La ciudad de Ohrid (Macedonia), situada a orillas del lago homónimo, está incluida desde 1980 en la lista del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y se la conoce como la Jerusalén de los Balcanes gracias, entre otros motivos, a la leyenda alimentada por viajeros, como el otomano Evliya Çebeli que, en el siglo XVII, afirmaba que dentro de los límites de la ciudad se podían contabilizar 365 capillas o iglesias, una para cada día del año.
En nuestro recorrido por Albania, decidimos salirnos un poco de la ruta y hacer una pequeña incursión en la República de Macedonia, bordeando el Lago de Ohrid que comparten ambos países, aunque la mayor parte se encuentra en territorio macedonio, intentando vencer las reticencias que, a pesar de la belleza del paisaje, despertaba en nosotros el hecho de que Ohrid fuera un foco turístico de primer orden…
Afortunadamente, nuestros temores resultaron infundados. Con toda probabilidad al haber viajado al final de la temporada, durante el mes de septiembre, nos ha librado de muchedumbres, al igual que nos ha ocurrido en la Riviera Albanesa, y nos ha permitido disfrutar este enclave a nuestro antojo, hasta el punto de que nuestro recorrido por Albania no hubiera sido igual sin este paréntesis en Macedonia.
Lago de Ohrid, Patrimonio Natural de la Humanidad
El lago de Ohrid domina nuestro horizonte durante los días que pasamos junto a su orilla, atraídos, como tantos otros antes a lo largo de los siglos, por sus aguas transparentes (debidas a los bajísimos niveles de fósforo), donde los verdes y azules rivalizan en intensidad y belleza y son el hogar de una rica fauna con más de 200 especies endémicas. Algunas se remontan a la Era Terciaria lo que convierte al lago de Ohrid en un museo de fósiles vivientes. También es el lago más profundo de los Balcanes y uno de los más antiguos del mundo, junto con el Baikal y el Titicaca. Atributos todos ellos que le hicieron entrar en 1979 en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, como patrimonio natural. Sin embargo, la actividad humana, en especial la urbanización de las costas y la pesca, lo están poniendo en peligro pese a que en los últimos años los gobiernos albanés y macedonio han tomado conciencia del problema y han emprendido diversas acciones de protección, como la construcción de depuradoras y la limitación de la actividad pesquera.
Cruzamos la frontera por el extremo sur del lago, adentrándonos en el Parque Nacional Galicica, donde el otoño aun no había cubierto de rojos, ocres y amarillos sus frondosos bosques caducifolios. Un tesoro natural, con miles de especies de plantas catalogadas, muchas de ellas endémicas, donde además podemos encontrar casi el 60% de las especies de árboles autóctonos de Macedonia. Una montaña que es también es refugio de osos, lobos y del muy amenazado lince de los Balcanes.
Monasterio de Sveti Naum
La carretera se acerca serpenteando alegremente a las orillas del lago y nos conduce hasta la entrada al complejo del Monasterio Ortodoxo de Sveti Naum, actualmente uno de los destinos turísticos más populares de Macedonia. El enclave en el que se encuentra, sobre un promontorio que domina el lago de Ohrid y rodeado de manantiales de agua cristalina, ya hace que merezca la pena detenerse aquí, y sorprenderse, además, ante los pavos reales albinos que campan a sus anchas por el lugar.



El monasterio fue fundado en el año 905 por San Naum de Ohrid, uno de los siete apóstoles del primer imperio búlgaro y misionero entre los eslavos. Junto con San Clemente fundó la primera Universidad de los Balcanes, y como discípulos de los santos Cirilo y Metodio trataron de llevar las enseñanzas cristianas a los eslavos para lo que crearon el conocido como alfabeto cirílico. San Naum es un santo vivo porque actualmente se le continúan atribuyendo milagros. Su tumba, ubicada en el interior de la iglesia, es por ello objeto de profunda veneración, hasta el punto de que los más creyentes afirman que si te inclinas sobre la lápida y escuchas con atención puedes escuchar los latidos del corazón del santo…