En nuestro camino hacia Zermatt, el pequeño pueblo fortificado de Gruyères apareció ante nosotros sobre un promontorio, a los pies del Moléson.
Fundado durante el siglo XI conserva todo su atractivo medieval. Todo el paisaje que rodea Gruyères es lo que nuestra imaginación asocia con Suiza. Lagos, praderas, montañas, forman un entorno idílico, donde el sonido del Alphorn es el complemento perfecto.
Ya desde la distancia el castillo y las murallas medievales reconstruídas durante el siglo XV por los condes de Gruyères anticipan lo que será un viaje en el tiempo.