Berlin es una ciudad poliédrica, con muchas caras, apasionante, vital, una ciudad en la que el viajero puede sumergirse cada día en un mundo, a su elección. Esta vez nos hemos centrado en sus calles, en el street art, el arte urbano, y en una parte de su cultura, en ocasiones mal llamada contracultura, que al igual que la historia del Muro, puede quedar eclipsada por la nueva Berlín y su auge constructivo.
Berlín y el fenómeno de la contracultura estaban llamados a encontrarse. Tras la Primera Guerra Mundial, la ciudad, al igual que el resto del país, sufrió las consecuencias de la derrota, y se convirtió en el patio de juegos de los vencedores durante los locos años veinte. Surgieron teatros y cabarets, estudios de cine, una incipiente cultura gay se reivindicaba en la escena social, y la relativa estabilidad política y la mejora de las condiciones económicas, convirtieron al Berlín de entreguerras en un foco de atracción artística donde expresionistas, dadaístas y la Bauhaus creaban el futuro.