Un amigo nos prestó este pequeño libro hace algunos años, y comenzamos a leer esperando al metro, la correspondencia entre una americana gruñona y un librero londinense, libros, autores, para un lector voraz y curioso: un aliciente, y una cura de humildad por todos aquellos que no conocíamos…
Continuamos con la lectura y fuimos entrando en la vida de Helene, en su apartamento de New York, y en la de Frank, su esposa Nora y sus niñas, vimos la película, nos perdimos la versión teatral de Isabel Coixet…