Hablar de los maestros flamencos, de barroco en Amberes, es hablar de Rubens. Así que nos parece perfecto que sea él quien inicie un festival, Maestros Flamencos que, entre 2018 y 2020, va a llevarnos a conocer todos los secretos del Flandes Barroco, y cuya primera parte se desarrolla bajo el lema Amberes Barroco, Rubens Inspira. Iniciamos un viaje por la capital barroca de Bélgica.
¿Cómo describir la vida y obra de Peter Paul Rubens?
Hemos callejeado durante varios días por una Amberes en la que intentábamos seguir los pasos de Rubens, en un viaje a la Amberes del siglo XVII. ¿Cómo era la ciudad en la que vivió?, ¿cómo ha influido e inspirado a otros artistas?, ¿queda algo de ese espíritu barroco de opulencia, extravagancia, exceso y ostentación?
Si paseamos por Amberes, aún podemos encontrar jardines y pasajes secretos por los que el maestro pudo pasearse en el siglo XVII, como el callejón Vlaeykensgang, escondido en el centro histórico. Acerarnos al antiguo Palacio Real, Paleis op de Meir; visitar su vivienda, la Casa Rubens, además de otros palacios de amigos y colaboradores como la casa Rockox y la de Snyders o la imprenta de Plantin Moretus. Los retablos de Rubens cuelgan en las naves de las cinco iglesias monumentales de Amberes: la Catedral de Nuestra Señora, la iglesia de San Carlos Borromeo, la de San Andrés, la de San Pablo y la de Santiago, donde bautizó a varios de sus hijos y donde se encuentra su última morada.
Observando la joya gótica que es la Catedral de Nuestra Señora, hay que señalar que, como todo artista innovador, Rubens, nacido en 1577, consideraba desfasada la arquitectura gótica y estaba dispuesto a dar un salto para ir más allá del Renacimiento, habiendo bebido de sus influencias. Rubens vive en un siglo de grandes artistas, de los que aprende y frente a los que compite, hasta lograr que Amberes viva, también, su gran siglo de oro.
Nos parece que llegar a Amberes en tren es un gran inicio de viaje y, desde luego, su imponente Estación Central, construida en 1905 en estilo neo-barroco, es la mejor embajadora para darnos la bienvenida. Por fin estamos en una ciudad a la que desde años le teníamos muchas ganas, y podemos afirmar sin ninguna duda que no nos ha defraudado.
Amberes es una ciudad muy cómoda, muy llana, para desplazarnos y callejear como nos gusta, caminando. Hay un auténtico despliegue de información y propuestas con el barroco como hilo conductor; arte viajero, con los retablos que vuelven a ocupar su espacio original en la Catedral de Nuestra Señora, una oportunidad única; esto es posible mientras duran las obras de remodelación del Museo de Bellas Artes KMSK, que reabrirá sus puertas en 2019. Además de la Catedral, bajo el lema Baroque in Situ, y gracias a una pequeña guía, podemos visitar también las otras cuatro iglesias monumentales admirando las obras maestras en el lugar para el que fueron concebidas.
Otra de las exposiciones que más nos han gustado es Cokeryen: las reinterpretaciones de naturalezas muertas, esos bodegones fastuosos de Snyders, realizadas por el fotógrafo culinario Tony le Duc, utilizando además, la inspiración en recetas de la época barroca, expuestas en el mejor lugar posible: la recientemente remodelada, casa Snyders & Rockox.
El Diseño de libros en el Barroco, se presenta en el increíble espacio y museo Plantin-Moretus; muestras de fotografía como la Baroque Barez en el museo de moda: el MAS; también encontramos conciertos, conferencias, paseos guiados, menús barrocos y otras actividades que nos meten de lleno en el mundo artístico de la época de Rubens. Aunque estas exposiciones en Amberes terminan a finales de este año o principios del próximo, no os preocupéis, los lugares que las acogen merecen por sí mismos una visita.
Si bien toda la ciudad nos regala pedazos de su vida, nos parece adecuado empezar por la Casa de Rubens, para entender la vida y obra del artista. Para Rubens, este espacio, que ha sido reconstruido recuperando piezas y diseños de la época, no sólo era su vivienda, era también su taller de trabajo y el lugar que le proyectaba en sociedad.
Los trabajos de restauración del pórtico son la oportunidad para utilizar una instalación de realidad aumentada que nos permite ver todos los cambios sufridos por este palacio desde su construcción. Es, por otra parte, una invitación a volver cuando las obras hayan finalizado, y el edificio recupere su aspecto original.
Influido por la Antigua Roma y el Renacimiento, Rubens pertenecía, entre otras, a la asociación de romanistas (los que han estado en Roma). Es el propio artista quien reforma esta casa, y la amplía con una sala de esculturas abovedada para las piezas que coleccionaba y usaba como modelos para su trabajo y el de los aprendices.
Completaba la estancia un estudio y un jardín privado en el que cultivaba tulipanes, patatas, plantas exóticas y caras, no en vano, uno de los libros más valiosos en su biblioteca era uno de botánica. En una de sus últimas cartas a un alumno recuerda al jardinero, del que se decía era uno de los trabajadores mejor pagados de la casa:
“Querido Lucas:
Presta atención al irte, a que todo esté bien cerrado y no dejes atrás originales o bosquejos en el taller. Recuérdale también a Willem, el jardinero, que os mande las peritas de san Juan y los higos a su debido tiempo, si los hay, o cualquier otra delicia del jardín. Ven lo antes que puedas aquí, para que podamos cerrar la casa.
Tu leal amigo:
Peter Paul Rubens.”
17 de agosto 1638.
El barroco es exhibición, derroche decorativo y la Casa de Rubens nos muestra un hombre seguro de su talento. Recibió el título de maestro a los 21 años, y en esta casa encontramos la obra de un cultivado viajero que había recorrido como diplomático del Duque de Mantua las cortes de Venecia, Roma, España... Se trajo de sus viajes la técnica y los colores de Tintoretto, Tiziano, Giorgione…
Sin duda, Amberes no habría logrado ser el centro del arte flamenco si Rubens no hubiera regresado a la ciudad en 1608, alertado por la enfermedad de su madre. Aunque no llegó a encontrarla con vida y su primer instinto fue volver a Roma, fueron varias las voces que le querían en Amberes. Era el momento propicio, iba a dar comienzo la tregua de 12 años entre guerras, y, tras las destrucciones de las revueltas calvinistas que arrasaron con retablos, imágenes y arte sacro, la ciudad iba a necesitar de sus talentos para redecorar sus iglesias.
Las estrictas medidas restrictivas impuestas por Felipe II, a través del Duque de Alba, hicieron que muchos mercaderes y artistas se fueran en busca de mejores oportunidades. De ser una ciudad abierta a los protestantes, donde proliferaba el comercio, Amberes había pasado a ser una ciudad donde la religión católica y la Contrarreforma iban a ser las protagonistas. Banqueros y mercaderes competían por financiar las obras de restauración de lugares de culto, iglesias, monasterios de nuevas ordenes religiosas... En muchos casos lograban a cambio títulos de nobleza, y en otros, alejar las acusaciones de herejía.
El arte tiene una labor propagandística. El dar y recibir se convierte en hábito en la política y el comercio. La élite social, la iglesia y los acaudalados mercaderes se convierten en los nuevos mecenas y coleccionistas de arte. Tal vez Rubens fue muy consciente de la necesidad de generar una comunidad artística que, trabajando con la atmósfera de Leonardo, la maestría en el dibujo de Rafael, y la anatomía rotunda de Miguel Ángel, podría convertirse en el nuevo objeto de deseo de todas las cortes europeas.
Trabajo de Taller
Es imposible imaginar que Rubens hubiera podido acometer el sólo los más de 2500 encargos requeridos a su taller, son innumerables las telas que cuelgan hoy día a su nombre en los museos. El número y la calidad de artistas que fue capaz de reunir en su taller extendieron su fama por toda Europa.
Van Dyck y Snyders fueron alumno y colaborador, respectivamente, del taller de Rubens, y junto a Brueghel lograron que incluso Catalina la Grande de Rusia enviara marchantes de arte para hacerse con lo mejor de sus obras. Si queremos profundizar en el Amberes del siglo XVII, el Palacio de Invierno en San Petersburgo parece el “almacén” adecuado, la siguiente escala de un viaje futuro. Nosotros tuvimos la suerte de apreciar muchas de esas piezas maestras en la magnifica exposición Rubens y su época organizada por el Museo Guggenheim de Bilbao.
Reconocido Diplomático y gran Viajero
La labor diplomática desarrollada por Rubens para los Archiduques, él era el favorito de la emperatriz Isabel Clara Eugenia, le lleva a lograr acuerdos como la paz entre Inglaterra y España, a la vez que continúa su desarrollo artístico. Viajará a la corte de Felipe IV, donde puede conocer la obra de Velázquez; allí va a realizar copias de las grandes obras maestras, lo que aumenta su destreza y su cotización. La ciudad de Amberes le encarga 39 telas para los techos de la Iglesia de los Jesuitas, hoy Iglesia de San Carlos Borromeo, que se pierden en el incendio de 1718.
Para contemplar los otros 3 retablos que pintó para esta misma iglesia tenemos que irnos a Viena, a la colección de los Habsburgo. Por eso disfrutar de el pequeño retablo, El Regreso de la Sagrada Familia, que ha vuelto, definitivamente, a su lugar de origen, la capilla de San José de la Iglesia de San Carlos Borromeo, es todo un regalo.
La corte francesa le pide 24 telas para el Palacio de Luxemburgo, en las que se relata la vida de María de Médici, hoy en el Museo del Louvre. El mismo Rubens escribía afirmando que poseía secretos sobre la vida de la monarca francesa:
“Me contaron todo tipo de gestiones secretas con Francia, relativas al exilio de la reina madre (Maria de Médici) y el duque de Orleans de Francia y su solicitud de permiso de asilo en nuestro país. Podría brindarle un material estupendo y la más pura verdad a un historiador acerca de esta cuestión, que es distinta a lo que comúnmente se cree. “
Rubens al erudito francés Nicolas-Claude Fabri de Peiresc, Amberes, 18 de diciembre de 1634.
Como anécdota, os contamos que la exuberancia de estos trabajos es tal que, en una de nuestras visitas al Museo del Louvre, terminamos necesitando rescate urgente de chocolate en la cafetería, tras recorrer las salas dedicadas a María de Médici, con esas 24 enormes pinturas, en las que el artista gozó de total libertad creadora, y donde todo el talento de Rubens parece caérsenos encima.
Las 112 pinturas para la Torre de Parada, el pabellón real de caza, encargadas por la corte española supone el último de los grandes encargos que salieron de sus pinceles.
Ver ahora en la Casa de Rubens La matanza de los inocentes es una forma magnífica de imaginar de nuevo el ambiente de creación que llenaba su taller en esta etapa de encargos.
Rubens es, desde sus comienzos, consciente del poder propagandístico del arte, su obra se enmarca en un mundo que reafirma el poder de la iglesia, aunque los aristócratas y, también los ricos mercaderes, van a ser los nuevos clientes y coleccionistas, que permiten el enorme desarrollo de la pintura de paisajes, el retrato y las naturalezas muertas, los géneros en los que los artistas flamencos se convierten en referencia incuestionable.
El taller de Rubens contaba con muchos especialistas; Van Dyck del retrato, Snyders de las inmensas hortalizas, pescados, aves, etc., de sus cotizados bodegones. El trabajo del maestro en el manejo del uso del color hace que para nosotros la verdadera fuerza de Rubens se manifieste en sus bocetos, carboncillos, grisallas, tizas, cartones para tapices… Las obras preparatorias de los grandes encargos son vitales, audaces, sueltas, obras maestras en sí mismas y que nos enseñan mucho más de su proceso creativo. Hemos buceado en muchos museos y exposiciones para encontrar estas verdaderas joyas. Si tuviéramos la capacidad coleccionista de la época de Rubens, nuestra elección sería sin duda uno de sus bocetos. Como éste, que se creía realizado para el coronamiento del altar mayor de la iglesia de los Jesuitas en Amberes, aunque hoy se afirma que era para el altar de los Carmelitas, iglesia demolida en 1798.
Ahora, tras visitar la Casa de Rubens, podemos comprobar la importancia que tenían para el desarrollo de su taller, vemos variaciones de composición, trabajos retocados de otros maestros con añadidos de color, todos ellos servían de modelo para las copias de alumnos. Un magnifico boceto de Van Dyck fue considerado durante muchos años obra de Rubens por los especialistas. No en vano, Rubens describe al joven Van Dyck como su mejor alumno en sus cartas. Con sólo 17 años logra establecerse como maestro y se convirtió en su principal competidor.
Resulta muy interesante la faceta de negociador y comerciante de Rubens, las obras de su taller son obras hechas en colaboración, en la que el toque final lo añadía el propio Rubens, y si en una obra participaban dos maestros esto aumentaba su valor…
Arte Efímero
El Barroco es una etapa de grandes fastos, escenografías efímeras para homenajear a los mandatarios que visitaban Amberes, al igual que hoy las ciudades muestran su mejor cara en los grandes eventos. Este festival de Maestros Flamencos es, al menos para nosotros, una grandiosa imitación.
Las calles de Amberes siguen contando historias también hoy día; como la de Nello y Patrasche, un niño y su perro, que soñaban con ver las obras de Rubens. Un cuento sin final feliz, con el que muchos niños japoneses y coreanos aprenden a leer y que atrae a todos los que visitan la ciudad hasta la puerta de la Catedral, donde les encontramos arropados por una manta de adoquines. Probablemente, cuando en 1872 Marie Louise de la Ramée escribió El Perro de Flandes, un relato símbolo de lealtad y amistad, no imaginaba la repercusión que tendría un siglo más tarde al convertirse en serie de dibujos animados.
Rubens nos presenta, casi al final de su vida, de forma premonitoria en un boceto las dificultades de una diosa Amberes cuyo tesoro, el rio Escalda, puerta de entrada del comercio y la prosperidad, estaba seco y agostado. Holandeses, ingleses, franceses y españoles estaban en continua pugna. Rubens fue uno de los diplomáticos que tuvo que mostrar su ingenio y su mejor verbo para lograr los acuerdos de paz que permitieron el florecimiento del Arte y el esplendor de Amberes, que a su muerte, en 1640, vuelve a perder protagonismo.
Las mujeres ocupaban una parte importante en su vida y en su obra. Se casó 2 veces; en ambos casos con mujeres mucho más jóvenes, en especial Helena Fourment, su segunda esposa, que sólo tenía 16 años, y con la que tuvo 5 hijos. Isabel Brant, retratada con suma delicadeza y reconocible en casi todos sus retablos, fue su primera esposa, fallecida a los 34 años, después de haberle dado 2 hijos.
Voluptuosidad, rotundidad, dramatismo, desnudos que hoy prohíben las redes sociales, las mujeres que Rubens muestra en sus pinturas son inconfundibles.
Incluso cuando le encargan los retablos de las más importantes iglesias de la ciudad, en la Catedral, en la de los Jesuitas, ahora San Carlos Borromeo..., Rubens nos muestra esa faceta de humanista, de hombre cultivado en ciencias diversas, participando, no sólo en las pinturas, sino en el diseño arquitectónico, terminando muchos de los detalles de remate, iluminación, etc., en las mismas iglesias. La plaza y fachada de la iglesia de los jesuitas, San Carlos Borromeo, inspirada en el Gesú de Roma, es uno de los rincones que más información nos ofrecen sobre su faceta de diseñador y arquitecto.
Aunque hoy hemos olvidado el significado de muchos de los atributos de santos e imágenes, merece la pena observar todo el simbolismo oculto en los cuadros de Rubens. Había que exaltar la fe y las grandes telas eran el teatro adecuado para narrar y captar a la audiencia del siglo XVII. En este sentido la información que acompaña a los grandes retablos de la catedral es excelente. Las 5 Iglesias monumentales de Amberes se rinden a los talentos de Rubens y nos permiten acercarnos a todas las etapas de su vida.
Eran habituales en Amberes los grupos de eruditos que leían y discutían tanto las últimas ediciones de los textos clásicos, como los avances en óptica, anatomía, botánica o cartografía. Rubens formaba parte de uno de esos círculos de amigos, humanistas, que había iniciado el jefe de la imprenta Cristóbal Plantin, y que continuaba su yerno y sucesor Jan Moretus y su nieto Balthasar Moretus, gran amigo de Rubens. Sin lugar a dudas, resultaba un buen entrenamiento para las futuras dotes de diplomático del artista.
La visita a la casa y jardín de la familia de impresores, el Museo Plantin Moretus es imprescindible. Nos parece que para Rubens resultaría decisivo tener acceso a los últimos avances en matemáticas, los primeros atlas y mapas, tratados de plantas…, y nosotros hemos disfrutado como niños recorriendo las imprentas de las que salió uno de los primeros betseller, la Biblia Políglota en hebreo, griego, latín y arameo. Lectores y correctores que conocían varios idiomas, llenaban unas salas en las que la madera cruje ruidosamente; los cuadros hablan, y nos parece percibir, incluso, el olor a tinta, recordándonos el trajín de estas nueve generaciones de impresores que habitaron El Compás Dorado, una casa de 30 habitaciones que nos permite viajar, con todos los sentidos, al tiempo de Rubens.
Otro de sus grandes amigos era el anticuario Nicolaas Rockox, que llegó a ser alcalde de la ciudad de Ámberes en varias ocasiones. Ambos compartían la admiración por el filósofo Justo Lipsio, uno de los mentores del hermano mayor de Rubens, y que junto con la figura de Séneca, son determinantes en la formación del artista. Rockox está detrás de algunos de los encargos a Rubens y es quien costea el retablo El regreso de la Sagrada Familia, que podemos ver en la iglesia de San Carlos Borromeo.
Tras los trabajos de rehabilitación, la casa de Rockox se une a la casa del pintor Snyders y pasa a llamarse Snyders & Rockox. Un espacio museo en el que encontramos obras de Rubens, Van Dyck, Snyders, la evolución del paisaje en la pintura flamenca, junto con mobiliario, armarios taraceados con compartimentos secretos, instrumentos musicales barrocos como los virginales, y sobre todo el eco de ese grupo de amigos que facilitaron y acompañaron el éxito del maestro flamenco.
Seguro que todos tuvieron mucho que ver en la formación del gusto artístico de Rubens y en cómo llegó a convertirse en un experto coleccionista de libros, tapices, grabados, esculturas y otros objetos de arquitectura y piezas ceremoniales de Amberes.
El Rubens coleccionista y la obra de Brouwer
Tenemos que fijarnos en un artista del que Rubens poseía 17 obras y que, como extensión de este Festival Amberes Barroco nos propone una visita a la ciudad de Oudenaarde, a hora y media de tren. Es Adrian Brouwer, protagonista de una retrospectiva de su obra en su ciudad natal de la que os contaremos más en otra entrada.
Famoso por sus escenas de tabernas, bebedores y fumadores, un género muy conocido en la época, recreando los males y excesos de la clase baja como advertencia para los que coleccionaban y compraban estas obras. Brouwer significa cervecero y no cabe duda de que este es un arte que se ha consolidado en el Flandes de hoy en día, cuando ya no se considera un pecado beber cerveza, de hecho, en Amberes, según nos cuentan, hay un onceavo mandamiento... Elfde Gebod: disfrutar de lo bueno de la vida, y lugares para ello no nos faltan.
¿Cómo se veía Amberes a la muerte de Rubens?
1641, finales de septiembre, el cardenal Carlo Rosetti, que viajaba en misión diplomática y el escritor John Evelyn, cuya afición por el arte le había hecho dejar la vida militar y dedicarse a hacer turismo por los Países Bajos, llegan a Amberes. Ambos relatan las maravillas de la ciudad. Rosetti habla de "los ricos objetos, los magníficos ornamentos sacros y las abundantísimas reliquias” y Evelyn menciona los “raros cuadros de la mano de Rubens, recientemente fallecido”.
Iglesias, conventos y Palacios competían por mostrar las obras de los maestros flamencos, que eran anheladas por las cortes y clases pudientes de toda Europa. Amberes era un centro económico y artístico. Y en Rubens encontramos a uno de los artífices de este éxito, un elemento aglutinador esencial en la historia de la ciudad.
En 1640, año en el que fallece Rubens, se calcula que en Amberes hay 10.000 cuadros. Amberes se mostraba al mundo en las numerosas iglesias y monasterios, en el espacio abierto de la ciudad, con desfiles, procesiones, ceremonias de triunfo para recibir a los monarcas y emisarios visitantes, y en los estudios de artistas, talleres de editores, o en los palacios de aristócratas y ricos mercaderes.
Nosotros nos tomamos como un juego contrastar esos rincones que aún permiten vistas de la Amberes del siglo XVII y que van más allá de la visita a museos y palacios. Nos acercarnos al puerto, al río Escalda, para ver toda la potencia comercial de la ciudad, reflejada en el Museo MAS. Recorrer las callejuelas de la conocida como la capital del diamante desde 1447, que sigue inspirando las nuevas obras arquitectónicas, nos hace sentirnos hoy como invitados a un gabinete de curiosidades…
Agradecimientos
Estas experiencias sido posibles, en parte, gracias a la colaboración de Visit Flanders (Of. Turismo de Flandes en España) y Visit Antwerpen
El Guisante Verde Project mantiene todo el control editorial del contenido publicado.
Una magistral lección de la vida y obra de Rubens. Magníficas fotografías excelente explicación de vuestra visita a la bella ciudad de Amberes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Tiramillas, le teníamos muchas ganas a Amberes, y la expo sobre el barroco, ha sido la excusa perfecta. ¡Abrazos!
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