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Monasterio de Alcobaca. Don Pedro y doña Inés de Castro, el amor que venció a la muerte El aire parece cambiar de forma visible cuando dejamos atrás un sol radiante y traspasamos las puertas del Monasterio de Alcobaça . La p...

septiembre 08, 2014

Monasterio de Alcobaca. Don Pedro y doña Inés de Castro, el amor que venció a la muerte

Alcobaça, sepulcro Dom Pedro

El aire parece cambiar de forma visible cuando dejamos atrás un sol radiante y traspasamos las puertas del Monasterio de Alcobaça. La penumbra y esa luz velada por el alabastro nos prepara de nuevo, es nuestra segunda visita, para repasar la historia, en parte leyenda, de Inés de Castro. El edificio es la firma en piedra de la estrecha relación entre la monarquía lusa y las ordenes religiosas desde las cruzadas.

Entre los desnudos muros de esta abadía cisterciense encontramos dos monumentos funerarios que, al igual que os contamos en La Cartuja de Pavía, la triste historia de Ludovico y Beatriz, nos hablan de una historia de amor que sobrevive al paso del tiempo.

Alcobaça, iglesia y claustro

Fue en 1147, en plena Reconquista, cuando el primer rey de Portugal, D. Alfonso Henriques hizo el voto de fundar un monasterio consagrado a la orden de Bernardo de Claraval si lograba conquistar Santarem. Realidad o ficción, el hecho es que en 1153 el rey fundó la Abadía de Alcobaça y la entregó a los monjes blancos. Algo por otra parte habitual, ya que las órdenes religiosas aseguraban la ocupación.

Alcobaça, fachada principal

Los musulmanes destruyeron las primeras edificaciones, aunque las obras se reiniciaron a principios del siglo XIII y la iglesia se concluyó en 1253. La mayor parte de los edificios originales han sido reformados en épocas posteriores, como muestra la fachada del monasterio, de la que únicamente es original el portal gótico, el rosetón y las ventanas laterales.

Alcobaça, nave central de la iglesia

Al acceder al interior de la iglesia lo primero que llama la atención es la pureza del estilo cisterciense que, afortunadamente, se ha recuperado tras la restauración del edificio. La amplitud, altura y verticalidad de sus naves, la perspectiva lograda gracias a un ingenioso recurso arquitectónico en los pilares, la limpia bóveda de crucería…, todo en su interior invita a la meditación y al silencio.

Alcobaça, Claustro del Silencio

Otro de los lugares destacados del conjunto es el Claustro del Silencio o de Don Dinis, ya que fue construido por orden de este rey a principios del siglo XIV (aunque el segundo piso es el XVI), y de esta misma época se consideran el Refectorio, una amplia estancia cubierta con bóveda ojival y el magnífico Púlpito del Lector.

Refectorio y Púlpito del Lector

La actual cocina data del siglo XVIII, dispone del agua de un ramal del rio Alcoa y su recubrimiento de azulejería blanca y su altura (18) metros con las colosales chimeneas la convierten en otro de los elementos destacados del conjunto.

Alcobaça, cocinas

Alcobaça, Sala dos Reis

Alcobaça, Sala de los Monjes

La capilla mayor con puertas manuelinas del siglo XVI, la Sala del Capítulo, la Sala de los Monjes y la Sala dos Reis completan la visita, aunque sin duda, el elemento artístico más destacado son las tumbas reales de Don Pedro y Doña Inés de Castro.

Alcobaça, Sepulcro Doña Inés de Castro

Realidad y leyenda se mezclan en esta historia. Inés de Castro acompañó a su prima Constanza Manuel, hija del duque de Peñafiel, en su viaje a Portugal donde se casaría con Don Pedro, hijo de Alfonso IV y heredero al trono. El matrimonio se celebró, pero el infante y la dama de compañía ya estaban profundamente enamorados. La situación era complicada. Por un lado Constanza, consciente de la relación entre su marido y su dama de honor, era devorada por los celos. Por otro, Inés pertenecía a un estamento social demasiado elevado como para convertirse en concubina oficialmente. Los hechos se precipitaron cuando Constanza murió durante el alumbramiento del infante Fernando.

Alcobaça, fuente abluciones Claustro de Dom Dinis

Desde ese momento Inés se convirtió, de facto, en la consorte del infante. Aun así tuvieron que transcurrir casi diez años para que se celebrara el matrimonio. Una ceremonia, tan secreta, que no está documentada, ni siquiera por los esposos y testigos del acto. No obstante, los enemigos de la familia Castro veían en Inés y sus hijos un peligro por lo que convencieron al rey Alfonso IV de que su asesinato era lo mejor para el reino. El encuentro entre el rey y doña Inés se produjo en el Monasterio de Santa Clara, muy cerca de la Quinta das Lagrimas, a poca distancia de Coimbra, donde Inés vivía desde la muerte de Constanza. En un primer momento, parece que el rey se apiadó de Inés, pero sus caballeros volvieron a insistir en la necesidad de apartar a la castellana del trono. El rey continúo su camino, y no debió oponerse esta vez, porque Inés fue asesinada.

Alcobaça, puerta manuelina

Don Pedro, que se encontraba de cacería, se sublevó contra su padre al conocer la noticia, aunque fracasó, y tuvo que aplazar la que sería su venganza. Dos años después, al morir Alfonso IV, don Pedro accedió al trono de Portugal. Uno de los autores materiales del asesinato logró huir; a los otros dos ordenó que les sacarán el corazón. Los hechos se incorporaron a la literatura por autores como A. Ferreira o Camões, aunque fue la cultura popular, con el Romance de Inés de Castro la primera en convertirla en la reina muerta.

Alcobaça, detalle mausoleo Pedro I

Doña Constanza salió
de España pa’la Coimbra.
Doña Inés la acompañaba,
Doña Inés la acompañaba;
su mejor dama y amiga.
Don Pedro salió al encuentro
con su corte a recibirlas
y de Inés quedó prendado;
nunca vio mujer tan linda.
Doña Constanza de pena,
por el rey se moría
y el rey por Doña Inés,
daba su alma y su vida.
Doña Constanza murió
y Portugal que sabía,
la pena que la mató
la muerte de Inés de Castro
el pueblo entero pidió.
La condenaron a muerte;
la condena se cumplió,
y al rey Don Pedro dejaron
viviendo sin corazón,
viviendo sin corazón.
¡Reina para Portugal!
el pueblo a voces pedía
y el rey busca la venganza,
del amor que fue su vida.
Le consumía la pena
sin tener noche ni día
y sin descanso buscaba
aquel que le quitó la vida.
Y por fin Inés vengada,
en el palacio real;
fue proclamada la reina
del reino de Portugal.

Alcobaça, juicio final sepulcro de doña Inés

Posteriormente, según la leyenda, don Pedro mando exhumar el cadáver de su reina, lo sentó en el trono y ordenó a toda la nobleza jurar lealtad a doña Inés besando su mano descompuesta. Los funerales se celebraron como correspondía a una reina y su cuerpo fue depositado en Alcobaça. Su sepulcro está sostenido por seis ángeles y lo recorre un friso con los escudos de Portugal y de los Castro. En los lados, la vida de Cristo; en la cabecera una crucifixión y a los pies el Juicio Final.

El de Don Pedro recoge la vida de San Bartolomé, patrono del rey. En el frente, un rosetón representa la rueda de la Fortuna, o según otra interpretación, escenas de la vida de don Pedro y doña Inés. La cara posterior narra los últimos instantes del monarca.

Alcobaça, tumba Pedro I

Se dice que estos sepulcros góticos son los más bellos de Portugal. Dañados por las tropas de Napoleón fueron cuidadosamente restaurados, y hoy se encuentran uno frente a otro a ambos lados del crucero.

El monasterio continuó creciendo y desarrollándose, hasta 1834 cuando se abolen las órdenes religiosas. Parte de su patrimonio se envió a diversos museos y bibliotecas, y otra parte se perdió. En 1985 el conjunto fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.

También para siempre, nos quedará una historia de amor que burló a la muerte, y al tiempo.

22 comentarios :

  1. Un detalle es el que el Claustro alto tiene por arquitecto al mismo que firma el Monasterio de los Jerónimos. Si este edificio y su historia me enamoró en nuestra primera visita, la búsqueda de información, romances, lecturas... hace que me pase como con los libros, cada nueva visita ofrece nuevos matices. No nos cansamos del país vecino ;-))

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  2. Precioso el monasterio; no sé que tienen estos lugares que invitan a meditar y despiertan sentimientos místicos hasta en las ateas como yo, qué cosas!

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    1. Es verdad, Calíope, son lugares que invitan a reflexionar, en ese sentido hicieron un buen trabajo a la hora de diseñarlos y construirlos. ¡Tenían claro el objetivo!
      Saludos!

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  3. Que maravilla! Acabo de estar de ruta por monasterios e iglesias en Burgos y son visitas que me apasionan, tomo nota de este porque es una maravilla, gracias por compartir,
    Un saludo
    Carmen

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    1. Así es, Carmen O. Tenemos la suerte de vivir en un país con un patrimonio cultural e histórico riquísimo; a veces resulta incluso difícil elegir. En el caso de nuestros vecinos, los monasterios de Alcobaça y de Batalha (del que también hablaremos), son excepcionales. Te recomendamos que los anotes en tu libreta, y el de Mafra, también.
      Saludos!
      Saludos!

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  4. Hay lugares que en el primer momento me gustan o me impresionan. Alcobaça me impresionó muchísimo, tenia la sensación de que allí no se debia ni
    respirar, pero me encantó.
    Tengo que deciros que me aguardaba una sorpresa, ignoraba que estaban allí los sepulcros de Don Pedro y Doña Inés, fué emocionante para mí verlos ya que con 12 años conocí el Romance de Doña Inés de Castro y me gustó tanto que aunque han pasado muchos años recuerdo su letra perfectamente. Os mando un cariñoso abrazo.

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    1. Es un lugar precioso, Elba, nosotros la primera vez que lo visitamos no conocíamos la historia, ni que existiera un romance, eso lo supimos a la vuelta, gracias a ti, :) Después de visitarlo nuevamente y de escribir el post era necesario incluirlo.
      Un abrazo!

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  5. Alcobaça además de hermoso, tiene el poder de llevarnos al recogimiento aunque no lo deseemos, visitarlo fué estupendo. Habéis puesto unas fotos preciosas, las de esas dos joyas que son los sepulcros nos encantan. Un abrazo a lo dos.

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    1. Así es, Los Tiramillas, Alcobaça es uno de esos lugares que siempre se recuerdan. Un abrazo!

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  6. Es el monasterio que me falta de los grandes (San Jerónimo y Tomar ya lo conozco).
    Buena entrada y extraordinarias las fotos.
    Saludos viajeros
    El LoBo BoBo

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    1. Creemos que te encantará, Paco Piniella, y por si no lo conoces, Mafra es espectacular. Saludos!

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  7. Con lo que nos gusta Portugal, desconocemos Alcobaça. Tomaremos notas para próximas escapadas lusas.

    Abrazos guisantes!!!

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    1. Espero que os guste, al menos, tanto como a nosotros, Antonio Ruiz Un abrazo!

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  8. Estupendas imágenes y preciosa historia que desconocía..!! Gran post. Comparto

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    1. Nos alegra que te haya gustado, Alfmega Marin. La historia es conocida, sobre todo, en Galicia, y de allí nos llegó a nosotros. Saludos!

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  9. Maravillosas imágenes de las diferentes dependencias de este monasterio. Los claustros, las cocinas, la capilla y la magnífica imagen del interior de la iglesia invitan a visitar este lugar.
    Preciosa la historia-leyenda de D. Pedro y Doña Inés.
    Saludos desde El Terrao.

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    1. Muchas gracias, Mª Angeles Carbonell Ruiz, es un lugar realmente especial, que merece la pena visitar. Nos alegra que te haya gustado. Saludos!

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  10. Portugal la gran desconocida.....le debo otra visita!!!

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  11. Me encanta, estoy haciendo un trabajo sobre esto y no pensé que me gustaría tanto. Una pregunta quién construyó el sepulcro de Inés de Castro? Por más que busque no encuentro nada.

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    1. Gracias por el comentario. Hoy por hoy, el autor de ambos sepulcros sigue siendo desconocido. ¡Un saludo!

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  12. Doña Inés no era castellana, era gallega.
    Otro de los lazos históricos y de sangre que unen el reino de Portugal con el reino de Galicia.
    Muchísimas gracias por el fantástico reportaje. Sin duda, Alcobaça llega al corazón.

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    1. Efectivamente, Haba Tonka, doña Inés era gallega. Creo que en ningún momento decimos que sea castellana... Nos alegra mucho que te guste el artículo, Alcobaça es un lugar de esos que te atrapan desde el primer momento. ¡Un saludo!

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