En la primera mitad del siglo XVII los frecuentes disturbios en Estambul provocaron cierto recelo hacia la ciudad y su palacio imperial, Topkapi, por parte de la dinastía otomana que trasladó su corte a Edirne, hasta que los jenízaros derrocaron a Mustafá II y lo sustituyeron por Ahmet III que fue conminado a gobernar nuevamente desde Estambul.
Durante la primera etapa de su reinado, 1703 - 1718, Ahmet III tuvo que sobrellevar los reveses militares en las luchas heredadas contra Austria, Venecia y Rusia, además de gestionar los deseos de venganza por las humillaciones sufridas. Durante este período Estambul fue devastado por el fuego en dos ocasiones, en 1715 y, especialmente, en 1718 cuando todo el centro desde el Cuerno de Oro hasta el Mar de Mármara fue pasto de las llamas. La naturaleza tampoco dio tregua a la ciudad, y al incendio de 1715 sucedió un crudísimo invierno que congeló las aguas del Cuerno de Oro, mientras que en mayo de 1719 un terremoto causó enormes daños en una ciudad que trataba de superar su pasado más reciente.