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mayo 14, 2025

Monasterio de Santa María de la Vid, historia viva de la Ribera del Duero

Monasterio de Santa María de la Vid, por El Guisante Verde Project

La imponente silueta del Monasterio de Santa María de la Vid se recorta sobre un paraje natural, a orillas del río Duero, muy cerca de Aranda, la capital de Ribera del Duero. A tiro de piedra y, por mencionar solamente algunos de los lugares más emblemáticos, se encuentran San Esteban de Gormaz, El Burgo de Osma y los parques naturales del Cañón del rio Lobos y el de las Hoces del río Riaza. La ubicación perfecta para huir de la ciudad combinando arte, cultura, enoturismo y naturaleza.

Monasterio de la Vid, naturaleza, por El Guisante Verde Project

La historia del Monasterio de la Vid nos situa en el primer tercio del siglo XII, cuando dos nobles castellanos, Domingo Gómez de Campdespina (hermano ilegítimo del rey Alfonso VII) y Sancho, miembro de la influyente familia Ansúrez, regresaron a Castilla tras su formación en Francia mediante las enseñanzas de la orden premostratense. La orden fue fundada en 1120 en la Abadía de Prémontré por Norberto de Xanten, siguiendo la regla de San Agustín.

Monasterio de la Vid, Iglesia, coro alto - El Guisante Verde Project

Sancho fundó Santa María de Retuerta en Valladolid y Domingo el Monasterio del Monte Sacro, en 1132. El cenobio primitivo se encontraba a un par de kilómetros de distancia del emplazamiento actual. Se dice que, durante una cacería, Alfonso VII encontró una estatua de la Virgen bajo una vid. El monarca, imponiendo la condición de seguir la regla de San Agustín, favoreció al monasterio desde el principio. Alrededor de 1160, la comunidad ya se había trasladado al lugar elegido por el rey. Desde ese momento, las donaciones fueron numerosas, en especial las provenientes de los portadores de la corona castellana.

En 1288 Sancho IV auspició la ampliación del monasterio y la abadía. En lo constructivo se impuso el gótico sobre el románico originario y los abades se transformaron en señores feudales, con un patrimonio territorial muy considerable.

Monasterio de la Vid, retablo de la iglesia - por El Guisante Verde Project

El siglo XVI, con la llegada del abad Don Iñigo López de Mendoza en 1516, marcó un punto de inflexión en historia del Monasterio de la Vid. El abad proyectó la transformación de la abadía que se convertiría en el panteón familiar de los condes de Miranda. Se sustituyó el claustro románico por uno nuevo y se construyó la iglesia actual. También se eliminó el cargo de abad a perpetuidad, y paso a ser un cargo trienial. Antes de finalizar el siglo, en 1584, el papa Clemente VIII otorgó a los abades de la Vid la facultad de bendecir a los feligreses como si fueran obispos, celebrando la misa con mitra, anillo y báculo.

Monasterio de la Vid, fachada iglesia, por El Guisante Verde Project

Con el nuevo siglo, las concesiones papales hacia el monasterio continuaron. Pío V estableció la concesión de indulgencias para quienes rezaran a la imagen de la Virgen, transformando al monasterio en lugar de peregrinación.

En los siglos XVII y XVIII el monasterio creció hasta sus proporciones actuales, se construyeron claustros, buena parte de la iglesia, el coro, el refectorio y, por último, en 1798, la biblioteca. Con la llegada a la presidencia del Consejo de Ministros de Juan Álvarez Mendizabal en 1835 y sus decretos de desamortización, se puso final a siglos de historia monacal en el Monasterio de la Vid.

Monasterio de la Vid, interior del claustro - por El Guisante Verde Project

Durante 30 años de abandono el monasterio fue completamente expoliado, desde sus fondos bibliotecarios hasta las obras de arte. Finalmente, la propiedad fue adquirida en 1865 por la Provincia de Filipinas de la Orden de San Agustín y pasó a ser casa de estudio y formación para misioneros. En la actualidad, la antigua abadía continua con la actividad cultural desde el archivo, la biblioteca y el museo.

Monasterio de la Vid, estatua de la Virgen, por El Guisante Verde Project

La edificación de la iglesia arrancó en 1522, sufragada por el cardenal Mendoza y su hermano, el conde de Miranda. En la capilla mayor se guarda la imagen de Santa María de la Vid, gótica, de finales del siglo XIII, enmarcada en un magnífico retablo renacentista. Si queremos ver en detalle las características del retablo hay que mirar en los espejos que lo rodean, y ver así el perfil de la Virgen. Las pinturas del retablo son de la escuela napolitana de alrededor de 1590, época a la que pertenecen las rejas que dividen la iglesia. En el siglo XVIII se finaliza la iglesia.

Monasterio de la Vid, iglesia, exterior, por El Guisante Verde Project
Monasterio de la Vid, iglesia, cúpula, por El Guisante Verde Project
Monasterio de la Vid, rejas de la iglesia - por El Guisante Verde Project
Monasterio de la Vid, exterior del claustro - El Guisante Verde Project

La sillería del Coro, situado al final de la iglesia, se construyó en 1665, utilizando madera de nogal. Esta compuesta de dos pisos con 58 sitiales separados por columnas salomónicas. Las misericordias muestran elementos florales, zoológicos y heráldicos.

La sacristía, de 1625, tiene forma rectangular recorrida en el tercio superior por una cornisa y cubierta por bóvedas de cañón.

Monasterio de la Vid, sacristía, por El Guisante Verde Project

La espadaña que podemos ver hoy día es de principios del siglo XVIII, sustituye a la anterior portada gótica y fue realizada por los maestros Domingo de Izaguirre y Diego de Horna. La imagen de Santa María de la Vid bajo un arco de triunfo, en el centro de un retablo de piedra, preside la parte inferior. La superior, la espadaña propiamente dicha, la forman tres cuerpos que forman una pirámide, apoyados sobre un zócalo en el que se abre un óculo para iluminar el coro, flanqueado por escudos de los duques de Peñaranda.

Monasterio de la Vida, espadaña de la iglesia - El Guisante Verde Project

El actual refectorio data de mediados del siglo XVIII. Es una estancia rectangular de cinco tramos cubiertos por bóvedas de arista y presidido por un lienzo que representa la Última Cena. Se conserva el púlpito de piedra desde el que uno de los religiosos leía durante las comidas.

Monasterio de la Vid, refectorio, por El Guisante Verde Project

En cuanto al claustro, ocupa el espacio del anterior, románico, y se comenzó a construir en 1517. Sobre un espacio cuadrangular se levantan dos pisos: el bajo conserva buena parte de la estructura del siglo XVI y la galería se cubre con bóvedas estrelladas, cuyos nervios se apoyan sobre cabezas de serafines. Aquí se conserva la fachada de la antigua Sala Capitular, de la segunda mitad del siglo XII, de gran belleza artística. El segundo piso data del siglo XVIII y muestra 28 ventanales formados por arcos de medio punto.

Monasterio de la Vid, claustro, por El Guisante Verde Project
Monasterio de la Vid, vista del claustro - El Guisante Verde Project

La biblioteca es uno de los lugares más emblemáticos de la Vid. La sala principal cuenta con unos 25.000 ejemplares, aunque el total del monasterio asciende al menos a 150.000. Contiene manuscritos realizados desde finales del siglo XIV hasta el siglo XVIII. El fondo se compone de documentos no solo eclesiásticos, sino también privados y reales, también literarios y científicos. Destaca un Corán del año 1134. Además, cuenta con varios incunables, de los que ocho son anteriores a 1490 y seis de ellos ejemplares únicos en bibliotecas españolas.

Monasterio de la Vid, biblioteca, por El Guisante Verde Project
Monasterio de la Vid, museo, por El Guisante Verde Project

El museo ocupa el espacio de antigua despensa, que se construyó en el siglo XVIII. Está dedicado al arte sacro y podemos contemplar obras de los talleres de Velázquez y Murillo. En las vitrinas se exhiben ropas litúrgicas de los siglos XVII y XVIII, además de obras de orfebrería realizadas entre los siglos XVI y XIX.

También existe un museo numismático que expone parte del fondo del monasterio: monedas romanas, bizantinas, visigóticas, de las monarquías medievales españolas, o de algunas dinastías imperiales chinas.

La hospedería arranca su andadura, no sin pocas dificultades, en 2020. La restauración que se ha llevado a cabo es espléndida; se sienten los más de 700 años de historia que perviven entre los gruesos muros que nos separan del exterior, aunque en el interior nos encontramos con un alojamiento que para sí hubieran querido los monjes del siglo XII. La piedra, la madera y el cristal son los elementos básicos de todo el conjunto hostelero. ¡Que lujo es moverse por espacios abiertos y, a la vez, acogedores!

Las habitaciones son amplias, sobrias y, al menos la nuestra, silenciosa; no parece que tratándose de un monasterio que aun tiene vida monacal sea un mérito disfrutar del silencio, pero siempre podemos encontrar sorpresas. En este sentido, afortunadamente, el Monasterio de la Vid cumple con lo que se espera.

Monasterio de la Vid, patio habitaciones, por El Guisante Verde Project
Monasterio de la Vid, habitación, por El Guisante Verde Project
Monasterio de la Vid, hospedería, ensaladilla - El Guisante Verde Project

La carta del restaurante merece un aparte. Nos sentamos en una amplia estancia de paredes de piedra, donde se puede disfrutar de una buena mesa, tanto en el desayuno como durante la cena: desde una original ensaladilla, buñuelos de morcilla o bacalao rebozado hasta una sencilla hamburguesa que permite apreciar el sabor de la carne sin artificios.

Monasterio de la Vid, Hospedería, bacalao rebozado - El Guisante Verde Project
Monasterio de la Vid, Hospedería, buñuelos de morcilla - El Guisante Verde Project
Monasterio de la Vid, Hospedería, hamburguesa - El Guisante Verde Project

El Monasterio de la Vid forma parte del Camino Natural Senda del Duero, GR-14, incluido en la etapa que discurre entre San Esteban de Gormaz y Aranda de Duero. La senda comienza en las fuentes del Duero, situadas en Duruelo de la Sierra (Soria) y termina en Oporto (Portugal), después de recorrer 750 km. El tramo que pasa junto al monasterio tiene poca dificultad; en realidad, se trata más bien de un paseo que atraviesa algunos prados y un pequeño bosque para llevarnos junto a las orillas del Duero.

Camino Natural Senda del Duero - El Guisante Verde Project
Camino Natural Senda del Duero, rio Duero - El Guisante Verde Project
Monasterio de la Vid, senda del Duero - El Guisante Verde Project

Nuestra estancia en el Monasterio de la Vid ha sido muy completa; es un lugar en el que reponer fuerzas y en el que, si uno quiere, resulta fácil escapar durante unos días del exceso de ruido (en todos los sentidos) que nos acompaña en nuestra vida cotidiana. En las habitaciones no hemos echado nada de menos y la oferta gastronómica nos ha parecido más que suficiente. Desde la Vid tenemos asegurada la visita sin prisas a El Burgo de Osma o San Esteban de Gormaz, entre otros lugares de interés, como Aranda, Peñaranda, Lerma o Peñafiel. El cañón del Río Lobos, las hoces del Riaza o la senda del Duero son parte del entorno natural del monasterio. Una escapada completa que nos ha dejado, seguro que también a vosotros lo hará, un gran recuerdo.

Monasterio de la Vid, patio - El Guisante Verde  Project

enero 03, 2025

17 Años de El Guisante Verde Project. Seguimos, por los pelos, dando la lata

Doce meses más en la mochila y ya son 17 años de El Guisante Verde Project. Seguimos, esta vez por los pelos, dando la lata... El 2024 arrancó fuerte. Nos llevó directos y sin previo aviso a uno de esos viajes que nunca quieres hacer. Cuando pedíamos al nuevo año descubrimientos y novedades no imaginábamos que iban a ser en forma de un viaje no soñado. Tras muchas semanas en la UCI, donde cada día que se tachaba del calendario era una victoria, llegó el turno para la segunda parte del viaje: la rehabilitación, en el Hospital de Gorliz, que se levanta sobre la playa de esta pequeña localidad costera de Bizkaia. Este 2024, más que nunca, hemos disfrutado del mar, el sol y la arena, que también curan. En este viaje seguimos embarcados, ahora ya en casa, aunque sin perder de vista el litoral.

Durante estos meses, en especial los primeros, los peores, hemos contado con el imprescindible apoyo de la familia y los amigos, de los que estaban cerca, y de aquellos que también desde lejos nos daban ánimos para seguir adelante. Ha sido magnifico que tantos hayáis venido a Bilbao a vernos y, como se ve, alguno incluso a pasearnos.

No tenemos, nunca nos cansaremos de repetirlo, suficientes palabras para agradecer el apoyo recibido y el que seguimos recibiendo, por parte del personal médico, de enfermería, fisioterapeutas, auxiliares, celadores y limpieza, tanto de la unidad de Reanimación-Derecha del Hospital de Basurto, como del Hospital de Gorliz; ambos pertenecientes a Osakidetza, el servicio vasco de salud. Público. Nos repetimos que somos afortunados, los medios técnicos, la profesionalidad y conocimientos de cuantos nos han atendido, escuchado y cuidado, son impagables.

A menudo suele decirse que una situación así te hace más fuerte, si no te lleva por delante, claro, pienso yo. Físicamente es verdad que ha sido muy duro, tal vez, lo suficiente como para relativizar otras situaciones que antes podían parecernos tremendas. Aun no estamos en condiciones de evaluar el coste emocional de verme inmóvil en una cama, sin poder comunicarme, de las noches invadidas por las alucinaciones y todo el tiempo del mundo para pensar.

Para Maribel y para mí ha sido una experiencia demoledora pasar tantas noches separados. Ella sola en casa. Yo solo en el hospital. Cada uno con sus monstruos acechando y sufriendo por el otro, sin saber que ocurriría al día siguiente. Nos hemos repetido que "somos fuertes", que todos los aprendizajes y experiencias personales y viajeras tenían que ser útiles para enfrentarnos a este viaje incierto.

Este año, aun sin creernos que estábamos de nuevo juntos en casa, llegó nuestro aniversario de boda. No hicimos una celebración especial, simplemente, lo vivimos. Uno de nuestros hits de 2024.

En lo viajero, nuestro 2024 ha sido todo un "Km 0", turismo de proximidad que, si en años anteriores nos hubiera sabido a poco, en esta ocasión hemos disfrutado al máximo, con el ansia y la alegría de las primeras veces. La mayor parte del año hemos alternado entre la playa y los paseos por Bilbao y alrededores, recorriendo terrazas y restaurantes. Aunque pueda parecer que no es exótico ni especialmente original, lo echábamos muchísimo de menos. Ya sabéis que también en lo cercano somos unos cansasuelos y nos gusta comprobar que todas las baldosas de la villa están en su sitio. Además, hemos podido incorporar algunos locales a nuestra lista de descubrimientos.

Fuera de los límites de nuestro círculo alrededor de Bilbao, hemos vuelto al parque de Salburua, en Vitoria-Gasteiz. Un espacio natural dentro de la ciudad donde ver infinidad de aves, recorrido por senderos sin dificultad y con apenas pendiente. Perfecto para la situación en la que nos encontrábamos. La captura fotográfica desde los observatorios se dio regular, aunque era lo de menos. Si queréis conocer más de este fantástico parque de naturaleza, podéis leernos en: "Parque de Salburua, la cara salvaje de Vitoria-Gasteiz".

En los límites de Bizkaia, en Orduña, hemos paseado por el embalse de Maroño. Un lugar perfecto para un pic-nic y también para fotografiar la Vía Láctea. En nuestra salida la Luna iluminó el cielo como si fuera de día, así que tendremos que volver en unos meses, para probar suerte con el cielo nocturno.

Además, el año lo hemos despedido a lo grande. Primero paseando entre la niebla por los senderos de La Arboleda; visitando a nuestras viejas amigas, las hayas trasmochas de Otzarreta y fotografiando la aurora boreal sobre Gaztelugatxe, una sopresa completamente inesperada.

Arrancamos este 2025 con la vista puesta en el final, cada vez más cerca, del viaje que iniciamos en enero de 2024; veremos que nos trae el año nuevo y, en cualquier caso, seguiremos dando la lata.

¡Feliz 2025!

octubre 31, 2024

Ruta al hayedo de Balgerri en Karrantza, el mas extenso de Bizkaia

El bosque de Balgerri, el hayedo más extenso de Bizkaia, es una muestra más de la enorme biodiversidad vegetal de Karrantza. Además de hayas, encontraremos robles, alisos, fresnos, tejos o acebos. El bosque se encuentra en la ladera norte del monte Balgerri, uno de los balcones de Bizkaia, en la sierra de Ordunte, atravesado por el río homónimo.

La ruta parte del barrio de Lanzas Agudas, llamado así por las lanzas de fresno que fabricaban sus habitantes, junto a la casa rural Gailurretan. Un poco antes de llegar encontraréis un cartel informativo de la sierra de Ordunte. El aparcamiento está complicado, tal vez el mejor espacio sea junto a los restos de la antigua iglesia de San Miguel, en la parte alta del pueblo, por lo que deberéis descender un poco para tomar el sendero.

Una vez en Gailurretan, seguimos por el camino que asciende, enfilando hacia el monte. Nosotros lo hicimos acompañados por Pintxo, el perro de la casa rural, que nos marcó una ruta que él había realizado muchas veces. Tras poco más de medio kilómetro llegamos a un cruce con un cartel que señala, hacia la izquierda, el hayedo. Cuando realizamos el sendero no había llovido, por lo que no tuvimos saltos de agua en el recorrido.

octubre 16, 2024

Yoshitomo Nara, el arte desde la mirada de un niño

Yoshitomo Nara - Flor Muerta Remasterizada 2020, por El Guisante Verde Project

¿Quién es Yoshitomo Nara? ¿Por qué el Museo Guggenheim Bilbao le dedica una retrospectiva, la primera en Europa? ¿Qué nos quieren contar esos niños de enormes ojos que el artista dibuja durante desde hace casi 40 años?

Día lluvioso, gris, muy del Bilbao de antes, es el que elegimos para entrar al Museo Guggenheim Bilbao. ¿Qué pensaran las niñas protagonistas de la obra de este artista japonés cuando estos “ojos redondos” que pasean por las salas las miran con asombro?

Museo Guggenheim Bilbao - Exposición Yoshitomo Nara, por El Guisante Verde Project

Entramos a echar un vistazo, igual que a menudo hacemos con nuestros viajes, venimos a hacer una primero una visita panorámica y determinar el tamaño de la muestra, el tiempo que vamos a necesitar para disfrutarla. Esta vez, esos ojos grandes, casi siempre de niñas, las apodadas Nara Girls, nos interpelan desde dibujos, lienzos y esculturas, y cambian nuestros planes.

Yoshitomo Nara - Tras la Lluvia Ácida, por El Guisante Verde Project
Yoshitomo Nara - Blankey, por El Guisante Verde Project
Yoshitomo Nara - Rock You, por El Guisante Verde Project

Yoshitomo Nara es un artista japonés, viajero, afable, aunque con fama de solitario, que crea su propio lenguaje, en apariencia muy sencillo y fácil de descifrar. Desde su Hirosaki natal escuchaba música en inglés de una emisora americana, en una radio que él mismo construyó de niño. Crea y dibuja a partir de las sensaciones y emociones que esa música, que no entiende, provocan en él. Compró su primer disco en 1967 y es, desde entonces, un apasionado coleccionista. Todo lo que encontramos en las salas nos lleva a pensar en él como un niño, es extraño imaginarlo como un hombre de más de sesenta. ¿No ha crecido o es que la mirada de un niño es más directa para exponer sus ideas, sus anhelos, sus miedos y sus críticas?

La información de las salas, con palabras del propio Nara impresas en las paredes, la división en áreas temáticas, que no cronológicas, nos ofrece el contexto para identificar los códigos del artista japonés, que él mismo ha supervisado junto a la comisaria del museo, Lucía Agirre.