Al recordar nuestras escapadas por Asturias la expresión Volver al Paraíso cobra todo su sentido; unas palabras a menudo utilizadas en la promoción turística del Principado y que hace parecer un tanto pretencioso el título que hemos dado a estos párrafos. Elegir 7 rincones de Asturias que simbolicen ese regreso al paraíso terrenal no es una tarea sencilla y, como ocurre siempre en estos casos, es algo arbitrario. Hemos querido escapar de las ciudades, tal vez porque desde hace unos meses nos vemos unidos a ellas, atrapados en sus límites, y apetece salir en busca de horizontes limpios donde el mar, las montañas y los valles parecen prolongarse sin fin.
Asturias se muestra orgullosa de su Naturaleza, no en vano los parques nacionales, las reservas de la biosfera y otros espacios protegidos ocupan más de un tercio de su territorio. Tal vez por ello, la línea recta no siempre es la manera más rápida de llegar a un destino en suelo asturiano y, desde luego, nunca es la más interesante. Allí encontraremos las manchas forestales más abundantes de Europa, las simas kársticas más profundas del mundo, ríos donde la contaminación no es siquiera un mal recuerdo, o cumbres míticas, como el Picu Urriellu.
En Asturias se da esa mezcla que tanto nos gusta y que buscamos a menudo en nuestros viajes. El mar. Más de 470 km de costa marcan la frontera asturiana con el Mar Cantábrico. La montaña, los Picos de Europa se levantan apenas a 20 kilómetros de las arenas donde el mar rompe desde hace milenios. Otras sierras, como la Sierra de Cuera o la de El Sueve extienden su influencia por la costa. Miradores, como el de El Fitu, nos permiten admirar la belleza de unas montañas que parecen mecerse al rumor de las olas.
Cerca de la mitad del litoral lo ocupan las playas, la mayoría de arena fina, pequeñas, a modo de calas salpican toda la costa asturiana; solamente en el entorno de Llanes hay unas treinta, difícil elegir una. Incluso cuentan con la que podría ser la playa más pequeña del mundo, que además se encuentra en el interior, separada varios metros del mar que la baña colándose bajo los acantilados: el monumento natural de la Playa de Gulpiyuri. Durante mucho tiempo permaneció casi oculta a miradas foráneas, lo que ha favorecido su conservación, algo que podría cambiar desde su salto a la fama.