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Museo del Fram: Nansen y la conquista del Ártico Nuestro interés por las exploraciones polares tiene hoy un protagonista de excepción: el navío polar que da nombre a un Museo , el Fra...

noviembre 26, 2019

Museo del Fram: Nansen y la conquista del Ártico


Nuestro interés por las exploraciones polares tiene hoy un protagonista de excepción: el navío polar que da nombre a un Museo, el Fram, situado en la Península de Bigdøy, al este de Oslo.

Visitar el Museo del Fram ya formó parte de la preparación para nuestra primera 'expedición polar' en busca de las mágicas luces que inundan los cielos por encima de los 66º 33'N, como os contamos en 'Noruega y las Luces del Norte, viaje hacia la Aurora Boreal'. Después de recorrer en varios inviernos algunos de los parajes más bellos de la Noruega Ártica, nuestra curiosidad por los exploradores polares y sus gestas en un entorno salvaje, donde cualquier error se pagaba muy caro, ha ido aumentando hasta el punto de que nos sentíamos en deuda con ellos. El Fram y su Museo son una enorme fuente de información, que hemos completado con las visitas al Museo Polar de Tromso, el Museo de Historia de Oslo, y leyendo mucho, muchísimo, acerca de la exploración del Ártico y la Antártida. La admiración por los protagonistas de la historia de las expediciones en los mares y tierras polares la hemos plasmado en dos artículos, que esperamos disfrutéis tanto como nosotros.


¿Queréis conocer los detalles de la conquista de los polos? Visitar el Museo del Fram es sólo el comienzo. Acompañadnos, en esta aventura, en la que, hemos mantenido una interesante conversación con un invitado muy especial, el Fram. Le entrevistamos.

Nansen y Amundsen son los principales protagonistas de este museo. Sus gestas en Groenlandia, el Paso del Noroeste y el Polo Norte, junto a las historias de algunos de los barcos que las hicieron posibles, el Fram, el Gjøa y el Maud, nos acompañan en estas salas. La Antártida también tiene su espacio aquí, puesto que gracias al Fram pudo Amundsen participar en la competición con Scott por llegar al Polo Sur.

Exploradores Polares - Museo Fram, Oslo por El Guisante Verde Project

La conquista de las tierras polares, con toda la información acumulada durante siglos, parece una loca gymkhana diseñada para la tragedia. ¿Cuántas vidas se cobró el Ártico? ¿Y la Antártida?

Seguir hoy en un mapa todas esas expediciones es como completar un inmenso puzzle, en el que los nombres de Nansen, Amundsen, Shackleton y Scott se han convertido en auténticas leyendas. Los diarios y restos encontrados de los primeros exploradores, permiten situar los campamentos y calcular los miles de kilómetros recorridos por las embarcaciones y sus tripulantes, perdidos durante meses, incluso años, en la banquisa, ese hielo a la deriva del Ártico que sólo se descongelaba en primavera. Gracias a esos diarios y expediciones posteriores conocemos todas las aproximaciones y rutas por los mares y desiertos helados de la Antártida.

Vajilla del Fram - Museo Fram, Oslo por El Guisante Verde Project

¿Cuántas horas de preparación, estudio, entrenamiento, previsión y provisiones eran necesarias para una expedición exitosa?

Nuestras visitas al Ártico, con las increíbles exposiciones del Museo Fram en Oslo y del Museo Polar en Tromso, aumentan nuestra curiosidad y admiración por estos protagonistas. Leer y documentarnos para escribir esta entrada nos lleva, sin duda, a afirmar que la historia siempre estará incompleta; solo podemos imaginar una parte de lo que vivieron los exploradores en las conquistas polares.



El Ártico no se dejaba conquistar
Eric el Rojo llegó a Groenlandia en 982, y desde entonces, de forma intermitente, son muchos los intentos de aproximarse y cartografiar el ártico y apropiarse de sus recursos. Los hielos frenaban una y otra vez a los aventureros y compañías que buscaban una ruta comercial por el norte hacia Catay. Los nombres de bahías, estrechos, puertos, mares, islas y montañas, encierran numerosas historias de descubrimientos.

El siglo XIX da el pistoletazo de salida para una trágica carrera hacia la gloria. Desde 1818 el Parlamento británico promueve y ofrece generosas recompensas a quien encuentre un paso entre el Océano Pacífico y el Atlántico, el llamado Paso del Noroeste. Fueron muchas las expediciones fallidas, aunque sin duda la más conocida es la de Franklin en 1845 con los barcos Erebus y Terror. Más de 120 tripulantes. Las naves y todos sus hombres desaparecieron en el Ártico. Se organizaron más de 50 misiones de rescate, con patrocinios públicos y privados, como el de la exploradora y viajera Lady Jane, segunda esposa de Franklin, empeñada en hacer de su marido un héroe, o las promovidas por el Almirantazgo, las Sociedades Geográficas, incluso millonarios americanos deseosos de reconocimiento.

Ningún británico quería creer las noticias de canibalismo y sufrimiento extremo que los restos hallados demostraban. Mientras, seguían apareciendo cuberterías de plata, galones, uniformes y otros enseres inútiles en aquellas latitudes. Incluso Dickens escribió defendiendo el honor de Franklin. No sirvió de nada que otros exploradores llegaran más lejos. Para la historia Franklin había visto, y por tanto descubierto, el Paso del Noroeste. Comenzaba la leyenda.


El patriotismo, la gloria de los países participantes, también estaba en juego y por ello las devociones hacia cada explorador eran variables. Noruega no se independiza de Suecia hasta 1905 y tener líderes de la talla de Nansen era algo muy conveniente. El mundo, la sociedad, ansiaba descubrimientos. Varias generaciones de aventureros soñaban con desvelar, al fin, los misterios de los espacios helados.


Nansen, la travesía de Groenlandia
Después de tantos intentos fallidos, Nansen, comenzó a cosechar éxitos y llegó a ser considerado el maestro del Polo. Lo cierto es que tenía habilidades excepcionales para ello. De formación científica, estudió zoología en la universidad de Christiania, la actual Oslo, y era conservador en el Museo de Bergen. Dibujante, deportista, gran esquiador y con records de patinaje, era también un buen conversador, hablaba varios idiomas, y tenía el carisma necesario para ser el héroe del momento. Su primer gran logro fue atravesar Groenlandia, y lo hizo en una misión suicida, puesto que partía desde el Oeste, zona desconocida y despoblada, hacia el Este, de forma que, si no lograban su objetivo, morirían en el intento.

Los nórdicos anunciaban con sorna que Nansen, el conservador del museo preparaba una caminata con raquetas de nieve por el casquete polar de Groenlandia, no hace falta comprar billete de vuelta.

Herramientas para Hielo - Museo Fram, Oslo por El Guisante Verde Project

El fracaso de casi todas las expediciones anteriores, con las innumerables pérdidas de vidas y barcos en el Ártico, habían convertido las exploraciones polares en épicas.

Nansen incorporó muchas innovaciones: fijaciones para los esquíes, correas en los trineos en lugar de tornillos, un hornillo que permitía derretir nieve a la vez que cocinaba, gafas con cristales tintados, varias capas de ropa de lana y un recipiente protegido entre la ropa para evitar que el agua se congelara y poder beber durante su avance. Empezaban a ganar la batalla contra el hielo.

Fram, vista lateral - Museo Fram, Oslo por El Guisante Verde Project


Fram, el primer Navío Polar
Hemos pensado en preguntarle por estas aventuras al único que las vivió en primera persona, y continua entre nosotros, el Fram.

-Fram: Todos piensan que estoy acostumbrado a la inactividad, atrapado en el hielo, encerrado en un museo. En mi botadura todos creían que era gordo, chato, redondeado, poco atractivo y poco apto para navegar; ni tan siquiera tenían un nombre pensado para mi... ¿Noruega, Polo Norte, Eva? Fue Eva Sars, la esposa de Nansen, tan moderna y aventurera como él, quien finalmente decidió mi nombre, FRAM, que en noruego antiguo significa adelante. Eva acertó. ¿A qué no imaginabais que un barco tan poco estético pudiera navegar lo más cerca del Polo Norte y del Polo Sur como yo lo hice?

Fridtjof Nansen,Otto Sverdrup y Roald Amundsen, me guiaron por el Ártico, el archipiélago Ártico de Canadá y la Antártida. Yo soy, por derecho propio un navío polar.

Sin embargo, mi nacimiento no resultó nada fácil, muchos otros antes que yo, balleneros, foqueros, rompehielos, veleros... tuvieron que sufrir terriblemente en las aguas del Ártico y perder a todos sus tripulantes para que mi casco se construyese de forma que aguantara las embestidas del hielo. Ha sido muy duro escuchar las tragedias de otros compañeros, el Erebus, el Terror, el Jeannette... que no tuvieron tanta suerte. He tenido mucho tiempo desde 1936 para ponerme al día de todas las expediciones polares, antes y después de las mías, que se narran, con todo lujo de detalles, en estas salas en las que me encuentro ahora.


Nansen es, junto con Sverdrup, quien inspira la construcción de este navío, encargado a Colin Archer. Debía albergar a sus tripulantes durante años y resistir los embates del hielo. Un buque de 39 x 11 metros, algo pesado para navegar en mar abierto, pero muy resistente para poder dejarse ir a la deriva y acercarse, con suerte, al esquivo Polo Norte. El hielo era el enemigo a considerar. Tantos barcos desaparecidos y aplastados por las banquisas, era una información que Nansen tuvo siempre presente. Tras cada expedición, el Fram, tuvo que someterse a largos trabajos de restauración y ajuste, incluyendo cambiar el motor de vapor por uno alimentado por diésel. Transformaciones decisivas en las tres aventuras del navío polar que se reviven en estas salas.

-Fram: Desde luego, Nansen pasó muchas horas analizando los errores previos para pedir a Colin Archer que me construyese como soy. Para mi historia fueron decisivos los restos del Jeannette que aparecieron en 1884, más de 3 años después de su hundimiento. ¡Había recorrido más de 5000km! Y eso al parecer demostraba que una corriente marina empujaba la banquisa de este a oeste. Así que Nansen pensó en construirme para dejarme atrapar en el hielo e ir a la deriva hasta llegar al Polo Norte. Le debo mucho. ¡Y qué decir de Archer! He sabido que algunos de sus barcos todavía navegan por ahí, ¡qué envidia! Aunque no me quejo, son muchos los que vienen día tras día a interesarse por mí, a admirarme, a pasear por mi cubierta, mis camarotes, mi bodega...

Puente del Fram - Museo Fram, Oslo por El Guisante Verde Project

Poder recorrer hoy en día el Fram, caminar sobre el puente, las cabinas, la bodega de carga, el comedor, la sala de máquinas..., nos sirve para hacernos una idea de la vida a bordo; resulta estremecedor, sobre todo, si recordamos que el hielo podía convertir uno de estos barcos en un prisionero varado durante los largos meses de invierno. Las proyecciones en las paredes del museo completan nuestra experiencia observando desde el puente icebergs, tormentas...


Nansen y el Fram, a la conquista del Polo Norte
-Fram: Si, si, yo parecía un barco gordito, pero a fuerza de elevar mi casco, no entraba la nieve y mi timón y mi hélice quedaban hundidas y protegidas, incluso se podían desmontar para protegerlos y hacer los arreglos necesarios en las invernadas polares.

Y aunque ahora me veis así de bien, son muchos los apaños que he tenido que sufrir tras cada una de mis increíbles aventuras. Para el viaje con Nansen en busca del Polo Norte.

Yo tenía que dejarme atrapar por el hielo en invierno, esperar a que la deriva y la corriente nos llevase hacia arriba en el Ártico y luego esperar de nuevo al deshielo en la primavera para poder volver a casa.

Cocina del Fram - Museo Fram, Oslo por El Guisante Verde Project

Hielo, hielo a la deriva, la banquisa que te aprisiona... bueno, no voy a aburriros con todas las tipologías de hielo que me ha tocado sufrir, crestas, placas que se desprenden, sopa de hielo... ¡Menudo plan!, con razón el resto de navíos altos, elegantes, no querían saber nada de nada. Eso no es todo, he tenido que aguantar a un montón de señores invierno tras invierno, quejándose de la falta de luz y del frío, ¡Y eso que yo fui la primera nave con iluminación eléctrica!; es verdad que fuera hacía 40º bajo cero o menos, pero yo les mantenía por encima de los 20º; se quejaban de la falta de orientación, de la escasa variedad de la comida ,¡pero si había más de 50 tipos de comida en lata!. Lo peor era la ausencia de noticias de las misiones de exploración... Si, porque a mi me llevaron a la banquisa en el Ártico, pero luego me tocaba esperar, con los más aburridos de la tripulación, o con los más listos, según se mire, a que plantasen la dichosa banderita de ¡Hemos llegado los primeros!.


Íbamos en busca del Polo Norte, yo era el primer barco que llegaba a los 84º y 30´, a 800km del Polo. Pero la deriva comenzó a desviarnos, y Nansen, acompañado sólo por Johanssen, 28 perros, trineos y kayaks intentaron llegar hasta los 90ª esquiando sobre el hielo. ¡Cuánta incertidumbre hasta que tuvimos noticias! Estuve 3 años atrapado en el hielo, luego navegamos hasta Tromsø y allí nos informaron de que Nansen y Johanssen estaban vivos y que habían llegado muy cerca, hasta los 86º 10´. El capitán Sverdrup informó de que el Fram, yo, regresaba en buen estado. Después de más de un año de aventuras y dificultades, Nansen y Johanssen habían empezado a tutearse. Fue Jackson, el inglés que Nansen no había admitido en nuestra tripulación, sólo compuesta por noruegos, quién los encontró. Nos recibieron a todos como héroes en Christiania.

Los libros de Nansen, se convirtieron en grandes éxitos, y fijaos que en el segundo yo estoy en la portada.

“La travesía de Groenlandia, expedición en esquís. 1888-1889”
“Hacia el Polo, relato de la expedición del Fram 1893-1896”
“En la noche y entre los hielos”

Aunque recibió el Premio Nobel de la Paz por ayudar a prisioneros y refugiados después de la Gran Guerra, sobre todo armenios, creo que, igual que yo, Nansen añoraba la navegación. Dicen que antes de fallecer en su casa de Polhogda, aquí cerca, en Oslo, escribió: “más lejos... Hacia el Norte".

Instrumentos navegación - Museo Fram, Oslo por El Guisante Verde Project

Frente a la arrogancia y soberbia de algunos oficiales ingleses, que creían que sus conocimientos navales les iban a servir en estos mares helados, fueron muchos los exploradores que comenzaron a darse cuenta de que leer podía salvarles la vida. Los diarios y bitácoras publicados o recuperados ofrecían valiosa información sobre rutas, depósitos, refugios, víveres, además de ir completando poco a poco las cartas naúticas y los mapas para encontrar el camino de vuelta, la isla más cercana, el continente..., tras meses caminando a la deriva en la banquisa. La precisión significaba la diferencia entre la vida y la muerte.

Había llegado el momento de organizar expediciones más pequeñas con unos pocos hombres seleccionados cuidadosamente. Aunque Peary y Nansen mantenían sus records en el Polo Norte, fueron necesarios muchos más intentos para alcanzarlo.

Diario Expedición Polo Sur - Museo Fram, Oslo por El Guisante Verde Project

-Fram: La verdad es que tengo que agradecer a Colin Archer que hiciera mi casco con 3 capas, que llenase de aislante todas las zonas intermedias, que usase roble y esa madera rara, bebeereú, para el exterior, que al ser tan lisa y dura me permitía, ¡qué vértigo!, escurrirme y elevarme sobre el hielo cuando este me presionaba, y volver a caer sobre él rompiéndolo. ¡Quién me llama gordo ahora!, ¿eh? En mi interior todos estaban calentitos, cantaban, leían, teníamos a bordo más de 600 libros, trabajaban, escribían sus diarios, hasta un periódico, el Framsjaa, contaban una y otra vez las provisiones, preparaban lo que tenían que llevar en los trineos, numeraban, anotaban..., ¡cuánto escribía esta gente!. Y cuántas cosas medían para sus investigaciones científicas, Dios, si llevábamos todo tipo de nuevos cachivaches, sextantes, teodolitos, aerómetros... Yo iba cargado hasta los topes.

¿Y los ladridos y peleas de los perros samoyedos? Dicen que la noche ártica es silenciosa; para algunos. Estaban las fanfarronadas por la caza de osos polares, también el miedo a lo desconocido, los hombres heridos, la falta de noticias de sus seres queridos, la melancolía… ¡Si yo contase todas las cosas que pasaban en mi interior!

Más allá de la imagen aventurera que muchas veces se nos ofrece de los protagonistas, es fascinante comprobar su minuciosa planificación, su capacidad de estudio y aprendizaje de diferentes disciplinas, las continuas innovaciones; la exhaustiva lectura e investigación de crónicas de expediciones anteriores; la experiencia sobre el terreno al aprender de las poblaciones nómadas, entender como los Inuit se adaptaban al medio, confeccionando su propia ropa, cazando y pescando, y junto a sus trineos de perros, sobrevivían en las condiciones más adversas, resultó decisivo para las futuras expediciones.

Gjøa - Museo Fram, Oslo por El Guisante Verde Project


El Gjøa, Amundsen y el Paso del Noroeste
El museo del Fram alberga desde 2013 también al Gjøa, un navío más pequeño, de 21 metros de eslora, dedicado a la pesca del arenque, y que permitió a Amundsen atravesar por fin el legendario "Paso del Noroeste" entre Europa y Asia. Amundsen relata que fueron precisamente sus lecturas sobre la expedición del inglés Franklin en busca del mítico paso, lo que decidió su vocación exploradora. Amundsen abandonó sus estudios de medicina y se preparó a conciencia para su nueva ocupación. Su primera experiencia fue con una expedición belga a la Antártida, en la que se vio obligado a pasar el invierno en la región. Un entrenamiento para lo que vendría después.

¿Por qué el ser humano se siente tan atraído por lo desconocido, por la conquista? ¿Existe el virus de los mares polares? ¿Por qué estos hombres repetían una y otra vez expediciones a los hielos, cuando las circunstancias eran tan adversas?

¿Cuándo decidió Amundsen dirigirse al Polo Sur, y cómo consiguió hacerse con el Fram? Para conocer las respuestas a estas preguntas tendrás que leer nuestro próximo artículo sobre esta aventura extraordinaria...





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4 comentarios :

  1. Estupendo museo. Como todos los que se encuentran en la isla de Bygdøy
    Los noruegos son unos grandes expertos en navegación.
    Muy buen post-
    Un saludo.

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    1. Muchas gracias, María Grau. A nosotros nos gustó mucho y, a medida que escríbiamos este artículo, más aun. Esperamos que también te enganche la segunda parte. ¡Un saludo!

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  2. De Noruega solo conozco Oslo, así que me queda muchísimo por explorar, pero recuerdo este museo con especial cariño por lo mucho que me enseñó sobre las expediciones por el hielo. Ver el barco, Muy recomendable. es más, subir a él, y comprobar cómo eran las condiciones e vida de estos intrépidos navegantes es toda una experiencia.

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    1. Oslo es muy interesante, Tawaki. Este museo nos abrió la caja de pandora de las exploraciones polares, tanto que ya tenemos lista la segunda parte, y porque hemos parado, jajaja, de momento...

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