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Musée Marmottan Al fin París, con Londres tuviste miedo de cerrar un círculo y se abrió mucho más, como un gran agujero negro; ahora, de nuevo, París en...

marzo 04, 2008

Musée Marmottan

Claude-Monet-el tren-en-la-nieve-la-locomotora-museo-marmottan-monet-paris

Al fin París, con Londres tuviste miedo de cerrar un círculo y se abrió mucho más, como un gran agujero negro; ahora, de nuevo, París enamora, exalta, absorbe, vuelve a abrir cajitas de tu corazón medio cerradas. 

Monet, mirar de verdad la pintura, ver más allá, sentir los colores, las texturas, traslado en el tiempo con palacios de XVII.

Un museo debe ser así, integrador, evocador, promover un espacio de calma, aislarte del exterior. Los cuadros de Giverny entran en el cerebro como fogonazos, La Catedral de Rouen, aquí tan cálida, los enfoques tan de cerca, fotográficos (al principio tal vez influido por su amigo Nadar), la fusión del mundo real y el reflejado en el agua del "Puente Japonés", el paisaje nevado de La Urraca... 

Le Pont de l'Europe, Gare Saint-Lazare, ¿por qué las estaciones provocan tantos estados de ánimo?, los trenes, el humo, los viajeros, llegadas, partidas, comienzos, ¿no es en el fondo todo un gran viaje?

Mi amor por la pintura viene de lejos, de las peleas con los tonos verdes en un intento vano de emular la naturaleza. Entiendo las obsesiones de Monet por reflejar una y otra vez la misma vista, el mismo encuadre bañado con distinta luz, acariciado de distinta manera por los colores, en una imitación de sus adoradas estampas japonesas.  

Todos vivimos influidos por lo exótico, es fácil encontrar las influencias en Monet recorriendo una y otra vez sus obras primero en Le Jeu de Paume, más tarde en el magnifico Gare D´Orsay, sus pinturas circulares en L´Orangerie, y cerrar el círculo, volver al principio, en el Marmottan, con el cuadro mil veces evocado, huidizo (robado en 1985), encontrado al fin en un lugar privilegiado, en un salón circular junto a Pissarro, la dama del abanico de Morisot, paisajes nevados de París, y allí en el centro : el cuadro que da nombre al movimiento: Impresion soleil levant.

¿Hubiera sido Monet el centro de este movimiento sin sus mecenas? Aquellos que provocaron, compraron, promovieron sus exposiciones en Francia y al otro lado del charco, en New York, Boston…, de forma que los coleccionistas americanos y también pintores de esa nacionalidad vinieran a convivir y aprender del maestro. Son partícipes de su abandono del grupo de Barbizon y de su experimentación en su última etapa, como los jardineros de Giverny. Sin su descubridor Boudin, el apoyo de Clemenceau y Durand-Ruel, sin la compañía de Camille, y de su segunda mujer Alice (esposa de su amigo Ernest). Sin sus viajes y su atracción por lo exótico, su paso por Argenteil , Rouen, Noruega, Holanda, Londres, Italia, y en especial sin su amado Sena, sería imposible entender la obra de Claude Monet. Hasta su nombre es una evocación del color. 

Kandinsky vió en uno de sus cuadros de Almiares, el primer cuadro abstracto. ¡Siempre aprendemos de otros!

Muchas de las obras impresionistas comparten espacio, inspiración, escenas y sin embargo la vista, la emoción, distingue en una sala llena a su “homónimo” Manet, más académico, a Renoir más cálido, a Morisot más tierna, a Pissarro, Sisley …de las obras de Monet. No es el ojo, es el sonido del color, el tacto, el gusto provocado por cada tela.

Los impresionistas pintaron al aire libre, quisieron imitar al sol, y el calor que provocan sus lienzos, sigue ahí esperándonos, visitad París, primero el Gare D´Orsay, seguid por L´Orangerie, y el majestuoso Marmottan y como yo recuperareis el amor por este movimiento de artistas de cuadros fáciles de ver, de pinceladas marcadas, intencionadas, de complicidad con el espectador, pues hay que mirar más de una vez para sentir, hay que alejarse del cuadro, sentarse, sentirse, girarse, como el sol, como la luz.

!Que lo disfruteis! 


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2 comentarios :

  1. Da gusto encontrar una persona capaz de apreciar el color del mundo. Aunque prefiero a los expresionistas (retratistas de las convulsiones del alma, y que coinciden con mi andar desgarbado y un poco taciturno), debo decir que admiro los cuadros impresionistas y su decisiva aportación para los movimientos pictóricos que vendrían después. Lo resumes bien: hay que girarse, como el sol, para ver más allá del lienzo. Me provocas varias reflexiones, más allá de la pintura. La obsesión por conseguir en las paredes de mi habitación ese verde que reproduzca el de los campos de hierba al sol (imposible), la importancia de los museos que albergan las obras (impresionante el Museo Antropológico de British Columbia, en Vancouver, todo acristalado para que los totem permanezcan, de alguna forma, lo más cerca posible del entorno para el que fueron creados...París y Londres, como ciudades eternas...¿No deberíais dedicar También un espacio pequeñito en el Guisante a Roma??? (Petición del oyente...), saludos.

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  2. Interesante el apunte de Vancouver. Tomamos nota de las peticiones, Roma es un enorme contenedor de arte y dará para más de una entrada...
    Los impresionistas apenas suponen una transición en la historia del arte, más que inspiradores, ellos recogen ideas, conceptos, pinceladas de mucho antes, ya presentes en Goya, Velazquez, Rubens...(sus bocetos,cuadros que muestran su técnica, los anticipan)
    Me interesan porque nos obligan a participar, porque repiten escena una y otra vez en un intento de atrapar el instante.

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