El Synshorn se encuentra casi en el centro de la preciosa región de Valdres, Noruega, en la ruta escénica Valdreflye. Allí podemos contemplar buena parte de la esencia natural y cultural que define Noruega. Valles, lagos, el espectacular Parque Nacional de Jotunheimen, con rutas senderistas como la vertiginosa Cresta de Besseggen, una de las más concurridas de Noruega, la ruta ciclista Mjølkevegen, granjas de montaña, o las típicas iglesias de madera.
La subida al Synshorn es una de las caminatas más populares de la zona. El nombre nos dice que se trata de un pulgar alto, con forma puntiaguda, que recuerda a un cuerno (horn), un término que en Noruega se aplica con frecuencia a los picos montañosos; además, nos da una pista sobre la recompensa que tendremos al ascenderlo, ya que, syn, se refiere a la vista, al panorama, que tendremos desde la cima.
El pico se alza hasta los 1475 metros de altura, lo que, sin ser especialmente reseñable, nos proporciona unas vistas inmejorables del lago Bygdin, sobre el que se levanta, y también del lago Vinstre, más pequeño, hacia el este. Estos dos lagos son los de mayor tamaño que tenemos a la vista, aunque nos rodean decenas de ellos y muy próximo a nosotros se encuentra el fiordo más largo y profundo de Noruega, el Sognfjord.
Desde lo alto del Syshorn, casi frente a nosotros se encuentra el Bitihorn, que se eleva por encima de los 1600 metros y es otra de la ascensiones más frecuentadas de este enclave situado al sur del Parque Nacional de Jotunheimen, que también podemos contemplar, a nuestra espalda, en la distancia.
Se trata de un sendero que, a pesar de que asciende de forma constante y gana altura con rapidez, lo hace de forma gradual, superando un desnivel positivo de 450 metros. Esto, unido a la corta distancia del recorrido, algo más de 5,5 kilómetros en total, lo hace accesible para la mayor parte de senderistas. El tiempo necesario para completar la ruta siempre es subjetivo pero, creemos que alrededor de dos horas y media, da para llevarnos buenos recuerdos en la cámara y tomar un tentempié.
El sendero está bien señalizado y es relativamente sencillo, discurriendo por paisajes de montaña abiertos, sin bosque, y tramos rocosos, también de gravilla y algunos riachuelos que siempre llevan agua.
Desde finales de la primavera hasta principios del otoño es la época más apta si no se tiene experiencia en caminar por la nieve, aunque incluso en julio encontraremos neveros. En cualquier caso, en un día despejado o con buena visibilidad, la falta de arbolado hace sencillo orientarse y aunque a veces la señalética sea muy sutil, no tendremos dificultades para encontrar un sendero que nos lleve hasta la cima.
Las condiciones climáticas son, en general en toda Noruega, bastante cambiantes, también durante el verano. Así, si tenés suerte, podréis contemplar todas las estaciones en un solo día. Nosotros salimos de Oslo y llegamos al comienzo de la ruta con sol radiante; a media altura aparecieron algunas nubes y al llegar al buzón de la cumbre el cielo estaba casi totalmente cubierto, soplaba un viento huracanado y amenazaba con destarse una de esas tormentas nórdicas que son un espectáculo precioso..., para ver a cubierto.
Afortunadamente, apenas nos cayeron cuatro gotas, las nubes empezaron a disiparse y aparecieron colores de atarceder, a pesar de aun quedaban horas de sol por delante y al llegar al coche el cielo estaba casi completamente despejado. En esa ocasión nos libramos, aunque llevábamos equipo adecuado y eso siempre hay que tenerlo presente en la montaña.
Si queréis una experiencia un poco más emocionante, podéis probar con la Vía Ferrata Synshorn, que este año está de celebración: un cuarto de siglo.
Una vez arriba, solo queda disfrutar de las vistas a nuestro alrededor y, si queréis extender la ruta de vuelta, existen alternativas interesantes, como la ruta que sigue la Cresta de Heimre, lleva hasta el fondo del valle y de vuelta al inicio. En este caso, la caminata serán algo más de 13 kilómetros, aunque las vistas con seguridad lo merecen.
Nosotros teníamos en el Synshorn planificada una parada corta, así que había que ponerse en marcha con cierta premura para acercarnos lo máximo posible a Jotunheimen y buscar un lugar para plantar las tiendas antes de la hora del mosquito…, pero esa es otra historia.
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