Detener el tiempo. Algo de lo que ya hemos hablado en otras ocasiones, se hizo realidad cuando llegamos un domingo por la mañana a la ciudad de Bac Ha, en el norte de Vietnam.
Allí se celebra uno de esos mercados festivos donde la población de los alrededores se da cita para intercambiar productos y cotilleos, materias primas y sustento para el alma, compartiendo inquietudes y anhelos. Durante nuestro trayecto desde Lao Cai, y a medida que ascendíamos por la carretera, eran cada vez más numerosas las personas que, a pie, se encaminaban hacia un mismo lugar.
Es en ese lugar donde, muy temprano, antes de la llegada de los cada vez más numerosos turistas, nos colamos nosotros, entre los compradores de búfalos, las telas de mil colores, las discusiones y regateos, las cocinas humeantes y los niños que siempre encuentran un motivo para jugar.