Vamos a descubrir "Lo que el turista debe ver en Lisboa" de la mano de un cicerone de excepción: Fernando Pessoa. Es este un libro particular entre sus escritos póstumos, ya que a diferencia de la mayoría de ellos, se encontraba terminado, mecanografiado y listo para ser llevado a la imprenta.
Escrito originalmente en inglés, es la guía de una ciudad fundamental en el universo de Pessoa, Lisboa, una ciudad a la que siempre se refiere como su hogar. Su motivación es puramente turística, de ahí que esté escrito sin retórica y artificio, un lenguaje extrañamente desnudo en la bibliografía de Pessoa, perfecto para adentrarse en el descubrimiento del patrimonio arquitectónico, intelectual y lúdico de la ciudad.
En esta entrada visitaremos únicamente algunos de esos puntos fundamentales que todo turista debe ver en su viaje a la capital portuguesa, seguir el listado completo sería una tarea mas propia de un ebook, y al fin y al cabo, "Lisboa, O que o Turista Debe Ver" merece ir en nuestro bolsillo mientras caminamos por sus empedradas ruas, admirando y a veces imaginando, esa espléndida urbe de los años veinte que recorría Pessoa y que, en muchos aspectos, no ha cambiado tanto. Comenzamos.
"Asentada sobre siete colinas, que son otros tantos puntos de observación desde donde se pueden disfrutar magníficos panoramas, se extiende el vasto e irregular conjunto de coloridas casas que constituyen Lisboa."
La Cámara Municipal es uno de los edificios más bellos de la ciudad, notable no solo por su exterior sino también por su interior. Se debe al arquitecto Domingos Parente siendo visible la colaboración en el proyecto de otros famosos artistas (...)
En el medio de la plaza podemos ver el Pelourinho, muy conocido en el extranjero, una obra maestra del siglo XVIII realizada de una sola pieza.
Llegamos ahora a la mayor de las plazas de Lisboa, la Plaza del Comercio o Terreiro Do Paço, como es conocida comúnmente, aunque los ingleses se refieren a ella como Plaza del Caballo Negro, y es una de las mayores del mundo. Es un vasto espacio, perfectamente cuadrado, flanqueado en tres de sus lados por edificios uniformes con altas arcadas de piedra. (...) En el centro de la plaza se encuentra la estatua ecuestre de bronce del rey D. José I, una obra espléndida de Joaquim Machado de Castro, fundida en Portugal, de una sola pieza, en 1774. Tiene 14 metros de altura. El pedestal está adornado con magníficas figuras representando la reconstrucción de Lisboa después del gran terremoto de 1775.
Vemos una figura que sostiene un caballo mientras aplasta al enemigo entre sus patas, otra con los símbolos de la Victoria, la Fama en otro grupo; el conjunto es verdaderamente notable. Además podemos observar las Armas Reales y un retrato del Marqués de Pombal, así como una alegoría que representa la Generosidad Real levantando Lisboa de sus ruinas.
Desde la Plaza del Comercio podemos avanzar hacia el centro de la ciudad por cualquiera de las tres calles que se dirigen hacia el norte, la Rua do Ouro, a la izquierda, la Rua Augusta (la del arco), en el centro, y la Rua da Prata a la derecha.
Elegimos la Rua do Ouro (Rua Aúrea), que debido a su importancia comercial, es la calle principal de Lisboa. Hay varios bancos, restaurantes y tiendas de todo tipo. (...) Casi en la misma calle, a la izquierda según se sube, se encuentra el Elevador de Santa Justa llamado así por ubicarse en la rua de Santa Justa. Es esta una de las "postales" de Lisboa, que siempre causa gran admiración entre los turistas de todas las procedencias.
En el Largo do Carmo, se encuentran las ruinas de la iglesia del mismo nombre, hoy Museo Arqueológico. Se necesita autorización para ir hasta allá arriba, incluso a la parte superior por encima del nivel en el que paran los ascensores donde se disfruta de una magnífica panorámica de toda la ciudad y el río. El elevador pertenece a la Compañía Carris.
Llegamos ahora a la Praça D. Pedro IV generalmente conocida como Rocio o Rossio. (...) Es el corazón de Lisboa, pasando por aquí casi todas las líneas de transporte. En el medio de la plaza se encuentra la estatua de D. Pedro IV que data de 1870; fue esculpida por Elias Robert sobre proyecto de Davioud.
Este monumento es uno de los más altos de Lisboa, midiendo más de 27 metros de altura. Comprende una base de piedra, un pedestal del mármol, una columna de mármol blanco y la estatua de bronce. En la parte inferior cuatro figuras alegóricas, representando la Justicia, la Fuerza, la Prudencia y la Templanza, así como los escudos de las dieciséis principales ciudades portuguesas.
En el lado norte de la plaza se levanta el Teatro Nacional Almeida Garret de 1846 y es debido al arquitecto italiano Fortunato Lodi. La fachada de este edificio es notable; incluye seis columnas monumentales que anteriormente formaron parte de la iglesia de San Francisco da Cidade. (...) Todas ellas (estatuas representando a Apolo y las Musas, dramaturgos, las partes del día) hacen muy interesante el edificio. El interior del edificio es igualmente interesante, siendo la propia sala del teatro admirable, como el techo pintado por Columbano.
(...) Estación Central de Lisboa de la Compañia de los Ferrocarriles Portugueses (Estación de Rossio). El edificio de la estación se encuentra frente al lado oeste del teatro. La fachada es de estilo manuelino, profusamente decorada, con grandes puertas en forma de herradura. El reloj de la fachada es eléctrico y esta unido a los del interior de la estación.
A dos pasos al este de Rossio descubrirá la Praça da Figueira (Plaza Figueira), que es el mercado central de Lisboa y está construía en el lugar antes ocupado por el Hospital de Todos los Santos, por el Convento de Sao Camilo y por otros edificios. Este mercado es muy popular y animado; es de hierro, con techumbre de vidrio, y se compone de un gran número de pequeñas lonjas y quioscos, que exponen hacia la calle o al interior del edificio. El mejor momento para visitarlo es por la mañana, que es cuando ofrece un espectáculo más animado.
Praça dos Restauradores (Plaza de los Restauradores). En el medio de esta plaza encontramos el monumento conmemorativo de la Guerra de Restauración, de 1640. El monumento, con base, pedestal y obelisco, tiene 30 metros de altura y fue proyectado por Antonio Tomás de Fonseca. En su parte inferior se encuentran dos figuras que simbolizan los genios de la Victoria y la Libertad, la primera de Simoes de Almeida y la segunda de Alberto Nunes; el monumento también muestra las fechas de las principales batallas de las campañas que siguieron a la revolución de 1640. Este obelisco fue erigido en 1886.
Praça Marqués de Pombal. También llamada Rotonda. Fue este el lugar escogido para levantar el monumento al gran estadista portugués. La primera piedra fue colocada por el rey D. Luis el 8 de mayo de 1882 en el centenario de la muerte del marqués. El monumento que está siendo erigido es un proyecto del arquitecto Adaes Bermudes y Antonio Couto con escultura de Francisco dos Santos. Tendrá 36 metros de altura, domina cinco grandes avenidas que convergen en este lugar. (...) El monumento, de acuerdo con el proyecto, representará al gran estadista sobre un pedestal contemplando su formidable obra, la reconstrucción del Lisboa tras el terremoto, la sustitución de la esclavitud por el trabajo y el estudio, y representará también a sus principales colaboradores.
La Casa Dos Bicos. Este edificio que data del siglo XVI pertenecía a los descendientes del gran Alfonso de Alburquerque. La fachada está toda cubierta por piedras puntiagudas y por esa razón se la llamaba comúnmente la Casa de los Diamantes. Es una curiosidad arquitectónica que bien merece ser contemplada.
Un poco más adelante, en la misma calle donde vamos a pasar ahora, está la llamada Igreja da Conceiçao Velha que merece nuestra atención; la portada es de estilo manuelino, con delicados trabajos en piedra, pudiéndose ver en medio relieve, las figuras de la Señora de la Misericordia, del Rey D. Manuel I y de su esposa Dña. Leonor, fundadores de la Misericordia, del Papa León X, y de varios santos, obispos, etc. Esta iglesia fue construída en 1520, y después de haber resultado dañada por los terremotos, fue reconstruída después del último de ellos, en 1755. El interior también merece ser visto, aunque no es particularmente notable en el aspecto artístico.
La Se Patriarcal es la Catedral de Lisboa; este templo es un edificio extremadamente antiguo siendo desconocida la fecha de su construcción, aunque se supone que debe datar de tiempos muy anteriores a la dominación árabe, o por lo menos del reinado de D. Alfonso Henriques. Los varios terremotos que ha sufrido Lisboa han dejado sus señales sobre el templo, que ha sido restaurado en varias ocasiones, pero hay que decir que lo ha sido muy mal, ya que su estado actual muestra la falta de un plan definido por parte de los diferentes "restauradores". Actualmente está en curso una restauración más cuidada, supervisada por Antonio Couto y se espera que los trabajos doten de una mayor unidad artística a la catedral.
El interior de la Se merece una cuidadosa visita, en la que no se deben olvidar sus tres naves, los arcos, los vitrales, la pila bautismal, donde se supone que fue bautizado San Antonio en 1195, la capilla de Bartolomeu Joanes, la cuna de Machado de Castro y varias pinturas que allí se pueden ver. También se encuentran los sepulcros del fundador de la capilla antes referida, los de los arzobispos D. Rodrigo da Cunha e D. Miguel de Castro, del rey D. Alfonso IV y de su esposa, hija de D. Sancho IV de Castilla, de Lopo Fernandes Pacheco y de su segunda mujer, Amalia Rodrigues.
Casi enfrente del Limoeiro (la prisión para hombres, está la Rua da Saudade, que conduce al Castelo de Sao Jorge (Castillo de San Jorge). El turista que tenga tiempo de sobra no debe dejar de subir a este castillo, construido en un alto desde donde se domina una amplia vista del Tajo y de gran parte de la ciudad. El castillo cuenta con tres puertas principales, conocidas como de la Traición, de Martim Moniz y de Sao Jorge. Todas ellas son muy antiguas. El castillo en si es bastante notable. Fue construído por los moros, al parecer, y formaba parte de las fortificaciones de Lisboa, con sus gruesos muros, almenas y torres. (...)
El Palacio de Ajuda, es un gran edificio sin verdadera importancia importancia arquitectónica, aunque a pesar de ello es merecedor de una visita. (...) En el interior el palacio merece más atención. Contiene un bellísimo mobiliario, excelentes ejemplares de bronce, cerámicas y otros objetos, así como pinturas y tapices de considerable valor.
Hay bellas estatuas y espejos, candelabros, relojes artísticos, alfombras y cortinajes, y una infinidad de ornamentos de menor tamaño que no de menor interés. De las salas merecen especial atención la Sala de Saxe donde las paredes, los techos, el mobiliario y todo lo demás exhiben las celebres figuritas de ese nombre, y la Sala de Mármol donde todo, paredes, suelo y techo es de mármol.
Este importante edificio, que puede visitarse con autorización, fue comenzado en 1802 bajo el diseño del arquitecto Fabri. Las obras se demoraron mucho tiempo, y a decir verdad nunca fueron concluidas totalmente, siendo introducidas numerosas variaciones respecto al proyecto original. Doña Isabel María, que fue regente del reino, habitó aquí, así como D. Miguel que aquí fue aclamado como rey absoluto. D. Carlos de España estuvo en este palacio en 1833 y aquí vivían la Reina Dña. María Pia y el príncipe D. Alfonso cuando se proclamó la República.
En el piso bajo está la Biblioteca, fundada por el Marqués de Pombal; el gran historiador Alexandre Herculano y el célebre escritor Ramalho Ortigao fueron dos de sus más notables bibliotecarios. La biblioteca contiene cerca de 24.000 volúmenes incluyendo muchos documentos históricos, pergaminos, manuscritos religiosos, diplomáticos, etc.
El Mosteiro dos Jeronimos (Monasterio de los Jerónimos), es una obra maestra de piedra que los turistas visitan y nunca consiguen olvidar. Es, de hecho, el monumento más notable que posee la capital. Su construcción fue ordenada por el rey D. Manuel I en 1502, obra del arquitecto Boitaca, autor de otras notables obras en Portugal. La puerta lateral es de una riqueza arquitectónica que maravilla y encanta a toda la gente. Es una sorprendente muestra de cantería, llena de, estatuas, relieves, armas e insignias, siendo los ejemplos más llamativos la estatua del príncipe Enrique el Navegante, y en la parte superior, la imagen de Nuestra Señora de Belén, con una ventana enrejada en el fondo. El efecto de esta puerta monumental,en su conjunto, muestra una rara armonía, profunda y delicadamente religiosa, y esto nos lleva a pensar en las manos admirables que la moldearon y la ejecutaron.
La Torre de Belem es, indudablemente, uno de los mas bellos monumentos de Lisboa y uno de los recordatorios más expresivos del poder militar y naval portugués. Esta maravilla de arquitectura orientalizante fue erigida en la Praia do Restelo, famosa por ser el punto desde el que partían los navíos para los Grandes Descubrimientos, y fue destinada a la defensa del rio y de la capital portuguesa. Fue el rey D. Manuel I el que ordenó su construcción, teniendo que ser edificada dentro del rio, con proyecto del gran maestro de la arquitectura "de encaje" (o manuelina), Francisco de Arruda. Fue comenzada en 1515 siendo terminada seis años después. Más tarde, las aguas del río retrocedieron, dejando la torre definitivamente ligada al margen.
Museu dos Coches, un museo curiosísimo, inaugurado en 1905 por iniciativa de la reina Dña. Amelia. Alberga 62 vehículos artísticos, uniformes y libreas de la Casa Real, uniformes de las tripulaciones de las naves reales, arneses, estribos, espuelas, botones, retratos. Este museo es superior a los similares de Versalles y Madrid, y posee magníficos ejemplos de arte portugués de los siglos XVII y XVIII en lo que respecta a este tipo de objetos. (...) Después de admirar las piezas principales, que nos dan una idea extremadamente nítida de la suntuosa vida en la corte de Portugal de esas épocas, debemos visitar las vitrinas de las salas superiores, que albergan las piezas de menor tamaño.
Deseamos que este paseo por la Lisboa de principios del siglo XX, con las palabras de Pessoa (en nuestra traducción libre y resumida aunque esperamos que fiel del original en inglés), os haya gustado. Podéis comparar sus impresiones con las vuestras en el caso de que ya conozcáis la capital portuguesa. Y si no es así, va siendo hora. Nosotros volvemos una y otra vez. Lisboa os espera.
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Museu Nacional dos Coches de Lisboa
Excelente idea seguir a Pessoa!
ResponderEliminarUno de los grandes, casi obligatorio hacerlo, Enrique Fernández Ivern Saludos!
EliminarLisboa es una ciudad preciosa, las plazas que mencionáis son una maravilla, y los edificios como se ve en vuestras fotos impresionantes. Como en toda gran ciudad el tiempo siempre se hace corto nos quedó mucho sin ver, y comprendemos que vosotros hayáis ido varias veces, Lisboa merece la pena.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Ya lo creo que lo es, Los Tiramillas, Lisboa siempre merece una visita. ¡Un abrazo!
EliminarPues no se deja nada en el tintero por ver!! Una estupenda guía ese libro que no conocía!! Si acaso incorporaría también los miradores que Lisbora tiene varios desde los que ver la ciudad desde las alturas.
ResponderEliminarUn abrazo
Jajaja, M.Carmen Cruz, y lo que falta… también están los miradores, claro. Pessoa no se dejó nada que existiera en su época por reseñar. Un librito corto aunque intenso, un buen "tute" viajero si se quiere seguir completamente.
EliminarAbrazos!