Los colores del vino son la excusa perfecta para descubrir uno de los secretos mejor guardados de Euskadi: las tierras de Rioja Alavesa.
Recorrer y perderse entre lagares rupestres, un mar de viñedos, el paisaje del vino en Labastida, Páganos, Laguardia, Elciego, Baños de Ebro, Lapuebla de Labarca, Elvillar…, es una experiencia para los cinco sentidos. Detenerse a sentir la tierra, escuchar todas las fases de un proceso que viene perfeccionándose desde hace más de mil años. Admirar la lágrima en la copa de vino aferrándose a sus paredes, contrastar esos rojos cereza, los amarillos dorados, entretenerse imaginando al duende tanto tiempo encerrado en barrica de roble americano o francés de grano fino.
¿Qué puede hacer diferente una pequeña franja de terreno de algo más de 300 km al sur de Alava? Inés Baigorri va a responder una y otra vez a nuestras preguntas sobre las peculiaridades de los caldos de Rioja Alavesa y sus viticultores.
Pero ¿cuáles son los colores del vino? En una suerte de sinestesia, acercarse a la cultura del vino a veces supone oler colores y tocar sabores. Son muchas las zonas vinícolas que a nuestro alrededor compiten por los paladares más selectos. Y la verdad es que escuchar a aquellos apasionados por sus viñedos, que llevan muchas generaciones en su familia, cuyos apellidos dan nombre a las bodegas, siempre da un poco de envidia. Esa pasión por preservar características propias, por la calidad de la materia prima unida a un terreno propicio y una climatología adecuada, esa capacidad de identificar una paleta de sabores que asombran al no iniciado.