Aunque hace unos años perdimos la oportunidad de ver en el Museo Ludwig de Colonia una retrospectiva del artista estadounidense Edward Hopper, ha merecido la pena esperar a ver esta exposición, que tras su paso por el Museo Thyssen-Bornemisza, viajará a París, y en la que sólo se echa de menos su obra Nighthawks del Art Institute of Chicago, y alguno de sus faros.
Precisamente, la exposición comienza con un repaso de su etapa de aprendizaje, completada en 1906, como era obligado, en París. Allí no acudió a ninguna escuela ni academia, sino que se paseaba por las exposiciones y pintaba al aire libre. Consideró malo el certamen anual del Salón de Otoño, con retrospectivas de Cezanne, Gauguin, y las vanguardias no le impresionaron.