Seguir el curso del río Aker, Akerselva en noruego, es una magnífica forma de conocer la capital de Noruega, Oslo, y no solo su espacio natural, sino su historia, el patrimonio industrial, o el barrio más in de la ciudad nórdica, Grünerløkka. Os invitamos a compartir con nosotros este viaje a través del tiempo, un sendero verde que parte Oslo en dos, un camino lleno de sorpresas.
El sendero, un paseo de ocho kilómetros, parte del lago Maridalsvannet, en Oslomarka (esa región que rodea Oslo y de la que hemos hablado en varias ocasiones para resaltar la belleza de sus bosques y senderos): 'Invierno en Oslo, experiencias para que el frío no te deje en casa' y 'Oslo, los Mil Lagos de un paraíso senderista'.
La ruta continua por Nordre Aker, Sagene, Grünerløkka, centro de Oslo, Grønland, y termina en Bjørvika frente al fiordo hacia que mira el edificio de la Opera de Oslo, Operahuset.
La ruta continua por Nordre Aker, Sagene, Grünerløkka, centro de Oslo, Grønland, y termina en Bjørvika frente al fiordo hacia que mira el edificio de la Opera de Oslo, Operahuset.
Maridalsvannet es el lago más grande de Oslo, a la que proporciona la mayor parte de su agua potable. Desde la Estación Central de Oslo, la L3 nos deja en poco más de diez minutos en Kjelsås station. Desde allí nos tocará andar un kilómetro hasta llegar a orillas del lago, pasando por el primer punto de interés del recorrido: el Museo Noruego de Ciencia y Tecnología, una institución que data de 1914 y ha cambiado de ubicación varias veces. El museo ilustra la transformación de la sociedad agraria noruega en una sociedad industrial compleja.
Ya en lo más alto de nuestro recorrido, comenzamos el descenso por el sendero que discurre junto al Akerselva y que durante el invierno presenta algunos pasos complicados debido al hielo que se forma con mucha frecuencia, a veces oculto a la vista bajo las hojas que cubren el camino, por lo que hay que mirar bien por donde pisamos para no dar con nuestros huesos en el suelo. A pesar de las precauciones, no evitamos totalmente que la gravedad cumpliera su objetivo. Consuela ver que a los locales también les ocurre, aunque su pericia para resbalar sin caer es asombrosa, y son capaces de llevar su café sin derramar una gota mientras se deslizan calle abajo...
En cada época del año el Akerselva muestra una cara diferente. Durante el invierno, con sol y nieve, nos permite ver buena parte de su cauce gracias a que los árboles han perdido sus hojas y, de paso, aprovechar el sol plenamente; en verano, es un sendero a menudo sombrío, la sensación de encontrarse en un bosque es intensa y es un buen lugar para escapar del calor que, en contra de lo que pudiera pensarse, aprieta en Oslo. Aun debemos recorrerlo en primavera con las aguas del deshielo amenanzando con desbordarse y las cataratas rugiendo o en otoño, con los colores propios de la estación saturando los árboles.
Actualmente, las áreas de bosque del Akerselva se han convertido en un auténtico pulmón verde para Oslo: depuran el aire, sirven para regular la temperatura y amortiguan el viento. Bosques, cascadas (la más espectacular la veremos junto a la casita roja de Hønse-Lovisa, en Beierbrua), zonas de baño como en Nydalen, lugares de pesca, fauna y flora abundantes..., a veces no parece posible que estemos atravesando una gran ciudad.
El Akerselva, además, es testigo excepcional de la industrialización de Noruega, un proceso que tuvo a la ciudad de Oslo como principal motor del país, y que se produjo durante la segunda mitad del siglo XIX, ya que los aserraderos, las fábricas textiles y la industria mecánica se establecieron en sus riberas aprovechando la energía hidroeléctrica que proporcionaba la fuerza de las aguas. Una tradición que aun hoy hace que prácticamente la totalidad de la energía del país nórdico tenga su origen en el cauce de los rios.
El coste de esta gran actividad económica fueron los altos niveles de contaminación que sufrió el río; un problema del que se tuvo conciencia en los años setenta del pasado siglo y que dio lugar al inicio de un proceso de regeneración del Akerselva. Tras décadas de cuidados, un vertido accidental de cloro causó la muerte del rio en 2011. No obstante, en julio de 2016 la prensa noruega publicaba una imagen de la alcaldesa de Oslo, Marianne Borgen, pescando salmón en el Akerselva, gracias a la recuperación de la calidad de las aguas.
El coste de esta gran actividad económica fueron los altos niveles de contaminación que sufrió el río; un problema del que se tuvo conciencia en los años setenta del pasado siglo y que dio lugar al inicio de un proceso de regeneración del Akerselva. Tras décadas de cuidados, un vertido accidental de cloro causó la muerte del rio en 2011. No obstante, en julio de 2016 la prensa noruega publicaba una imagen de la alcaldesa de Oslo, Marianne Borgen, pescando salmón en el Akerselva, gracias a la recuperación de la calidad de las aguas.
Durante todo el camino encontramos una gran cantidad de antiguos edificios industriales, construidos en ladrillo cara vista, reconvertidos algunos en industrias mucho más ligeras, de servicios, estudios de artistas, gimnasios, restaurantes, galerias para exposiciones, y un largo etcétera. Uno de sus núcleos es Nydalen, una zona donde además de instalarse nuevas empresas, se ha procedido a reordenar su urbanismo con nuevas edificaciones de uso residencial y una estación de metro, convirtiéndose en un polo de atracción para la población de Oslo. Llamó poderosamente nuestra atención la zona de baños excavada en la orilla del rio, y que se nutre de este. Durante el invierno la fuerza de las aguas y su baja temperatura no invitan al baño, todo lo contrario a lo que ocurre en época estival, asombrándonos el gran número de personas que disfrutaban de ese spa natural.
También en la zona de Nydalen podemos hacer un alto en camino, y sentarnos un rato en la cervecera Nydalen Bryggeri og Spiseri, donde seguro entraremos en calor en el invierno con una buena sopa caliente. Es un local donde disfrutar de una gran hamburguesa y una cerveza local o, si lo preferís, podéis optar por una carta más "seria", eligiendo entre carnes, pescados, ensaladas...
No siempre hay que ceñirse al recorrido marcado, y en ocasiones puede ser interesante alzar la vista para descubrir, muy cerca de nuestro camino, lugares que merecen una visita, como la Sagene kirke. Esta iglesia se alza sobre un promontorio que domina el parque Myraløkka, por el pasamos en nuestra ruta. Un edificio neogótico construido por el arquitecto Christian Fürst en 1891. La iglesia es famosa por su excelente acústica, y si tenéis suerte podreís asistir a un concierto muy especial. El órgano de la Iglesia Sagene fue construido por el renombrado fabricante alemán Albert Hollenbach, al igual que otros 22 que envió a Noruega, y de los que es el último representante, de ahí lo exclusivo de la experiencia.
Mas abajo, siguiendo el rio, encontramos una gran nave industrial, la antigua sala Vulkan, construida en 1902 y utilizada para almacenar elementos de hierro para la construcción de puentes. Hoy ha sido reconvertida en centro gastronómico, Mathallen, mezcla de tienda y bar, donde se pueden adquirir y degustar un buen número de productos noruegos. Entre la variada oferta culinaria que se ofrece hallaréis hasta pintxos, al menos de nombre.
También se organizan conferencias, cursos, ferias, festivales..., y en los fríos dias de invierno traspasar las puertas de entrada proporciona una sensación como de haber viajado al desierto desde el Polo en diez segundos.
Estas zonas más bajas del sendero también concentran un buen número de locales mucho mas alternativos, y de empresas menos tradicionales, dentro de la reconversión que ha sufrido la vieja industria. Es el territorio del street art, del rock nórdico, junto a cafés aparentemente tradicionales de no ser por el entorno, con una estética que a veces raya el steampunk y el lugar donde explorar los ambientes noruegos cuando en el centro echan la persiana...
Estamos en el antiguo complejo industrial de Vulkan, que a mediados del siglo XIX reunía aquí aserraderos, fábricas de cemento, de ladrillos, sierras..., hasta que la empresa fundada por Halvor Horas, Vulkan Jernstøberi se hizo cargo de la zona en 1873. Aunque su actividad cesó a finales de la década de los 50 del pasado siglo, se ha conservado su denominación para el nuevo barrio.
La renovación de Vulkan ha sido premiada en numerosas ocasiones por su apuesta por la construcción sostenible y el uso de energías renovables, motivo por el que, no solo los locales alternativos se han establecido aquí, sino que también encontramos el Design og arkitektur Norge, DOGA, Centro Noruego de Diseño y Arquitectura, que ocupa un edificio construido en 1898 como estación transformadora para la planta de energía de Oslo. Muy cerca, al otro lado del Akerselva y en terrenos del vecino Grünerløkka, tenemos la Kunsthøgskolen i Oslo, KHiO, la Academia Nacional de las Artes de Oslo, en el edificio de la Christiania Seildugsfabrik, una antigua fábrica textil fundada en 1856.
Vulkan comparte frontera con el cada vez más famoso barrio de Grünerløkka: un antiguo núcleo que reunía a buena parte de la población obrera que trabajaba en las fábricas cercanas y que, desde hace un tiempo, está en boca de los gurús de las ciudades por su gran transformación. Han apostado por las zonas verdes, los mercadillos, los locales vintage, empresas pequeñas y modernas, y una población que ha recuperado parte de la filosofía del movimiento hippie.
Sin embargo, nadie debe esperar encontrarse el barrio super alternativo, transgresor y diverso que tantas veces hemos leído en artículos y revistas de viaje. Aquí todo está medido y cuidado, empezando por sus habitantes, menos diversos de lo que podría esperarse, ya que, el porcentaje de población inmigrante se encuentra al mismo nivel o algo por debajo de la media de Oslo.
¿Merece entonces la pena recorrer Grünerløkka? La respuesta es si. Encontraremos locales y comercios diferentes, mucha vida real, de momento a salvo del turismo de masas aunque esto cambia día a día, pequeños artesanos, mercadillos, galerías de arte, establecimientos gourmet, y también un buen toque de exclusividad porque allí son muy conscientes de las peculiaridades de su barrio, aunque estamos hablando, siempre, de una diversidad domesticada.
Probablemente el mejor lugar para disfrutar de la mezcla social del barrio sea, durante los meses estivales, Sofienbergparken. Es uno de los parques más populares de Oslo, y allí podremos ver a representantes de todas las culturas que viven tanto dentro como fuera de Grünerløkka, alrededor de una barbacoa, jugando, charlando animadamente o incluso echando una siesta...
En otro de los parques de Grünerløkka, Birkelunden encontraremos un gran mercadillo dominical, que funciona desde 2003, y donde se puede rebuscar entre productos de segunda mano de los años 40' a los 80', desde ropa a vinilos.
Frente al parque, separada por una de las calles más emblemáticas del barrio, Thorvald Meyer Gate, se alza la Paulus kirke edificada en 1892 en estilo neogótico alemán. La calle Thorvald Meyer, repleta de edificios que conservan sus elegantes fachadas del siglo XIX, recuerda al rico comerciante maderero, dueño de Grünerløkka, y responsable de su primera parcelación allá por 1862.
En Thorvald Meyer Gate encontramos una buena representación del espíritu de Grünerløkka. Algo que caracteriza al barrio es que muchos locales solo abren dos o tres días a la semana, y un buen número de ellos no son lo que parecen. Entrar en la boutique de un diseñador buscando ropa original puede significar que, además, salgas con un corte de pelo de lo más hipster, o hacerlo atraídos por el modernísimo diseño de un anillo, para salir con una pieza de mobiliario del siglo XIX...
Una excelente forma de recorrer no solamente Grünerløkka, sino también muchos de los senderos del Akerselva, es en bicicleta. Están por todas partes y, lógicamente, los locales dedicados al mundo de las dos ruedas proliferan. Como Sykkelpikene, de donde saldréis, además, con un ramo de flores para adornar la cestilla de vuestra flamante bici. Tampoco podemos olvidar que en esta calle, Thorvald Meyer, donde parece concentrarse la esencia del barrio, vivió, en el número 48, Edvard Munch. No fue el único lugar donde lo hizo, y hay toda una ruta para seguir sus pasos por el barrio.
En nuestro camino debemos reponer fuerzas y aquí tenemos a Godt Brød, en nuestra calle favorita del barrio. Se trata de una panadería ecológica, que utiliza productos frescos, libres de aditivos y pesticidas. Sirve comida ligera, y tiene una especie de patio trasero cubierto donde disfrutamos de dos cortados y un rollo de canela. Los panes recién horneados y la bollería tradicional, están hechos con una de las mejores harinas de Escandinavia, la sueca Berte Qvarn, que también podéis adquirir en la tienda.
Casi enfrente se encuentra Fru Hagen, un local vintage, con mobiliario de aspecto realmente desvencijado aunque muy acogedor. Bar de café y copas, su oferta gastronómica ofrece desde sandwiches y ensaladas a menú completo. El interior es oscuro e íntimo, muy apto para la noche, mientras que la parte junto a las ventanas es perfecta para el mediodía. Tocó burguer (como para repetir, sin duda), y nos quedamos con las ganas de probar el cerdo con salsa de ciruelas, así que otra vez será.
Llegando al final de Thorvald Meyer Gate encontraremos dos lugares interesantes. En primer lugar el pequeñísimo local de Supreme Roastworks, del que ya os hablamos en una entrada anterior: 'Oslo, de Vigeland Park a Supreme Roastworks, el mejor café del mundo se sirve en Noruega'. Allí, Odd Steinar Tollefsen, vencedor en 2015 del World Brewers Cup, os contará como se prepara esa taza ganadora. No hay excusa para no caminar un poco más.
Algo mas arriba, por si no sois de café, podéis llegar hasta el impresionante edificio de ladrillo de la cervecera de Grünerløkka, Ringnes AS fundada en 1876 por los hermanos Amund y Ellef Ringnes junto con Axel Heiberg. La primera cerveza se produjo solo un año mas tarde, y hoy en día la estructura acoge el Ringnes Ølsenter, un centro integral de la cultura de la cerveza, sin olvidar su gastronomía asociada. La marca, tras mas de un siglo de fusiones, compras y alianzas, en 2004 fue vendida íntegramente, por primera vez, al capital extranjero, lo que en algunos círculos se calificó de desastre nacional.
El otro punto neurálgico de Grünerløkka se encuentra en Markveien, epicentro del vintage con espacios muy famosos en Oslo, como Ny York design & 2nd hand, recordando que los habitantes del barrio llamaban Ny York a esta zona a finales del XIX; Robot, Fretex Unika y Frk. Dianas Salonger completan la oferta. Una de las mas conocidas, Velouria Vintage, sin embargo, se encuentra en la paralela Thorvald Meyer.
Antes de recuperar el paseo por las orillas del Akerselva, debemos mencionar que en el límite sureste de Grünerløkka se encuentra el magnífico Botanisk Hage, el Jardín Botánico, que merece el artículo que le dedicamos: "Oslo, del Jardín Botánico de Tøyen a los rosales de Vigeland Park".
De nuevo en el sendero que nos trae desde Maridalsvannet, llegamos rápidamente a Grønland, con su entramado de vías y la estación de autobuses que deberemos salvar para llegar al final de nuestro trayecto, a orillas del fiordo.
Esta ruta puede realizarse en un par de horas, si de lo que se trata es de andar, pero para un visitante primerizo no tiene sentido. Es mejor invertir todo el día, y poder detenerse en varios de los lugares que hemos mencionado, o hacerla en dos partes: el sendero con sus muchos puntos intermedios un día y otro sacar vuestro lado trendy en Grünerløkka; o cualquier otra forma que se os ocurra. Sea como sea, que lo disfrutéis.
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Este recorrido por la orilla del Aker fue uno de los que mas nos gustó. Como bien decís, se va de sorpresa en sorpresa. Creo que os comentamos que en Oslo celebran el día del río Akerselva en septiembre. Nosotros fuimos por la noche y era impresionante la cantidad de gente que había, coros de niños cantando, bailando etc. El río iluminado con velas ambas orillas, todo bajo una lluvia torrencial que a nadie preocupaba. Regresamos a casa bien remojados pero encantados, el río estaba precioso, y fue bonito verlo. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Tiramillas, nos alegra mucho que os traiga buenos recuerdos, al fin y al cabo ese camino estuvo en vuestra mochila antes que en la nuestra... El video bajo la lluvia era apoteósico, :)
EliminarMe dejáis con la boca abierta y salivando. Una ruta muy variada y completa en la que dan ganas de hacer absolutamente todo lo que proponéis. Me la guardo por si consigo volver por Oslo, algo que espero hacer más pronto que tarde.
ResponderEliminarJajaja, muchas gracias, Tawaki es una ruta que se puede hacer todo el año, cada estación tiene lo suyo. En invierno, con nieve, está genial, aunque hay que ir con cuidado... Por lo demás, cómoda y entretenida. A ver si pronto vuelves por allí. ¡Saludos!
EliminarPrecioso articulo y preciosas fotos. Tengo planeado viajar a Oslo para el año que viene, si el presupuesto del viaje a Japón en primavera me lo permite.
ResponderEliminarMe sera de ayuda este articulo!
Un saludo
Si te recuperas de tu viaje a Japón, Oslo será un gran contraste, sin duda. Suerte en el pais del sol naciente, y un saludo, findeFOTO
EliminarComo me gustaría volver a Oslo...y pasear por sus calles, y por la luz que no se acaba...o todo lo contrario...me encanta. Es de extremos.
ResponderEliminarHace mucho que no vengo por aquí y es porque no conseguía que se quedaran grabados mis comentarios...lo intento de nuevo. Si no, pues vendré,...siempre os leo y vengo...pero será en silencio.
Me gusta ese paseo de dos horas...me perdería un ratito por allí ahora mismo, y luego tomaría té caliente, churros y algún libro.
Os veo tan viajeros como siempre, Maribel. Cuidaos mucho y seguir disfrutando de todo lo que os rodea en la vida.
Un abrazo muy grande.
¡Hola María! Un gusto leer tus comentarios, como siempre :D La verdad es que este paseo, que no muchos turistas realizan, es una forma fantástica de conocer Oslo. Recomendable al cien por cien.
Eliminar¡Un abrazo!