El triste destino de Ludovico Sforza, el Moro, y Beatriz d'Este no es algo inusual a lo largo de la historia. Los amantes, separados en vida, y en ocasiones también en la muerte, son personajes, reales o literarios, protagonistas de la vida cotidiana durante el transcurso de los siglos. Y sus sepulcros se convierten en lugares de leyenda.
Recordamos a Don Pedro de Portugal y Doña Inés de Castro, y su tumba en Alcobaça; Isabel de Segura y Juan Martínez de Marcilla, los amantes de Teruel; Romeo y Julieta, en Verona..., y también Ludovico y Beatriz, poseedores estos últimos, de la morada eterna más magnífica que hemos visto.
Durante el mandato de Ludovico Sforza, Milán se convirtió en el centro donde se gestó el clasicismo que marcaría las directrices de la arquitectura del siglo XVI. Allí coinciden Bramante y Leonardo da Vinci. También Luca Pacioli, que llega en 1496 llamado por el propio Ludovico para enseñar matemáticas. Leonardo, paradigma del hombre renacentista, establece allí los fundamentos de la concepción clasicista de la pintura. Las artes viven una época de esplendor.
Gian Galeazzo Visconti fundo la Cartuja en 1396 como mausoleo familiar, y los trabajos concluyeron a mediados del siglo XVI, ya bajo los Sforza, convirtiéndose en uno de los grandes monumentos del renacimiento lombardo.
Al encontrarnos frente a ella, lo primero que llama la atención es la profusión decorativa, un rasgo común a todo el complejo que incluye no solo la iglesia, sino el Palacio Ducal, los edificios para los servicios, y una vasta área de campos y terrenos cultivados.
Su construcción a lo largo de dos siglos, produjo la inevitable superposición de estilos artísticos: gótico, renacentista y barroco. Además de un gran número de arquitectos, trabajaron aquí numerosos escultores y canteros. La fachada asombra por sus mármoles de colores y las escenas escultóricas que la cubren casi por completo.
El interior es igualmente rico en decoración; suelos, techos y paredes, espacios abovedados, luces que se filtran a través de las vidrieras, un silencio casi total... hicieron que el atardecer se convirtiera en un espectáculo difícil de describir y de olvidar.
Los claustros, el mayor y el menor, con arquerías, conforman dos espacios llenos de luz, íntimos y en total armonía con su entorno. Hacía mucho, mucho tiempo que deseábamos visitar este monasterio. Ha merecido la pena.
La obra más famosa de la Cartuja de Pavía es el monumento funerario de Ludovico el Moro y Beatriz d'Este, de un realismo sobrecogedor, realizado por Cristoforo Solari en 1497.
Sin embargo, este no era el lugar elegido por los esposos para su descanso eterno, sino Santa María della Grazie, en Milán, donde Leonardo había terminado el fresco de la Última Cena.
Ludovico y Beatriz se casaron en 1491; la duquesa, muy culta, sumamente inteligente y con gran habilidad política, potenció las artes y el conocimiento, además de realizar una gran labor diplomática en apoyo de su esposo. Sin embargo, en 1497, a los veintidos años de edad, falleció durante el parto de un niño, que nació muerto.
Las desgracias no terminaron ahí para Ludovico, que en 1498 debió afrontar el hecho de que el recién coronado Luis XII de Francia, reclamase sus derechos al ducado de Milán, como nieto de Valentina Visconti.
Ludovico en un primer momento huye para buscar refugio junto al emperador Maximiliano I en Innsbruck, para regresar en el año 1500, al frente de un ejército, que a la postre le traicionaría, y reconquistar buena parte de lo perdido, incluida Milán.
A pesar de ello, fue derrotado en la batalla de Novara. Los franceses lo encarcelaron en el Castillo de Loches hasta su muerte, ocurrida ocho años después.
Beatriz fue enterrada en Santa María della Grazie, pero no en el monumento concebido por Solari, que, debido a las necesidades de fondos de Santa María fue vendido en 1564 a la Cartuja de Pavía.
Así, como para mostramos que no siempre los planes se cumplen, el monumento más admirado de la Cartuja es, en realidad, una tumba vacía, ocupada, tal vez, por los espíritus de Ludovico y Beatriz, al fin unidos para siempre.
Buenas! La verdad es que la corta vida de esta joven pareja es una historia triste donde las haya. Una historia que habéis narrado a la perfección, aparte de darnos un repaso histórico-artístico de la época de alucinar. Se agradecen este tipo de posts con los que aprender un poco más de nuestro pasado histórico, así da gusto. ¡Bravo ragazzi!
ResponderEliminarJajaja, gracias Lonifasiko, motivación a tope con tus comentarios!
EliminarUn abrazo!
Qué interesante lo que cuentas y qué bellas las fotos.
ResponderEliminarSaludos viajeros
El LoBo BoBo
Nos alegra de te guste, Paco Piniella
EliminarSaludos!
Menuda historia melancólica la de Ludovico y Beatriz, pero bueno, como dices, finalmente terminaron unidos para siempre.
ResponderEliminarBuen repaso a la historia, ¡¡¡cómo nos ayudáis a culturizarnos con vuestros exquisitos posts!!!
Cierto, Antonio Ruiz, una historia que nos gustó y quisimos compartir, aunque fuera triste.
EliminarSaludos!
No conocía la historia de estos personajes, me encanta leer y aprender cosas nuevas y gracias a vuestro post lo habéis conseguido.
ResponderEliminarUn saludo,
Jesús Martínez
Vero4travel
Es un poco desconocida, Jesus Martínez R, y encantados si te ha parecido interesante.
EliminarUn saludo!
Wow ... preciosísimo lugar y mejor historia que desgraciadamente NO conocía, ... a pesar de haber estado por la zona en varias ocasiones ...
ResponderEliminarUn buen post!; un saludo!
Es lo bueno, The world thru my eyes, siempre quedan cosas por conocer!
EliminarSaludos!
Me ha encantado, qué sitio más increíble. Se me hace la boca agua de verdad.
ResponderEliminarEs precioso, Loquemeahorro y el interior es absolutamente increíble, lástima no haber podido fotografiarlo.
EliminarUn abrazo!
Hola amigos del Guisante!
ResponderEliminarUna historia novelesca que seguro alguien ya ha narrado. Y una época donde la vida humana no cobraba la dimensión que hoy tenemos, no? Creo que los destinos de muchos pueblos de la Vieja Europa están plagados de designios trágicos, muchas veces borrados de la historia... pero aquí, como se trataba de personajes tan importantes, nos han legado unos monumentos fantásticos y uds, como siempre, aquí se encuentran para compartirlo con nosotros! Gracias por ello!
Un fuerte abrazo, con el sol y el sabor de la Provenza!
Es verdad Gus, hay miles de historias anónimas que nunca conoceremos. Compartir esta historia, reflejo de otras muchas, y que os guste, un impulso para seguir adelante.
EliminarUn abrazo!
Hola Guisantillos!
ResponderEliminar¡Un fantástico repaso histórico artístico! Gracias por recuperar una historia tan romántica y un paseo por uno de esos lugares que a nosotros siempre nos hacen reflexionar sobre el sentido (y el uso) del tiempo y la proyección infinita que tuvo ese momento histórico y esos genios que, como Leonardo, hicieron de la excelencia una forma de vida.
Muchas gracias, Viajes de Primera, comentarios así, hacen crecer los blogs.
EliminarUn abrazo!
Estoy tratando de recuperar mi actividad bloguera que ha estado en dique seco durante semanas, y leo vuestra entrada: estupenda. Muchas cosas me han venido a la cabeza al leerla, pero sólo anoto una relacionada con esa “inevitable superposición de estilos artísticos”, que a lo largo de historia resulta tan enriquecedora y hoy parece casi prohibida … más de una vez hemos hablado de los buenos resultados que da el "mestizaje artístico": lo que ahora nos enseñáis es un ejemplo más, y de primera.
ResponderEliminarxG
Gracias , como me gusta lo del mestizaje artístico. Y cuánto cuesta mantenernos al día con las visitas a los blogs amigos.
EliminarNo sabes las ganas que le teníamos a la Cartuja, nos llamaba desde las páginas de una colección de arquitectura y estaba en lista ya desde nuestra primera visita a Italia, aunque salió perdiendo en la negociación y al vernos, ahora, se mostró vengativa y nos recibió con una tremenda tormenta. Menos mal que al final notó nuestra emoción y se dejó admirar en un claro del cielo. Apuramos tanto la visita que casi nos dejan dentro, y es que el interior te deja sin habla ;-))
Espectacular exceso. Me apunto a las tardes. Saludos.
ResponderEliminarEl Viajero Impresionista, no te defraudará. :)
EliminarSaludos!
Que belleza, veo las fotos y quisiera estar allí, como puede ser posible tanta belleza.
ResponderEliminarEfectivamente, Luis, una maravilla que invita a detenerse a cada paso. Un saludo!
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