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enero 31, 2023

Horseshoe Bend, Arizona: la magia perdida

Maribel y Roberto en Horseshoe Bend - Arizona, por El Guisante Verde Project

Horseshoe Bend, el meandro en forma de herradura que dibuja el río Colorado muy cerca de la ciudad de Page, es uno de los paisajes más espectaculares de Arizona, aunque será difícil que recupere su magia, perdida debido a una sobreexposición en las redes sociales que lo ha convertido en objeto de deseo de visitantes llegados de todas partes del Planeta.

Horseshoe Bend - Arizona, por El Guisante Verde Project

El sendero a Horseshoe Bend (cuando éramos libres)

Llegamos desde Page, unos 8km al norte, por la US 89, una magnífica carretera que une siete parques nacionales atravesando Arizona desde Flagstaff, todo Utah, Wyoming y Montana, hasta la frontera con Canadá. Un cartel polvoriento señalaba un giro brusco hacia el meandro del río Colorado. A menudo los viajeros pasaban de largo; por fortuna, íbamos atentos.

El sendero, siempre cambiante gracias a los juegos de luces y sombras, a los diferentes colores que brillan bajo el Sol, no presenta dificultades. El calor, variable a lo largo del año y de las horas del día, unido a la falta de sombra, es un elemento a tener en cuenta. Menos de 1'5 km separan el aparcamiento y el borde del acantilado, lo que no impide que sea un recorrido muy interesante. Más adelante os contaremos por qué.

Horseshoe Bend, colinas de los ancantilados - Arizona, por El Guisante Verde Project
Horseshoe Bend, sendero - Arizona, por El Guisante Verde Project
Horseshoe Bend, cráteres desde el sendero - Arizona, por El Guisante Verde Project
Horseshoe Bend, aguas azul verdosas del Colorado - Arizona, por El Guisante Verde Project

A medida que avanzamos, podemos observar lo que parecen dos gigantescos cráteres que se abren sobre el terreno que pisamos. Frente al borde del cañón la vista es extraordinaria. Las aguas azul verdosas del río Colorado, del que nos separa una caída vertical de 300 metros, dibujan una curva de 270º entre las paredes de arenisca rojiza. 

Recorremos libremente la zona, con las precauciones lógicas para no resbalar y tener un primer plano de las orillas del río. Es muy difícil trasladar la sensación de inmensidad que tenemos sentados sobre las rocas o caminando por los acantilados de Horseshoe Bend. En algunas imágenes, pocas, se adivinan minúsculos puntos, viajeros que, como nosotros, deambulan fascinados o permanecen inmóviles, atónitos ante el espectáculo.

enero 25, 2023

Ruta al Mirador de Orkatzategi en Oñati, la Euskadi más espectacular

Mirador de Orkatzategi, por El Guisante Verde Project
Un fresco día de invierno, con el color azul brillando en el cielo, es el momento que elegimos para calzarnos de nuevo las botas y caminar hasta uno de los balcones más espectaculares de Euskadi: el Mirador de Orkatzategi.

Oñati, la señorial villa, donde se fundó en 1540 la Universidad Sancti Spiritus, la primera de Euskadi, es nuestro punto de partida. Tomamos la carretera GI-3591 que se dirige hacia el Monasterio de Arantzazu. Tras recorrer menos de 5km, nos desviamos hacia las Cuevas de Arrikrutz, por la GI-3592, uno de los puntos a destacar, tanto del recorrido, como de la comarca del Alto Deba, en donde nos encontramos. Las cuevas son un auténtico laberinto kárstico compuesto por 14km de galerías, excavadas por el río Aldaola. A su belleza natural se une la importancia de los restos de animales encontrados, como el rinoceronte lanudo, aunque sin duda, uno de los restos más fascinantes es el esqueleto completo de un león de las cavernas.

Sendero hacia San Elías, por El Guisante Verde Project
La carretera nos llevará hasta Araotz, donde nació en el siglo XVI el explorador Lope de Aguirre, famoso por su búsqueda de El Dorado y por encabezar una rebelión contra Felipe II. Antes de llegar al pueblo, nos encontramos con la singular iglesia de San Elías, Sandaili, del siglo XV, construida al abrigo de una cueva. Junto a la ermita, encontramos unos, anacrónicos y mal conservados, bancos de cemento que no hacen sino acentuar la sensación de abandono que produce el lugar. El agua que gotea del techo era muy apreciada por favorecer la fertilidad, según la tradición popular.

Cueva de la Iglesia de San Elías, por El Guisante Verde Project
Iglesia de San Elias - Araotz, Oñati, por El Guisante Verde Project
Sandaili - Araotz, Oñati, por El Guisante Verde Project
En el sendero que nos lleva desde la carretera hasta Sandaili es frecuente ver algunos miembros de la Escuela de Escalada de Araotz, practicando sobre las paredes rocosas, un lugar especialmente indicado para iniciarse en este deporte.

Escuela de Escalada de Araotz, por El Guisante Verde Project
El tramo de carretera que lleva hasta la entrada y el aparcamiento de las cuevas de Arrikrutz es bastante estrecho, aunque es una autopista en comparación con los 3 km que restan para llegar a Araotz. Tranquilidad, hay bastantes apartaderos para permitir el paso de dos vehículos. Aparcar en Araotz es, por decirlo suavemente, complicado. Hay un pequeño aparcamiento a la entrada del pueblo; está señalizado, también en nuestro mapa, y además es perfecto para realizar la senda que nos llevará hasta el mirador. Junto a la iglesia, dedicada a San Miguel, hay dos lugares habilitados para aparcar (cuando nosotros realizamos la ruta, a principios de enero de 2023, uno de ellos estaba siendo remodelado), aunque su capacidad es bastante limitada y es posible que tengamos que recorrer algún kilómetro de más, en función de donde hayamos podido aparcar el coche.

enero 10, 2023

15 Años de El Guisante Verde Project, 30 Años de Viajes

Monjes en el muelle del Chao Praya, Bangkok, Tailandia, por El Guisante Verde Project
Tres lustros de vida es casi una eternidad en la Red, así que parece un buen momento para echar la vista atrás sobre lo vivido en nuestros viajes. Lo hemos ido contando a lo largo de los 15 Años de El Guisante Verde Project.

En realidad, tenemos que retroceder un poco más en el tiempo. Desde que nosotros, los autores de esta bitácora, Maribel y Roberto, cruzamos juntos la primera frontera han trascurrido ya treinta años. Solo pensarlo nos da vértigo, y nos damos cuenta de que la mayoría de nuestras primeras veces no las hemos contado, ni siquiera lo haremos ahora. No era posible, al menos en la forma que lo es hoy, en 2023. Probablemente, tampoco habríamos querido hacerlo. Mucho han cambiado las cosas desde la primera vez que atravesamos juntos Francia para visitar, un tópico, lo sabemos: París. Comenzaba el año 1993. La emoción de aquella primera vez al traspasar las puertas del Museo del Louvre o de la Catedral de Notre Dame o de caminar por el Barrio Latino, es algo que aun nos acompaña.

Interior del Templo de Edfú, Egipto, por El Guisante Verde Project
Un año más tarde llegó el turno a nuestra primera vez en un destino que, en 1994, nos parecía inalcanzable: Egipto. Siempre nos ha atraído la civilización egipcia, nuestras librerías lo muestran claramente, y aun podemos recordar el olor dulzón que nos golpeo al desembarcar en el aeropuerto de El Cairo. Egipto vivía una profunda crisis, no se recuperaba del impacto que habían producido los numerosos atentados contra turistas, a pesar de que habían cesado hacía tiempo. El recuerdo de las visitas a Luxor, Karnak, Abu Simbel, Abydos, Dendera, Philae, o de las calles de El Cairo prácticamente solos aun nos emociona. Siempre supimos que nuestro viaje sería irrepetible.

Big Ben, Londres por El Guisante Verde Project
Que nostalgia de aquellos primeros descubrimientos, de sumergirnos por completo en Estambul, Beijing, Bangkok, Saigón, Angkor..., de bucear insistentemente en sus calles, librerías, museos y libros de arte, en los escritos y las visiones de otros viajeros. Una búsqueda incesante de localizaciones de imperios desaparecidos y culturas enigmáticas junto con la presión de los actuales habitantes y su interés o desinterés por quienes los visitamos. Viajamos al Egipto faraónico, al Reino de Siam, a la Ciudad de la Sublime Puerta, a la Ciudad Púrpura Prohibida, a Cartago, a las caras sonrientes del Templo del Bayón, soñado por Pierre Loti.