrontar la regeneración del reino. Su labor reformista se dirigió contra las leyes feudales que mermaban el poder real, normalizó las relaciones entre la corona y la iglesia, y fomentó los tratados comerciales. Entre ellos, el de 1250 con la ciudad alemana de Lubeck, que llegaría a ser conocida como "La Reina de la Hansa".
El término hansa, que inicialmente designaba a una pequeña cooperativa mercantil, aparece en 1161 en la ciudad germana de Wisby. Poco a poco, los comerciantes alemanes de diversas ciudades fueron creando agrupaciones con la intención de comerciar, en condiciones ventajosas, tanto en el Báltico como en el Mar del Norte.
Firmaron acuerdos que les conferían el control de rutas comerciales, privilegios especiales, derechos sobre el comercio y exención de peajes. La primera Hansa nació en 1281 impulsada por las ciudades de Lubeck, Hamburgo, Wismar y Rostock, para culminar con la unión de todas las asociaciones hanseáticas en la Liga Hanseática, fundada oficialmente en 1356.
En el puerto de Bergen, la Liga disponía de una de sus oficinas, y los mercaderes hanseáticos estaban confinados en un barrio exclusivo, el Bryggen; allí no podían alojar a sus familias e incluso el contacto y los intercambios comerciales con la población local estaban muy restringidos.
Hablaban su lengua natal, lo que tuvo mucha influencia en las regiones costeras del Báltico, ya que el lenguaje comercial y el derecho se germanizaron. Sin embargo, el mestizaje era inevitable, como lo demuestran los sepulcros de los delegados locales de la Hansa enterrados en el cementerio junto a la iglesia románica de Mariakirken, así como muchos apellidos de origen alemán en la población actual.
El poder económico de los comerciantes alemanes no dejó de crecer, y pronto la Hansa intervino en la política. Su principal arma era el boicot a un puerto o una región, aunque tampoco dudaron a la hora de emplear la fuerza militar, contra los piratas o los países que se le oponían con más fuerza, como Dinamarca.
Callejear hoy por el antiguo Bryggen sólo nos permite hacernos una mínima idea de la vida de estos poderosos teutones, calles estrechas, la amenaza continua de los incendios que en los tiempos medievales podían suponer la ruina de una ciudad, la maestría heredada de los vikingos al utilizar los árboles como arbotante, viga y soporte natural de los edificios.
Detrás de ese muro de colores que se alza frente al puerto, las casas se extienden formando patios interiores, callejones, una intrincada red de comunicaciones entre las viviendas. Lo cierto es que hoy el conjunto es una animada zona para turistas, con tiendas de artesanía y regalos, en la que sobrevive el primer restaurante de la ciudad.
Es necesario visitar el Museo Hanseático para hacer un viaje en el tiempo, además de los mapas, monedas, escritorios… lo cierto es que son las habitaciones con sus camas empotradas, como si de un armario se tratase, las más elocuentes, y nos hablan de una comunidad de hombres amontonados como en los camarotes de un barco. Algunas nos parecen diminutas y asombra saber que dormían casi sentados... ¡por miedo a ser confundidos con un "cadáver"!.
Lo que de verdad nos da una idea del poder de la liga Hanseatica es el edificio comunal, Schostuene, donde observamos la gran cocina, las salas para fiestas y reuniones, el espacio de las discusiones, las decisiones, las intrigas...
Al salir de nuevo a la calle, no dejábamos de mirar al puerto con la tentación constante de los barcos que salen hacia Sogne, el fiordo más largo de Noruega, o el Expreso de la costa, el Hurtigruten que nos lleva hasta Tronheim, destino de peregrinación desde la edad media, a través del Camino de Nídaros, aunque ese es ya otro viaje…
Bergen, situada entre siete verdes montañas, por lo general una ciudad lluviosa, aunque nos ha regalado unos días espléndidos. Bergen y el bacalao noruego, un funicular y una red de senderos que las familias recorren los fines de semana..., ¿cómo no iba a gustarnos a los de Bilbao?
Agradecimientos
Este viaje ha sido posible gracias a la colaboración de la Oficina de Turismo de Noruega - Visit Norway
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Fantástica y acogedora ciudad, Bergen.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Si que lo es!JR Álvaro Gonzalez, y con opciones para todos, diurnas,nocturnas.. hay que volver, un abrazo ;-)
EliminarHola Guisantes!!!
ResponderEliminarBonito lugar parece Bergen. Estuvimos a puntito de ir a Noruega este año, pero finalmente como sabes nos decantamos por dos ciudades hermanas, Copenague y Estocolmo.
Excelente post, guisantes!!!
Abrazos,
Antonio Ruiz, nada, nada, la próxima vosotros a Noruega y nosotros a Estocolmo ¿hace?, un abrazo ;-)
EliminarGrandes recuerdos me habéis evocado de mi paso por allí :D
ResponderEliminarSeguro, Pau,ya sabes la envidia con la que te escuchabamos hablar de Noruega, :P
EliminarMe encantan esas casas! Cada vez que veo algo de Bergen me trae muy buenos recuerdos, como todos los países nórdicos!
ResponderEliminarLo cierto Maria-Lugares que visitar es que ese es el icono que tenemos en la mente al pensar en Bergen,aunque las casas de Stavanger también nos gustaron mucho. Tendremos que recorrer más para comparar, ¿verdad?.
EliminarUn saludo ;-)
Siempre que veo ciudades del estilo de Bergen, me hacen pensar que realmente son pueblos o ciudades de cuento y que no existen, tan perfectas, tan coloridas, con ese verde alrededor, una auténtica pasada :)
ResponderEliminarJajaja,José Carlos DS lo cierto es que nos hizo un tiempo increíble y parecía que la ciudad posaba para nosotros. Tuvimos que luchar contra la tentación de perder el vuelo y quedarnos ;-)
EliminarEs un artículo excelente, dan ganas de sumergirse a través de las fotos y pasear entre las calles de esta preciosa ciudad. Gracias por el aporte
ResponderEliminarGracias a ti Helena Fernandez, lo cierto es que cuando pasa un tiempo y volvemos a las fotos, apenas creemos que ha sido verdad. Un saludo ;-)
EliminarBonitas fotos de Bergen,las del museo son preciosas, la de las cocinas con los mismos pucheros que antiguamente usaban en Galicia colgados de la angarela y la garmalleira sobre el fuego de leña.:)
ResponderEliminarNos encanta Los tiramillas recuperar todas esas palabras que se pierden en el lenguaje cotidiano.En noruego estña un poco más difícil, jejeje. Bergen es una ciudad amable para el visitante, y, si, el museo es para perderse un rato. ;-)
EliminarQué ganas de conocer Noruega... ¡Y Bergen es una ciudad de cuento! Un abrazo, pareja :D
ResponderEliminarNada, nada Marta animaté, por mucho que uno haya oído hablar de las noches blancas, lo cierto es que la luz hipnotiza y con estas vistas no te quieres ir a dormir. Un abrazo ;-)
EliminarYo subí en el funicular, pero hacia muy mal tiempo, lluvioso y casi sin visibilidad, me encanto el gnomo gigante. La pena es que es un sitio muy, muy caro. un saludo
ResponderEliminarCarlos Javier Vazquez, si que hemos tenido suerte, si. El gnomo gigante y las esculturas de madera que hay en el camino, subimos en funicular y bajamos andando, hacen las delicias de niños y mayores, como una señal que prohibe el paso a las brujas, jeje. Un saludo ;-)
EliminarBergen es uno de los sitios que estoy deseando visitar, pero por ahora los países nórdicos se nos han resistido, aunque ya digo que no es por falta de ganas. La imagen de las casas de colores del puerto me encanta, pero veo que aparte tiene mucho más atractivos. El museo me parece estupendo. Genial entrada, enhorabuena guisantes! un saludo :-)
ResponderEliminarGracias, Calíope Lo cierto es que a nosotros también se nos resisten los países nórdicos. Esto fue un auténtico regalo, y una aproximación, porque nos quedamos con las ganas de todo! :)
EliminarSaludos!
Más vale tarde que nunca... Ahora veo este post y me ha traído muy buenos recuerdos. Me alegro de haber encontrado el edificio comunal!! :)
ResponderEliminarUn abrazo
Eva Paris los buenos recuerdos no caducan, jejeje. Un abrazo ;-))
Eliminargenial post chicos. esta claro que aqui se jugaban en "grandes ligas" en términos mercantiles. gracias a eso esta ciudad es lo que es. preciosa, con encanto y con todo lo necesario para triunfar.un saludo.
ResponderEliminarGracias Maria Grau tu lo has dicho, grandes... ese poder se siente, se toca en estos espacios. Habrá que volver ¿verdad? ;-))
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